NADA
ES PARA TODA LA VIDA
Entender las dinámicas de la vida,
con sus cambios, con sus finales de etapa, con sus cierres de ciclo,
con eliminar de nuestra vida lo que ya no nos es útil, es una clave
que nos permite alejarnos del dolor innecesario y lo más
importante, que nos permite disfrutar con plenitud de todas las
personas y cosas que forman parte de nuestra vida.
El no querer poseer nada, no tiene
nada que ver con no amar, con no cuidar, con no responsabilizarnos o
con no preferir, el no querer poseer nada, porque nada nos pertenece
va unido al amor en libertad, con la consciencia de que nada es
eterno y que cada una de las cosas debemos valorarlas y disfrutarlas
en el momento presente, sin la angustia de que las cosas cambiarán
y sin pensar que tenemos que idear estrategias para retener algo,
solo viviendo y dando lo mejor de nosotros en cada momento,
haciéndonos conscientes de la felicidad que cada experiencia nos
aporta.
La vida misma, como la conocemos,
es totalmente efímera, sabemos que es corta, pero ni siquiera
sabemos como de corta será para cada uno de nosotros, si tomamos
conciencia de ello, lo mejor que podemos hacer es disfrutar de cada
minuto que tenemos, que vivimos, dar todas las sonrisas que podamos,
dar todos los abrazos que queramos y decir todos los “te quiero”
que tengamos y ver con detenimiento nuestras emociones y grabarlas
conscientemente en nuestra memoria, apreciar, valorar y agradecer el
hecho de vivir.
Cuando interiorizamos que todo
cambia, que todo tiene un fin, se nos hace más sencillo atravesar
duelos, afrontar pérdidas, aceptar cambios. El resistirnos o
negarnos siempre nos generará un desgaste físico, energético y
mental importante y además no cambiará la situación, exceptuando
que nos generará más dolor.
Soltar, dejar ir, aceptar nos
permite sabiamente continuar con nuestra vida de la mejor manera,
nos permite avanzar sin las cargas generadas por el apego a las
personas y a las cosas, que no es más que una expresión del amor
muy limitada, que siempre si no es así uno corre el riesgo de
sufrir, si no lo controlamos, terminamos siendo controlados por él,
así que lo ideal es con el mayor amor del mundo aprender a no
identificarnos con los pensamientos o emociones que deriven de ese
sentimiento de posesión de personas y cosas que es tan humano y
estar lo más conscientes posibles para proyectarnos siempre desde
nuestra esencia.
Lo que realmente trasciende está
justamente ligado a nuestra esencia, a lo que somos y sentido desde
esa esencia, sí podemos entender que el amor, el real, el
incondicional, poco tiene que ver con ese que decimos sentir en la
mayoría de nuestros afectos, el amor autentico el que nace en
nuestra esencia, nunca muere… permanece grabado en nuestra alma
para conservarlo eternamente.
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