Tú llegaste para cambiar el rumbo
Ser diferente no es sencillo, nadar contracorriente puede
ser agotador. Sin embargo, nada hay más doloroso que negarse a uno mismo para
acercarse a los demás.
El concepto de normalidad cambia a medida que avanzan las
sociedades. Lo que permanece invariable es la sensación de inadecuación que
muchas personas experimentan cada día. Con independencia de lo que consideremos
normal, siempre existirá un porcentaje de individuos que sufrirán el
peso de no encajar en lo establecido. Pero, ¿quién dijo que lo diferente
fuera negativo? Abraza tu rareza y permítete ser libre.
Es indudable que el humano es un ser social, el
sentimiento de pertenencia es una de nuestras necesidades básicas.
Precisamos establecer relaciones, forjar vínculos, estrechar lazos, sentirnos
aceptados y reconocidos. Pero, ¿a qué precio?
Desde pequeños sentimos la necesidad de adecuarnos a lo
que se espera de nosotros. Observando el mundo comprendemos que existen unas
expectativas que debemos cumplir para gozar de mayor popularidad y refuerzo.
Desde nuestros padres y familiares hasta maestros, compañeros y amigos,
crecemos con el deseo de complacer a quienes nos rodean, pues necesitamos su
afecto para sentirnos bien.
Sin embargo, esto muchas veces implica negar
aspectos de nuestra propia personalidad, reprimir opiniones y deseos propios
para amoldarnos a los de otros. Ciertamente, cualquier relación social
requiere respeto y tolerancia, algo que implica ceder en ocasiones y que no
supone mayor esfuerzo para la mayoría. Pero, ¿qué hay de quienes, de forma
innata, poseen un modo diferente de ver la vida?
Abraza tu rareza
Posiblemente una gran parte de tu vida te hayas sentido
fuera de lugar allí donde fueses, incluso dentro de tu propia familia. Tal
vez fuiste un niño excesivamente enérgico o demasiado solitario. Quizá tus aficiones se saliesen de lo
común o las experimentases con una intensidad inusitada, difícil de entender
para quienes te rodeaban.
Probablemente, tu adolescencia no fue sencilla.
Seguramente te costó más que a otros hallar tu identidad y quizá probases
varios estilos con la intención de formar parte de algo. Las
discusiones familiares habrán sido una constante en tu vida, pues por algún
motivo te costaba comprender las tradiciones y creencias de tus allegados tanto
como a ellos les costaba entender tus puntos de vista.
Tras años de nadar contracorriente puede que hayas
sucumbido a creer que hay algo mal en ti, que estás equivocado. Quizá, con
mucho esfuerzo, empujaste tu rareza hacia el fondo de tu ser y pusiste
toda tu energía en tratar de ser cómo se esperaba. Escogiste una profesión
con futuro, pero que apaga tu alma; acudiste a reuniones con personas que poco
tenían que aportarte y te resignaste a pensar que, en contra de lo que tú
siempre sentiste, realmente no hay nada más.
Nos han convencido de que ser la oveja negra es una maldición, un defecto que
debemos disimular y pulir a toda costa. Nos han hecho creer que encajar ha de
ser la prioridad y, sin embargo, nada hay más doloroso que negarse a
uno mismo para acercarse a los demás.
Tú llegaste a cambiar el rumbo
Anhelamos desesperadamente adecuarnos a la normalidad,
pero todos deseamos rodearnos de personas interesantes. Nos
fascinan aquellos con una personalidad propia, una opinión bien formada y una
perspectiva diferente capaz de llevarnos a nuevos mundos.
Ni el arte, ni la ciencia ni el avance de la sociedad
surgen de la rigidez y la homogeneidad. Son las mentes divergentes quienes nos mueven, nos emocionan y nos
enfrentan a paradigmas antiguos y obsoletos permitiéndonos avanzar.
¿Cuánto nos habremos perdido apagando a los soñadores, señalando a quienes se
atrevían a ser distintos? ¿Cuántos años has sufrido por negarte a ver tu
brillo?
Tal vez eres diferente, pero el mundo te necesita así. Las creencias limitantes que se llevan manteniendo
en tu familia por generaciones necesitan aire fresco. Aunque esto te suponga
conflictos, estarás allanando el camino a nuevas generaciones.
La sociedad necesita escuchar lo que tienes que decir,
aunque se aleje de los convencionalismos ahora mismo dominantes. Hay
muchas personas que necesitan conocerte, tal como eres, porque tú ampliarás sus
perspectivas.
Si sientes que no encajas en este mundo es porque
llegaste para cambiarlo. Por ello abraza tu rareza,
permítete ser plenamente. Cesa de sentirte inadecuado y en su lugar explórate,
desarróllate sin miedos ni limitaciones. Permítete brillar. Pues el brillo que
tanto trataste de apagar es la luz que muchos necesitarán en su camino.
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