Nuestra
vida es mucho más de lo que podemos percibir, tiene una profunda trascendencia
y todo lo que en ella sucede tiene una razón de ser.
Cuando
decimos que todo llega a su preciso momento, hablamos de que las cosas no suceden
justo cuando queremos que ocurran, las cosas llegan cuando estamos preparados
para recibirlas, nunca antes, ni después.
Esto no
quiere decir que nos quedemos sentados esperando a que todo mágicamente llegue
porque así está escrito o predestinado, más bien quiere decir que trabajemos y
nos preparemos energéticamente para que las cosas ocurran, para propiciar ese
momento perfecto.
Es muy
distinto trabajar por algo que uno desea conseguir que aferrarse y lamentarse
por la idea de no tenerlo, en ese momento las energías juegan en contra y
comenzamos a materializar más cosas asociadas a la frustración y el
sufrimiento, que a lo que deseamos lograr.