MOMENTOS MARAVILLOSOS QUE NO DISFRUTAMOS
Cada día de vida encierra momentos maravillosos de los que no siempre somos conscientes. Un día de los que llamamos “normales” está lleno de situaciones llenas de significado y que a veces convertimos en rutinas sin sentido cuando no pasamos por ellas con los sentidos cerrados.
Felicidad es una
palabra tan grande que parece evocar solo a los grandes
acontecimientos o logros. Así, como esos instantes no son
frecuentes, pensamos entonces que tal felicidad se sirve de manera
espaciada en dosis muy grandes, solo así. Sin embargo, puede que
estemos equivocando el enfoque.
Quizás
la felicidad no
está en lo extraordinario, sino en muchos momentos cotidianos que a
veces dejamos pasar sin más.
“La
grandeza de una persona se puede manifestar en los grandes momentos,
pero se forma en los instantes cotidianos”.
-Phillips Brooks-
Cualquier día
de tu vida está repleto de pequeños milagros.
Sin embargo, parece que por cotidianos o por predecibles no tienen
derecho a contar. En cambio, enfocados desde otra perspectiva tienen
el poder de transformar la
vida en una cadena de instantes mágicos. Enseguida
te presentamos un inventario de esos hechos maravillosos que están
ahí todos los días,
al alcance de tu mano.
El primero de los momentos maravillosos: despertar a un nuevo día
Casi
nunca nos detenemos a pensar en
lo corta que es la vida.
Dentro de los millones y millones de años que tiene el universo, a
nosotros nos corresponde solo una ínfima parte que, por lo general,
está entre 60 y 80 años. Parecen muchos, pero en verdad son muy
pocos. Y buena parte de las personas solo caen en la cuenta de ello
cuando queda poco tiempo para el fin.
Cada día
de vida es en realidad un
pequeño milagro.
Si despiertas bajo un techo y puedes incorporarte para comenzar una
nueva jornada eres muy afortunado. Hay muchos que no tienen ese
techo, o que no pueden levantarse de la cama. Tienes la vida, tienes
una vivienda para resguardarte y la salud necesaria para ponerte en
pie. Son hechos maravillosos que no deberías dejar de reconocer.
Comer y nutrir tu cuerpo
Comer es mucho
más que poner alimentos en tu boca. Desde
tiempos inmemoriales la comida es
también un acto de concordia, de paz.
Un evento en el que muchas culturas invocan a su divinidad para darle
gracias. Un momento para compartir con todas aquellas personas que
son importantes para ti.
Comer
es también un placer sensual. Involucra tu vista, tu tacto, tu
gusto, tu olfato y a veces también tu oído.
Por más humilde que sea una cena, siempre involucra una suerte de
dicha, porque significa llenar una carencia. Comer en la mesa con
otras personas puede ser uno de esos maravillosos placeres que pueden
estar ahí, en tu día a día, y que sin embargo no aprecias.
Mirar a una persona que amas
Cuando la muerte
nos quita a los seres que amamos descubrimos que tal vez dejamos
pasar muchos momentos a su lado, sin darles la importancia que
merecían. Es
bueno que cada día de la vida recordemos que tenemos personas a las
cuales amar y que el tiempo que tenemos junto a esas personas es
limitado.
Verlas con vida
es por sí mismo un regalo, una de esos instantes maravillosos que a
veces dejamos pasar. Si
tomas apenas un par de minutos para mirar a esa persona, para hacerte
consciente de todo lo que sientes por ella, te darás cuenta de que
tu existencia está llena de sentido y
que el amor es un obsequio que la embellece.
Trabajar para aportarle al mundo
El
trabajo es el espacio en el que tienes la oportunidad de ser
productivo. No
importa que se trate de un oficio humilde o no muy notorio. Trabajar
es una muestra de carácter, de honradez y de decencia.
En el trabajo se
generan varios de los momentos más maravillosos de la vida. Incluso,
si no estás a gusto con él, tolerar la rutina y cumplir con tus
deberes le dan brillo a tu carácter y
sentido a tu existencia. También desde allí diseñas y rediseñas
tu proyecto de vida, por eso tiene un gran valor, tanto para ti como
para la sociedad en general.
Dormir para soñar
Solo
quien ha padecido de insomnios interminables sabe que dormir es un
lujo que no todo el mundo puede darse.
Dormir profundamente es de verdad un placer indescifrable. Una forma
de autocuidado que tiene un equilibrio frágil y que, a la vez, está
en la base de una buena salud.
Cuando puedes
dormir y sueñas, tus emociones se equilibran, tu cuerpo se renueva
y, de hecho, te vuelves más inteligente: asimilas con mayor
facilidad los nuevos contenidos y fijas lo que aprendiste en la
jornada anterior. Poder
dormir también es uno de esos pequeños milagros cotidianos a los
que no siempre les damos el valor que tienen.
Como ves, cada
día está lleno de momentos maravillosos.
Que muchas personas los desprecien y los ignoren no significa que no
tengan en sí mismos un gran valor. Quizás, si aprendes a descubrir
la maravilla escondida en esos momentos cotidianos también aprendas
a hacer de tu vida algo más que una rutina. Esa que lejos de
grabarse en tu memoria deja la misma huella que el viento en calma en
el rostro.
El maravilloso cerebro emocional de las personas resilientes
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