La
vida es sencilla, basta con hacer lo que tienes que hacer, no es
fácil hacer la transición de ser adolescente a ser aprendiz de
adulto.
Lo
que tiene de importante e interesante convertirse en adulto no es
poder beber, dejar de pedir permiso a tus padres para salir de casa
o comprarte un coche. Lo verdaderamente interesante es ser capaces
de transformarnos en los dueños de nuestras vidas, en los
responsables de nuestras decisiones y de nuestras acciones.
De alguna
forma, ser adulto no es otra cosa que escuchar el despertador,
ignorar el deseo de seguir durmiendo y ponerse en pie de un salto
para empezar a hacer las cosas que hay que hacer. Sin excusas. ¿Y
cuáles son las cosas que hay que hacer?
Las
que te hacen feliz, las que crean amor y las que mejoran el mundo.
Para muchas
personas estas tres tareas no tienen conexión, y nadie tiene la
certeza absoluta para decirte la felicidad o el amor por el que
debes esforzarte. PERO SER FELIZ —al igual que amar—
es mucho más que una decisión personal, es un acto de
responsabilidad social.