CANTO DE
COMPASIÓN
Visualiza
un prado de altas hierbas
y
en sus lindes un bosque se descubre.
Siente
la vibración de la madre Naturaleza
como
te abraza y te nutre.
En
el bosque, un árbol centenario.
Desde
su copa de hojas brillantes
los
rayos del sol se filtran hacia abajo
descendiendo
por las ramas hasta acariciarte.
Abraza
el árbol, siente la savia.
Como
corre la vida, como a través de los años
creció
ante la sequía, fuertes vientos, las heladas.
Siéntete
uno con Él, armonía celebrada...
y
yo te pregunto : “¿Podrías hacerle daño?”.
De
entre la tupida floresta
surge
majestuoso el Rey del Bosque
y
acercándose hasta ti, cabeza regia,
te
saluda el Ciervo, gesto noble.
Mira
a los ojos de la mágica belleza.
En
Él no hay dualidad ni engaño.
Abrázalo
y hazte uno con su presencia,
siente
el latir de su corazón, su esencia.
Y
yo te pregunto : “¿Podrías hacerle daño?”.
Caminas
hacia el lago que te llama.
Se
refleja la Luna, espejo de plata.
A
tu alrededor las aves cantan.
Se
llenan de vida la límpidas aguas.
En
su seno la vida que se multiplica,
sumérgete
y hazte uno con el lago.
Eres
gota de agua que la luz irisa.
Te
sientes seguro, ya no tienes prisa.
Y
yo te pregunto : “¿Podrías hacerle daño?”.
Y
de los arbustos surgen a la luz
el
Anciano, el Niño, la Mujer, el Hombre.
La
tribu reconoce el que eres Tú.
Miras
a los ojos del rostro de bronce.
Tu
eres el Niño, abre tu camino.
Abrázate
y cuida tu vibrar de Anciano.
Tu
eres el Hombre, sigue tu destino.
Tu
eres la Mujer, ama los sentidos
Y
yo te pregunto : “¿Podrías hacerte daño?”.
A.BARO
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