PRINAL
Todo tiene un
principio,
un instante en el que
algo cambia,
en el que algo se
crea
y empieza a brillar,
y por consecuente
todo tiene un final,
el momento en el que
algo se rompe,
se apaga y se
desvanece.
Y entre medias está el tiempo,
que nos acompaña en
cada paso,
es el instante en sí,
y el encargado de
enturbiar nuestros sentidos
para que no nos demos
cuenta
de que nos alejamos
del principio
y nos acercamos al
final cada día un poco más,
el que se encarga de
que olvidemos
lecciones aprendidas,
que descuidemos esa
flor tan delicada...
el tiempo...
Nuestro bien más
preciado,
y a la vez nuestro
mayor enemigo.
Hoy crearé un nuevo
concepto al margen
del tiempo,
una quimera entre el
principio
y el final: Lo
llamaremos Prinal
Ese momento en que te
has alejado
lo suficiente del
principio
pero aún estas
también muy lejos del final,
el momento en el que
el tiempo
se detiene y el
universo deja de expandirse.
Seria increíble vivir
en un beso...
no dejar que el
tiempo
ni los hechos que
estén por venir
oxiden nuestro
momento,
no dejar que la
distancia separe nuestros labios
pues eso tan solo
ocurre cuando
nuestros dientes
chocan
en una fracción de
segundo...
pero es eso...
una fracción de
segundo en la que acto seguido
todo se vuelve a
detener
e incluso los
sentidos de la vista
y el oído se funden
con el tacto,
el olor y el gusto.
Pero por suerte o por
desgracia
Prinal sucumbe al
tiempo
y todo vuelve a rodar
exponiéndose a la
maravilla
de la incertidumbre,
de ese cambio
continuo
que no sabemos donde
nos lleva
ni que cosas
cambiara, desvanecerá
o creará.
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