He ahí una de las
grandes cuestiones que todo ser humano se plantea en diferentes ocasiones
a lo largo de su vida y en estos momentos de difícil comprensión donde nada es
lo que parece y el ser humanos esta desorientado, es cuando la pregunta toma un
valor mayor.
La respuesta no es fácil, ni es
única, sino que es algo cambiante pues dependerá del momento que estemos
viviendo de la percepción que tengamos de la realidad y de nuestro grado de
evolución.
Entendiendo evolución como la
comprensión e integración de las experiencias que tenemos en el mundo material.
Decía Oscar Wilde: “Lo menos frecuente en este mundo es vivir,
la mayoría de la gente existe”
A menudo la vida y los
acontecimientos van tan rápido que no tenemos tiempo o ganas de preguntarnos:
si la vida que estamos viviendo es aquella que deseamos vivir. Si la vida
que hemos construido es la adecuada, si realmente tiene un sentido la vida, y
si es así qué sentido tiene la nuestra.
Desgraciadamente una gran
mayoría de seres humanos nos planteamos estas preguntas en situaciones extremas
de crisis o necesidad y después de plantearnos esa cuestión, la angustia nos
invade, nos hacemos miles de preguntas, la mayoría de veces sin respuesta ¿debo
insistir en la búsqueda de mi yo interno? ¿Es la vida la que se ensaña conmigo
o soy yo el responsable de todo lo que me ocurre? ¿Debo hacer los cambios en mi
vida necesarios para encontrarle sentido o debo esperar que ocurra un milagro
que me haga sentirme en plenitud?...
Esta crisis de indecisión
lógicamente es más fuerte aun, para aquellos que piensan que la única vida que
van a vivir es la que están viviendo.
Es el momento de ser sinceros
con nosotros mismos, escuchar esa voz interior la voz de nuestra conciencia que
siempre nos dice lo que será bueno para nosotros y seguidamente preparar
los cambios necesarios para encontrar el camino que nos lleve de
nuevo a sentirnos bien con nosotros mismos, no hacer esto cuando sentimos
el primer síntoma, significa que cada vez nuestra insatisfacción será mayor y
lógicamente cada vez nos costara más aplicar los cambios necesarios en
nuestra vida para ser felices.
Para empezar, es bueno alejarse
de ciertas rutinas e inercias que no nos conducen a nada, empezar a diferenciar
lo que queremos ser realmente de aquello en lo que nos hemos convertido,
diferenciar lo que hacemos de lo que sentimos y sobre todo tomar conciencia de
las emociones que son nuestras y de las que nos han sido inducidas desde
fuera.
Eliminar el miedo a los cambios
en nuestra vida y tomar conciencia que somos los dueños de nuestro futuro, del
resto de nuestra vida, no aceptando en nuestra mente la idea conformista tan
extendida de “LA VIDA ES ASÍ”
Eliminar de nuestra mente el
conformismo y alejar de nuestro pensamiento que ya es tarde, para empezar de
nuevo, cambiar es un reto constante en nuestra vida, todo el universo está en
constante movimiento, todo cambia, nada permanece inamovible, y nosotros
también estamos sujetos a esta Ley Universal, no debemos tener miedo a cambiar
lo que no nos guste, debemos temer mucho más a vivir una vida no deseada por
nosotros, porque dicha elección dará como resultado vivir sin armonía, sin
libertad y sin felicidad.
Decía Ortega y Gasset “La vida cobra sentido, cuando se hace de
ella una aspiración a no renunciar a nada”
Meditar, reflexionar, revisar
nuestros objetivos, darnos plazos razonables, tener plena confianza en el
potencial que todos tenemos dentro y sobre todo dar el paso en el camino de la
búsqueda de ese sentido de nuestra vida es la única forma de poder llevar el
timón de nuestra vida. Porque si no lo hacemos así, está claro que nadie lo
hará por nosotros.
Es cierto que no siempre cuando
nos planteamos la búsqueda del sentido de nuestra vida, podemos empezar de
cero, pero cambiar y preparar las circunstancias para el encuentro con esa vida
de plenitud, eso está al alcance de todos los seres humanos.
Para ser dueños de nuestra vida
y recorrer día a día el maravilloso camino de la evolución con certeza y
confianza de que ese es el camino y el sentido elegido por nosotros para
nuestra vida, debemos revisar continuamente los cuatro pilares básicos sobre
los que se asienta nuestra vida que son:
1 - Nuestra vida interior, la relación con
nosotros mismos.
2 - Nuestras relaciones con
los demás.
3 - Nuestra vida laboral
4 - Nuestra vida
sentimental.
Para adentrarnos en esa
búsqueda de respuestas sobre el sentido de nuestra vida, debemos hacerlo
recorriendo dos caminos:
* El camino del exterior:
(Los sentidos y la mente)
* El camino interior…….: (Los sentimientos, el
camino del corazón)
EL CAMINO EXTERIOR A TRAVÉS DE
LOS SENTIDOS
Tenemos que apoyarnos
necesariamente en el uso de nuestros sentidos, ya que son nuestros órganos de
captación de la información exterior para trabajar con ella después en nuestro
interior.
Es fundamental potenciar
nuestros órganos de percepción, cultivarlos y desarrollarlos para poder captar
en toda su amplitud lo que nos rodea, si no educamos nuestros sentidos para
apreciar la belleza, la armonía, la luz, el color, los sonidos, el gusto, los
perfumes, la suavidad, la textura y la diversidad que nos rodea, no podremos
apreciar y amar la vida.
EL CAMINO INTERMEDIO: LA MENTE
Buscar sentido a lo que
vivimos, descubrir lo que hay detrás de cada circunstancia, de cada experiencia
que tenemos en nuestro día a día.
Aprender por igual de nuestros
aciertos como de nuestros errores, considerándolos un elemento fundamental de
nuestra evolución.
El autoanalisis y la meditación
son dos herramientas básicas para comprender ¿estoy haciendo lo que quiero?
¿Qué necesito? ¿Me siento bien con lo que hago? ¿Estoy a gusto conmigo mismo?
No cabe duda que nuestra mente
se apresurará a dar respuesta a todas estas preguntas y con ello completaremos
nuestro primer recorrido por el exterior.
EL CAMINO INTERIOR: EL CAMINO
DE CORAZÓN
La pregunta que surge es: ¿Cómo
puedo activar ese mecanismo? ¿Cómo puedo dirigir las preguntas al
Corazón?
Cuando nos planteamos alguna
inquietud lo primero que nos llega son las respuestas de la mente, se hace
necesario pues, armarse de paciencia hasta atravesar el territorio de las
creencias establecidas, los conocimientos, el saber adquirido, los
razonamientos intelectuales y las deducciones de nuestra lógica, que
conforman un rompecabezas perfecto del cual es difícil escapar.
El proceso dura un tiempo y es
preciso pararse a observarlo, para no hacerlo más largo, porque cuando se lucha
contra los pensamientos, el resultado es que la mente se mete en bucles
infinitos que se retroalimentan unos a otros y que terminan metiéndonos en un
laberinto sin salida que nos produce más desazón que la inquietud que generó
nuestra pregunta inicial.
Es importante acoger las
respuestas, los argumentos y las deducciones sin oponer resistencia. Entonces
hay un momento que la mente se para y enmudece, ya no hay nada que rebatir, no
hay contrincante, convencida de que ha ganado la batalla, la mente acaba por
retirarse.
Cuando esto ocurre se produce
un cambio apenas perceptible. Un momento de quietud total de silencio de vacío...
y es ahí cuando surge esa otra voz. Siguen siendo conceptos e ideas,
percepciones e intuiciones, que tienen claramente otro nivel, gozan de otras
facultades están en otro estado de vibración más alto, contienen sentimientos y
emociones. Se produce una luz nueva, diferente un entendimiento que va más allá
de la mera comprensión mental.
CONCLUSIÓN
Para el ser humano que transita
los senderos ocultos de su propia naturaleza, que busca dentro de si lo que
otros buscan fuera, que deja que su pensamiento recorra caminos luminosos,
porque sabe que la vida es una promesa constante que trae un pasado y un
porvenir, para el ser humano que sueña y domina los sentidos para que las
dimensiones más allá de su pensamiento investiguen la incógnita de lo que
conoce y presiente, para él, vivir es conocer, saber, buscar y amar lo que se
esconde tras las apariencias fugaces de las cosas materiales, pero que aportan
un amanecer al espíritu o una razón al intelecto.
Este ejercicio que el ser
humano puede hacer de su propia libertad, no se puede valorar, pues le confiere
la responsabilidad absoluta de sus actos, de su pensar y sentir; de él depende
su manera de abordar la vida, cómo vivirla, con qué sentimientos enfrentar los
problemas inherentes a su condición humana.
No podrá tal vez, evitar
algunas situaciones de dolor que se le presenten, pero sí podrá decidir cómo
superarlas y cómo aprender de ellas, integrando ese aprendizaje con la huella
profunda que deja una enseñanza.
Esta nueva perspectiva, más
amplia y generosa, traspasará las barreras de lo efímero y material de cada día
para generar dentro de nosotros una mirada diferente que dará un nuevo sentido
a la vida, sintiendo la verdadera razón de ser.
El motivo de la existencia es
la conquista del amor, y su sentido, es la búsqueda de este amor en todas sus
manifestaciones.
Cada existencia de esta forma
se convertirá entonces, en fuente de aprendizaje, de nuestra propia
personalidad con cada nueva experiencia, en el ámbito familiar y social que nos
rodea, siendo conscientes que de una u otra forma, favorecerán la evolución de
nuestro espíritu, donde el amor y el progreso son la meta y el camino.
Tal vez algún día todos los
seres humanos de este maravilloso planeta llamado tierra, alcancemos ese grado
de conciencia que nos permita estar unos junto a otros manteniendo íntegro
nuestro ser y en plena libertad de elección seamos capaces de sacar la energía
del amor del único lugar donde se puede generar, dentro de nosotros mismos, en
el interior de nuestros corazones.
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