Para Carl Jung, la pregunta fundamental de la vida tiene que ver con la trascendencia o el alcance que tiene la existencia individual. Cuando esta pregunta no se responde satisfactoriamente, hay un malestar y un vacío que llegan a ser determinantes.
A
partir del siglo XX, cobró gran importancia el cuestionamiento sobre
el sentido de la vida.
La paulatina caída de los valores absolutos, la decepción por la
crueldad humana y la falta de realidades estables alimentaron la
necesidad de ese interrogante -aún vigente en nuestros días-. Por
su parte, el psiquiatra suizo Carl Jung captó esa inquietud
generalizada y lanzó una hipótesis para identificar aquella
pregunta fundamental sobre la vida, que fuera capaz de dotar de
sentido a la existencia.
Para
Jung, era decisivo el sentido de trascendencia del ser humano. En
otras palabras, creía que cada
persona necesita sentir que su vida tiene un sentido, el cual va más
allá de lo inmediato. Que lo que hace en el mundo alcanza un eco,
un impacto sobre la realidad. Además, afirmaba que cuando la vida se
percibe, simplemente, como una suma de momentos, sin mayor dirección
que pequeños objetivos de poca relevancia, aparece la angustia
existencial. La sensación de que todo carece de sentido.
“Entre más un hombre hace énfasis en falsas posesiones, y entre menos sensibilidad tiene a lo esencial, menos satisfactoria es su vida”.
-Carl Jung-
Antes
de la modernidad, las religiones proporcionaban un sentido de
trascendencia a
la vida.
La existencia de las personas no terminaba con su muerte,
sino que se extendía hacia otra forma de vida espiritual, en la que
todo lo que se había hecho era evaluado y premiado o castigado.
Así, con la paulatina caída de las creencias religiosas, el ser
humano quedó como desnudo frente a la realidad. Eso comenzaba a
vislumbrarse en la época de Jung y por eso, él se empeñó en dar
forma a esa pregunta fundamental sobre la vida.
La
pregunta fundamental sobre la vida
Según
Carl Jung, la pregunta fundamental sobre la vida es esta:
la existencia de
una persona en particular ¿está relacionada con algo infinito o
no? Sin
darnos cuenta, la mayoría de nosotros buscamos establecer esa
conexión con lo infinito en nuestra existencia. No siempre somos
conscientes de ello, pero lo hacemos por medio de la actividad
religiosa, el trabajo, las convicciones, etc.
Lo infinito es
aquello a lo cual no se le puede marcar un final.
La vida humana acaba con la muerte. Pero todos sabemos que, más allá
de la muerte de cada uno de nosotros, hay realidades que nos
trascienden. Estaban allí antes de que naciéramos y seguirán allí
después de nuestra desaparición individual.
La religión es
la forma más evidente de hacer ese contacto con lo infinito.
La creencia en un Dios responde a la pregunta fundamental de la vida.
Para los no creyentes, o para quienes ese Dios no tiene una presencia
determinante, las cosas se vuelven más complejas. El infinito
entonces se busca a través de la propia descendencia; los hijos
prolongan la vida. También es posible que se trate de encontrar en
una causa, en el trabajo en torno a algo que se considera esencial,
etc.
La
importancia del sentido de trascendencia
Desde
los albores de la historia, el hombre quiso establecer ese contacto
con lo infinito. Ya fuera por temor, por la imposibilidad de asimilar
la idea de la muerte o como medio para consolidar una autoridad a la
que todos los seres humanos debieran obedecer. También desde
épocas muy tempranas, el amor se
convirtió en la piedra angular
que
daba respuesta a esa pregunta fundamental de la vida.
Sin
embargo, el
ser humano descubrió que si el objeto de su amor era algo o alguien
impermanente y limitado, ese sentimiento estaba condenado a generar
sufrimiento.
En la medida en que el objeto del amor tenga un fin, el sentido de
trascendencia está condenado a morir, como consecuencia de esa
pérdida. Por eso el ser humano creó dioses en todas partes y los
amó. Estos no morían, no era posible privar al hombre de ellos. De
este modo, se estableció un vínculo con lo infinito.
Más
adelante, y con el desarrollo de las ciencias y las artes, para
muchos el concepto de Dios pasó a un segundo plano. Precisamente,
las
ciencias y las artes se convirtieron en un nuevo “infinito”, que
otorgaba trascendencia a la vida de
una persona.
La
importancia de la pregunta fundamental sobre la vida y el sentido de
trascendencia es que otorgan una forma de dicha, que no se alcanza de
ninguna otra manera.
Esto fue expresado por el filósofo Spinoza,
de manera muy lúcida. Al respecto dijo: “Toda
nuestra felicidad o infelicidad depende solamente de la cualidad del
objeto en el que fijamos nuestro amor […] Pero el amor hacia un
objeto eterno e infinito alimenta la mente con una alegría pura sin
rastros de tristeza”.
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