Las emociones son reacciones ante
los pensamientos. Estas sensaciones aparecen en su cuerpo y provienen de cómo
utilice su mente. Las emociones no son cosas que sencillamente suceden; son
elecciones que usted hace.
Si su cuerpo se ve atormentado por
respuestas emocionales malsanas como sentimiento de culpa, enojo, preocupación,
miedo, timidez y ansiedad, tiene que examinar el proceso de pensamiento que da
soporte a dichas sensaciones. Las reacciones fisiológicas ante estas emociones
incluyen alta presión sanguínea, rubor, aceleración respiratoria, aumento del
ritmo cardíaco, sensación de tener un nudo en el estómago, úlcera, erupciones y
la tendencia a morderse las uñas, entre otras.
Puede identificar sus emociones en
el plano físico mediante la observación. Pero también tiene que saber que el
sistema de soporte de estas reacciones es su elección de pensamientos. Si está
entregado a los pensamientos malsanos estará produciendo respuestas emocionales
malsanas que provocarán en su cuerpo un estado de ansiedad y desasosiego.
La verdad es que usted es por
completo responsable de lo que piensa. El mundo no gobierna su mente, ni
tampoco su cuerpo gobierna sus pensamientos. Es al revés. Quien está al mando
es el cerebro, puro, y que está en paz.
A los pensamientos malsanos —como
los prejuicios, los pensamientos libidinosos, el espíritu de contradicción, los
pensamientos adictivos y los comparativos— puede observárselos y luego dejarlos
marchar. Sencillamente obsérvelos llegar y luego decida no centrarse nunca más
en ellos.
Esta sencilla fórmula es el secreto
para crear en su cuerpo reacciones emocionales que manen del amor, la
aceptación, la paz, la tolerancia, la comprensión, la bondad y el perdón. Estos
pensamientos de pureza, dictados por su yo superior, provocarán las reacciones
emocionales del contento, la homeostasis, el equilibrio, el júbilo y la calma.
Por lo tanto, para purificar sus emociones, usted tiene que purificar sus
pensamientos y luego observar mientras les da la vuelta a esas antiguas
reacciones emocionales malsanas a las que se ha acostumbrado llamar herencia.
Hubo una época en la que yo esperaba
recibir reconocimiento cuando hacía un regalo. Si no recibía el agradecimiento
que esperaba, me sentía molesto y acusaba interiormente al ingrato
destinatario. Podía advertir los cambios corporales que provocaban mis
pensamientos.
En la actualidad, escucho a mi yo
superior, y soy capaz de dar de forma anónima. Mi yo superior me hace dar por
la sola razón del deseo de ayudar. Ya no doy para recibir algo a cambio. Mis
pensamientos a este respecto están purificados, y por lo tanto todas las
reacciones emocionales de enojo y frustración han sido reemplazadas por una
sensación de equilibrio y bienestar.
De modo similar, he extirpado la dolorosa
reacción emocional de los celos. En lugar de permitir que mi ego esté al mando,
me vuelvo hacia mi yo superior en busca de guía. Ya no me digo a mí mismo que
debería sentirme desairado cuando alguien obtiene más de lo que yo tengo.
Consulto a mí yo superior y observo mis pensamientos en silencio. Desde ese
lugar estratégico, veo que el amor es lo que puedo enviarles a todos aquellos
que están en este planeta conmigo, independientemente de las apariencias o
diferencias externas.
Tenga presente que el ego es una
pequeña parte de usted mismo, la cual ha asumido el mando en su intento de
protegerle con su falsa idea de que usted es sólo un cuerpo. A partir de esta
imagen incompleta de su totalidad, el ego fomenta reacciones emocionales
malsanas así como comportamientos del mismo jaez.
Mientras avance por el sendero de su
yo espiritual, tenga presente estas palabras de mi maestro Nisargadatta
Maharaj:
Cuando sabes más allá de
toda duda que la vida fluye a través de todo lo que existe y que tú eres esa
vida, lo amarás todo de manera natural y espontánea. Cuando te das cuenta de la
profundidad y plenitud del amor de ti mismo, sabes que todos los seres vivos y
el universo entero están incluidos en tu afecto. Pero cuando miras cualquier
cosa como algo separado de ti, no puedes amarlo porque le tienes miedo. La
alienación provoca miedo y el miedo hace más profunda la alienación.
Esta alienación a la que se refiere
Maharaj aparece como el estrés y las reacciones físicas que llamamos emociones
malsanas. Memorizar este pasaje del libro Am
That (Soy eso) le ayudará a volverse hacia la pureza emocional. De ello
obtendrá un comportamiento nuevo y puro.
WAYNE W. DYER: Tus zonas sagradas
No hay comentarios:
Publicar un comentario