Es posible que en el pasado te hicieran daño y, desde
entonces, no has vuelto a abrir las alas de tu libertad. Debes hacerlo para
demostrarte que puedes sentirte bien contigo mismo.
Siempre encontraremos habilidosos en cortarnos las alas y
ante los cuales estamos obligados a reaccionar: porque nacimos para volar alto,
no para ser cautivos de cárceles ajenas.
Libertad es sinónimo de respeto y de otra igual de
hermosa: convivencia.
A pesar de que todos tenemos muy claro lo que significan
estos dos términos, en ocasiones, los confundimos o peor aún los orientamos
según necesidades propias, según egoísmos privados.
Si pensamos en ello con detenimiento, nos daremos cuenta
de una cosa: en nuestro día a día abundan en exceso los “cercenadores de alas”.
No hablamos solo de esas personas que vulneran los
derechos y la autoestima de sus parejas. También hay familias que cortan las
alas de sus hijos y les impiden crecer en madurez y autonomía.
También las empresas y muchas organizaciones limitan el
potencial de sus trabajadores al preferirlos dóciles y obedientes, parte de un
sistema donde lo atrevido, la creatividad y la innovación son sinónimo de
riesgo y no son bien recibidos.
Vivimos, sin duda, realidades muy complejas que minan,
poco a poco, nuestro crecimiento personal, al que todos tienen derecho… aún de equivocándose.
No los convenzas a ellos, convéncete a ti mismo de que
puedes lograr lo que desees. Y si en algún momento alguien osa agredir tu
dignidad, robarte la libertad o hacerte creer que no tienes valor, huye...
Pon distancia de la pareja que te arranca las alas para
obligarte a residir en sus universos personales, ahí donde dejar de pensar por
ti mismo, donde quedan prohibidas las opiniones y el derecho a crecer
personalmente.
Rebélate frente a la familia que te impide ser tú mismo,
que te impone creencias, juicios de valor y exigencias que no van contigo.
Protégete de esos trabajos donde también te cortan las
alas, donde no puedes demostrar lo que vales y donde te convierten en una pieza
más de un engranaje que, día a día, te trae infelicidad.
Hay personas que en el pasado lucieron unas alas
preciosas y espectaculares….
Sin embargo, debido a una mala experiencia, a una
relación traumática o una pérdida, nunca más han vuelto a desplegarlas..
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