VIVES DE ALQUILER EN TI MISMO
Somos víctimas de
nosotros mismos. De nadie
más… De nada más.
No
somos lo que nos pasa, somos la forma en que decidimos afrontarlo y
la enseñanza que sacamos de ello. Las palabras que usamos para
contarlo, la música de fondo que le ponemos mientras imaginamos las
soluciones y las personas en quiénes nos convertimos al vivirlo.
Somos
víctimas de nuestra arrogancia, de nuestra necesidad de demostrar,
de ser aceptados y valorados desde fuera… Somos el resultado de
nuestra ignorancia sobre los millones de posibilidades de ver el
mundo con otros ojos que no sean los nuestros o que sean los nuestros
sin estar asustados… Somos
la presa de nuestro temor a no ser amados y estar solos.
Somos
capaces de rebajarnos hasta convertirnos en una reducida versión de
nosotros mismos que sea aceptable para los demás y nos traiga un
sucedáneo de amor que mostrar al mundo… Fingimos
ser para poder fingir ser amados, para vivir en una ilusión de vida
que no existe.
Como
si fuéramos esclavos de nuestra propia mirada, de nuestra
incapacidad por plantearnos alternativas a la realidad que creemos
conocer… De
nuestra negativa constante a no querer cuestionarnos los cimientos
sobre los que hemos construido nuestros sueños y nuestra
personalidad… Para no tener que descubrir que vivimos en un engaño
y hemos estado intentando cambiar algo que no nos correspondía.
No
hay nadie más que nosotros que pueda hundirnos o hacernos
tambalear. No,
si no le dejamos, e incluso así podemos blindarnos y decidir que no,
que no aceptamos esa opción… Aunque no sea fácil. No lo es porque
además no nos han educado para ser capaces de darnos cuenta de eso.
Nos han dicho que siempre debemos buscar culpables fuera de lo que
nos pasa a nosotros en la vida y cargar una gran culpa por no ser
cómo los demás creen que debemos ser. El caso es no asumir
responsabilidades y pensar que es el mundo el que va a tener que
cambiar mientras nosotros nos dedicamos a juzgarlo y esperar a que
sea distinto gracias a nuestro sufrimiento.
El
sufrimiento es inútil. No sólo no sirve para hacernos dignos de
nada, porque ya lo somos de todo, sino que además, se acumula y lo
corrompe todo para acabar dando frutos amargos que conllevan más
sufrimiento.
El
mundo que vemos es un reflejo de nuestro mundo interior… No es
lo que te pasa, es lo que eres
Sólo
vemos lo que conocemos, lo que llevamos dentro… El mundo es un
reflejo de lo que somos… No es lo que te pasa, es lo que eres, la
forma en que miras, lo que esperas ver…
Si
sales a la calle con ganas de pelea, te peleas. Si sales con ganas de
risa, te ríes. Si te sientes pequeño, todo a tu alrededor será
grande… Si vas por la vida dando, recibes. tal vez no de la persona
a la cual le diste, sino de otra que no esperas. Si te sientes
miserable, habrá quién te pise, porque seguramente ha salido a la
calle con ganas de pisar para demostrarse que puede. Si te sientes
culpable, recibirás un castigo imaginario. Si sales a perdonar,
recibirás perdón.
A
veces, nos desgarramos y herimos tratando de modificar la realidad,
cambiar ese mundo que no responde a nuestras expectativas, darle la
vuelta a lo que nos rodea, porque nos da mucho miedo mirar en nuestro
interior y mucha pereza intentar entenderlo.
Y
nada de eso sirve de nada. Sólo respirar hondo y sentir que tienes
que moverte y fluir con lo que realmente eres. Vivir de acuerdo a lo
que eres… Después de sacar de ti cualquier limitación que lleves
arraigada y prendida en la conciencia que te haga creer que nada de
lo que quieres en la vida es posible. Lo demás es una excusa
que todos usamos para poder soportar no movernos, no actuar, no ser,
no sentir, ceder nuestro verdadero poder y vivir la vida que otros
nos han dibujado.
Cuando
se acaban las excusas, sólo quedas tú. La soledad absoluta de quién
ha huido durante siglos de sí mismo. De quién ha evitado volver a
casa y limpiar el polvo y abrir las ventanas… Una casa tan
abandonada que te esfuerzas en no reconocer… Aunque sólo hay una
opción, mirar dentro de ti y empezar a entenderte.
Siempre
cambiamos cuando no hay más remedio y la vida nos duele tanto que
nos pone un ultimátum. O
tú o la nada. O construir de nuevo o ver cómo cae sobre ti…O
dejar de sufrir o dejar de ser.
A
veces, te das cuenta de que cada día haces mil cosas que te alejan
de ti sin apenas pensarlas y madurarlas, pero no sabes cómo parar
porque es como si no fueras tú, como si alguien hubiera conectado un
piloto automático cuando tú no estabas… Mientras estabas ocupado
intentando ser alguien que no eras para encajar en un mundo al que en
realidad no querías pertenecer, el desánimo y las desesperanza se
apoderaron de ti y te convirtieron en un robot.
Es
lo que pasa cuando uno se ausenta de sí mismo, otros ocupan su
lugar… Y viven una vida que no tiene nada que ver con la que
tú sueñas… Se acomodan en tu sofá y se calientan ante tu
chimenea. Se sientan a tu mesa y comen tu cena… Duermen en tu cama
y sueñan tus sueños…
Siempre
hay alguien que sueña por ti.
Tiene
tu cara y lleva tu ropa, es una versión de ti rota y anestesiada de
tanto pensar siempre lo mismo y no encontrar salidas.
Alguien
que decide por ti cuando tú no decides. Y siempre decide lo mismo,
de la misma forma, en el mismo lugar, en bucle, en círculo, sin más
remedio.
Alguien
que vive por ti lo que tú no vives…Ni lo notas, ni lo sientes.
No
te engañes. No es culpa de nadie. Ni tuya ni suya. Es tu
responsabilidad.
Si
fueras un tren, no tendrías maquinista y no podrías parar en tu
estación favorita.
Si
fueras una casa, no tendrías puerta y podría entrar quién quisiera
para vivir en ella y ocupar tu lugar.
Si
fueras tú con plena consciencia, ahora verías que has dejado de
serlo durante demasiado tiempo.
Lo
has hecho tanto, que tal vez, ahora te das cuenta, nunca has sido tú
realmente, porque siempre has estado condicionado por llegar a una
idea de ti que tomaste prestada, que te dijeron que era correcta.
Y
ahora descubres que para ser quién eres de verdad, en realidad,
tienes que dejar de ser tú… Esta persona que habita tu casa y tu
cabeza… Esta que llora por lo que tú has pensado que daba pena y
ríe por lo que pensabas que hacía gracia… Esta que ha subido
montañas y atravesado caminos como si fueran tus caminos, esta que
ha amado pensando que amaba lo que tú amabas.
Para
llegar a convertirte en esa que no conoces porque desde que eras niño
no la has dejado salir a volar por miedo a caer y no dar la talla.
Acumulas
mucho trabajo pendiente, mucho.
La
ventaja es que esto ya no depende de nadie más que ti. Y
que ahora, lo que descubrirás que quieres cambiar no es ese mundo
rebelde que por más que quisiste transformar no podías, sino la
forma de mirarlo y sentirlo… Tu voz interior, tus emociones, tus
manera de abrazarlo y vivirlo… La forma en que lo hace esa persona
que duerme dentro de ti esperando que la despiertes.
Siempre
hay alguien que sueña por ti… Una versión dormida de ti mismo que
no aspira a nada más que existir y que no tiene más sueño que el
de sobrevivir y seguir ocupando un espacio .
Aunque
no has querido verlo, lo sabes, porque has encontrado pistas que
lo hacen evidente… Vives
de alquiler en ti mismo.
Has
perdido el poder sobre tus decisiones… Has arrendado tu vida y nada
de lo que sientes es del todo tuyo…
¿Hasta
cuándo?
Mercè
Roura
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