Para ser feliz hay que tomar decisiones. Todas ellas
deben estar sintonizadas con ese «algo» que para ti merece la pena en un
momento dado. A veces es una pasión, otras un deseo que quieres hacer realidad o
un propósito que es hora de cumplir.
Haz algo que merezca la pena para ti. Emprende un cambio, una acción o un proyecto en el que creas y que se
ajuste a tus valores y expectativas. No importa que los demás no lo entiendan o
que no vean con buenos ojos esa acción que tienes en mente. Tus sueños te
pertenecen y solo cuando nos atrevemos a poner un pie delante de otro,
motivados por nuestros deseos, alcanzamos la realización personal.
Pocos hechos parecen tan sencillos al proponerlos y tan
complejos a la hora de realizarlos. Admitámoslo, muchos de
nosotros somos una auténtica fábrica de sueños frustrados. A lo largo de
nuestra vida, nos planteamos cien metas, mil objetivos y un millón de deseos
que se han quedado en el aire. Ya sea por falta de determinación o por el
devenir del destino, todos tenemos anhelos que se han quedado en el tintero.
Hasta que al final, llega un día en que nos decimos
aquello de «mi tren ya ha pasado». Es entonces
cuando nos instalamos para siempre en el andén de las ilusiones perdidas al
pensar que eso de soñar es, efectivamente, cosa de niños. Sin embargo, hay más
vías y más andenes; los trenes nunca dejan de pasar para quien sigue
conservando la esperanza.
Basta con movernos y reformular proyectos. Siempre
habrá algo capaz de encender la curiosidad y la pasión para lanzarnos hacia otros
rumbos. Y hacerlo, nos puede cambiar la vida.
En ocasiones, como decía el filósofo Henry David Thoreau,
lo que encontramos en ese viaje hacia la consecución de una meta, acaba siendo
más revulsivo que la propia obtención de dicho objetivo. El secreto está en
atrevernos, en no rendirnos.
Haz algo que merezca la pena para ti, clarifica tus
propósitos
Tener propósitos y saber qué es lo que merece la pena
para nosotros en un momento dado, actúa como ejercicio de bienestar mental. Esa
sensación promueve que no nos falte la motivación para salir de la cama y
trabajar por lo que queremos. Ahora bien, si carecemos de ello, si no
tenemos claro qué es lo más importante para nosotros, experimentaremos lo que
se conoce como «discordia psicológica».
Este término define un estado que se aprecia con
frecuencia en terapia. Son situaciones en las que las personas se sienten
inquietas, incapaces de poner la atención en algo en concreto. Nada les atrae
ni les aporta significado. Inician cosas, pero no terminan ninguna
(trabajos, proyectos, relaciones afectivas…) y es común que terminen
experimentando desde ansiedad hasta estados depresivos.
Cuando se les recomienda «intenta hacer algo que merezca
la pena para ti» se sienten incapaces de responder. Hay un vacío, inseguridad y al
final, siempre les resulta más fácil realizar aquello que los demás esperan de
ellos que detenerse a clarificar qué es lo que desean verdaderamente.
La falta de autoestima tiene este relieve y suele
estar detrás de dichos comportamientos. Es necesario promover una pequeña
revolución interna para cambiar este tipo de estados.
Trabaja en tu coherencia, propósitos y significados
La universidad de Helsinki realizó un interesante trabajo en el 2006 por parte del doctor Frank
Martela con un fin muy especial.
Muchos de nosotros hablamos de la necesidad de tener un
significado vital, de saber qué es lo que merece la pena en una etapa de
nuestra existencia. Sin embargo, esa idea suele ser tan general que resulta
complicado concretarla e incluso respondernos a nosotros mismos.
Estas fueron las claves que nos ofrecieron desde este
trabajo para intentar clarificarlo.
- Sé coherente. Dedícate a esas cosas que
estén sintonizadas con tu personalidad y motivaciones. Lo que
haces nunca puede ser diferente a lo que sientes; por tanto, debes
esforzarte en cuidar de esa coherencia entre valores y comportamientos,
entre deseos y acciones.
- Recuerda tu propósito. Cada cosa que haces debe estar orientada a un fin, a uno que a ti te satisfaga. De este modo, no dudes en monitorearte cada vez que puedas. ¿Lo que has hecho hoy te lleva hacia donde quieres llegar? ¿La preocupación que tienes ahora en mente es útil para lograr lo que quieres?
- Trascendencia. Este término es sinónimo de
significado. Se trata de una dimensión en la que no nos detenemos
demasiado en nuestra cotidianidad. Consiste en preguntarnos si cada
cosa que hacemos tiene o no tiene sentido para nosotros. En ocasiones,
llevamos un tipo de existencia hueca de emociones y vacía de ilusiones. En esos
universos yermos no hay trascendencia. Estamos obligados a reorientar
nuestras vidas hacia algo que nos aporte auténtico significado.
Atrévete, haz algo que merezca la pena para ti
Rompe esquemas, cruza
alambradas y ábrete camino en busca de tus significados vitales. Haz algo que merezca la pena para ti, lo que sea, por insignificante
que te parezca. Porque, a veces, las grandes revoluciones empiezan con desafíos
sencillos, con cambios inapreciables.
Procura que esos cambios, ya sean grandes o pequeños, se
ajusten a tus deseos y expectativas. A menudo, nos
pasamos media vida transitando por entero territorios que no son nuestros. Así,
el hecho de estar condicionados por la familia o incluso al caer en relaciones
de pareja dependientes, borramos nuestras prioridades para ajustarnos a las de
los demás. No es lo adecuado.
Atrevámonos. Hay miles de trenes esperándonos para vivir
mil vidas distintas si así lo queremos. Solo es cuestión de decidirnos.
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