Yo
también quise ser una niña buena… Una buena persona. Me educaron
para ello y me lo creí. Instalé en mi cabeza todo un programa
detallado de creencias de lo que es una buena persona e intenté
cumplirlo. Hasta que estallé y empecé a sentirme mal conmigo misma
y me di cuenta que algo fallaba en el rompecabezas que estaba
construyendo.
Por favor, que se me
entienda, esto no es un alegato para dejarse llevar por la maldad, la
indiferencia, para ser egoísta o pasar del resto del mundo, para
nada… Seamos considerados, amables, respetuosos, generosos y
reciclemos, por supuesto. Esto es una pequeña reflexión sobre la
necesidad de ser desde la consciencia y sin tabús, clichés,
manuales y dogmas de cómo se debe ser… Es un esbozo de lo que
podemos llegar a conseguir si somos capaces de vivir hacia dentro sin
esperar a que lo que está fuera cambie, de empezar a ser nosotros de
lo que esperamos encontrar. Es un pensamiento sobre ser sin tener que
hacer lo que otros quieren o creen que “debemos” y que eso nos
suponga traicionarnos a nosotros mismos y vivir en un desequilibrio
constante…
Esto es sólo
una invitación a ser libres para expresarnos desde el respeto y
actuar según nos dicte nuestra conciencia, sin pisar pero sin para
ello pisarnos, sin callarse pero sin gritar a otros lo que no nos
decimos a nosotros mismos, sin esconderse pero sin tener que
demostrar todo el rato que además de ser, también lo parecemos.
No es lo que hacemos, es desde dónde lo hacemos y qué sentimos por
dentro. No es irse ni quedarse, es
ser. Es estar con uno mismo en paz y a partir de ahí lo que se haga
y cómo se actúe estará impregnado de esa paz y la libertad que
conlleva.
Vuelvo a mi
necesidad de ser una niña buena. Una niña correcta, excelente,
ética, educada, prudente. Una niña ejemplar que acumula méritos y
resultados, que siempre sabe qué hacer y qué decir… No, nada de
eso está mal ni bien, sencillamente es. Seguramente hay personas que
lo cumplen y se sienten libres, pero otras se sienten atadas. Ser
buena persona no es hacer lo que se supone que se debe hacer, va más
allá. Es existir desde la consciencia, estar conectado a uno mismo y
vivir en coherencia. Empezar por
amarse y respetarse y hacer sin imposición…
No es
mejor el que calla y baja la cabeza ante un insulto que el que
responde con un insulto igual o más cruel.
No estamos aquí para recibir insultos, ni agravios, estamos para
levantar la cabeza y saber que nadie nos puede ofender si no nos
dejamos, que el que nos insulta no nos define, se define… Y luego
decidir si es sólo uno de sus malos momentos o si estar a su lado es
más de lo mismo y decidir si vale la pena quedarse o marcharse… Y
decidirlo desde la comprensión, desde la libertad, sin ataduras
emocionales, sin dependencias, sin pensar que si nos vamos nos
quedamos solos, sin aferrarse a nada que sea un sucedáneo de lo que
realmente deseamos y somos… Nadie es mejor que nadie, todos estamos
perdidos por aquí intentado existir y a veces caemos en pozos
oscuros y no sabemos salir… La salida del pozo es en soledad
siempre. O te sacas de ahí o nadie te saca. Habrá mil manos
tendidas a veces, pero la decisión siempre es propia.
Estar con otros para
no estar solo no es ser buena persona, es sentirse nadie, es vivir
desde la carencia de autoestima, desde la necesidad… Y somos más
grandes que eso, merecemos todo el amor que somos capaces de dar,
somos todo el amor que damos y que podemos albergar.
Ser
buena persona es a veces solamente la máscara que nos hemos puesto
para evitar ser nosotros mismos, para negarnos ese derecho que
tenemos a estallar y echarlo todo por la borda, el derecho a estar
tristes y notar ese dolor y observarlo a distancia para reconocer que
en realidad no es nuestro…
Es la excusa que nos
hemos puesto para no vivir ese miedo que llevamos postergando y que
ya toca afrontar de una vez por todas. A veces, nos tragamos el asco
que nos da callar o bajar la cabeza y luego la náusea nos revienta
dentro, nos retuerce el alma… Y eso no es ser buena persona, es
hacerse daño a uno mismo y vivir dándose la espalda. Es dejarse a
medias, es dejarse sin postre, vivir sin vivir, esclavizarse…
Ser buena
persona es tenerse en cuenta y respetarse para así respetar a los
demás desde la propia coherencia, desde el amor y no desde la
necesidad, desde la honestidad, desde la grandeza de haber encontrado
lo que te hace estar cómodo contigo.
Lo demás es máscara,
es ego disfrazado de prudencia, es una sonrisa de joker dibujada
sobre unos labios llenos de amargura y un rostro repleto de lágrimas…
Es ese llanto alojado en la garganta que no te deja gritar, ni decir
palabra cuando sientes que te venden, que te llevan al matadero de
alegrías, es un no expresar lo que sientes y lo que eres… Un no
vivir.
Yo también quise ser
una niña buena, formal… Una buena estudiante, una bailarina
perfecta, una princesa perfecta…
¿Cómo iba a ser
buena si no era buena conmigo? ¿Cómo iba a ser buena si ni siquiera
me conocía? Si no sabía qué soñaba ni deseaba porque estaba
ocupada siendo el sueño de otros, el sueño de lo que se supone que
sueñan las niñas buenas y consideradas, las niñas que cumplen con
un expediente inmaculado…
Aunque yo
siempre fui rebelde y nunca quise ceñirme a nada… Apretaba la
mandíbula y rechistaba entre dientes, gritaba por dentro mientras
almacenaba rabia en la garganta… Tanta rabia, tanta ira, tanto
dolor… Necesitaba golpear al mundo al que detestaba por tanta norma
y me golpeé a mí misma… Y no conseguí nada… Y después de
probar mil años a ser buena, un día vomité todo ese dolor y
grité como una loca, basta… Y se cayó un pedazo de cielo y una
ola inmensa me dejó desnuda y cansada… Aunque
parezca mentira, ese fue mi primer gran acto de bondad hacia mí
misma y el primer gran acto de bondad hacia el mundo…
Nadie
da lo que no se da y cuando lo da siempre se le devuelve.
Nadie
puede compartir lo que no es ni tragar dolor por ser aceptado o
considerado por nadie.
Para amar al
mundo hay que aceptarlo tal y como es aunque no nos guste primero …
Para amar al mundo
hay que aceptarnos y amarnos a nosotros mismos primero tal y como
somos aunque a veces no sea fácil.
No hay manual para vivir, somos
nuestra propia inspiración, pero para poder escucharnos hay que
conectarnos a nosotros y desconectar de todo aquello que nos recorta
y manipula.
Yo también
quise ser una niña buena y ahora sólo intento ser una persona
coherente… Amarme y respetarme siempre. A veces no lo consigo,
pero cuando pasa, desde la
coherencia es mucho más fácil ser amor, dar amor, compartir amor.
Mercè Roura
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