EJERCE DE TI
MISMO
Es curioso como
cuando crees que has dado un paso de gigante, la vida te demuestra
que todavía no sabes nada… Que todo lo andado es aún un corto
trecho comparado con lo que te falta…Y entonces, debes parar para
darte cuenta de muchas cosas que no ves porque estás empeñado en
tomar velocidad y llegar antes… Cuánto más te apuras, más lento
va todo… La
velocidad de los cambios en tu vida es inversamente proporcional a tu
desesperación, tu necesidad y tu impaciencia…
Estamos
en un momento en el que se valora poco la pausa, porque todo va muy
deprisa y nos sentimos increpados para actuar, sea como sea. Sin
embargo, hay ocasiones en las que si no paras y tomas conciencia, es
como si deshicieras el camino andado y te perdieras a ti mismo. No
sólo importa el para qué haces las cosas sino desde dónde las
haces… Si te interesa sólo llegar o qué estás dispuesto a dejar
por el camino.
Llevo
días dando vueltas a todo lo aprendido y buscando la pieza del
rompecabezas que me falta… La que soy capaz de descubrir hoy y
ahora y que ayer no veía porque no sabía lo suficiente para verlo…
A veces, en cuestión de horas ves la luz que antes estaba oculta. Me
faltan aún muchas más piezas, puede que incluso tenga que pasar
pantalla y cambiar de rompecabezas. Eso pasa, en este camino de
autoconocimiento, cuando llegas a lo que creías que era la
cima, descubres que era solo un campo base y que antes de poder
subir, tienes que bajar mucho todavía a un inframundo donde nada es
lo que parece.
Ahí
dentro, a plena consciencia, hay instalado una especie de juego
de espejos donde lo pequeño se deforma y parece enorme y lo grande
se distorsiona hasta rodearte y casi desaparecer. Algunas sensaciones
te envuelven tanto que empiezas a vivir en ellas y te olvidas de que
están allí, pendientes de sentir y entender. Como si al meterte en
el bosque olvidaras a dónde quieres llegar porque te quedas sumido
entre la maleza… Como si creyeras que eres el bosque y siempre has
estado ahí.
El
caso es que he topado con mi falta de coherencia… Casi
me duele al escribirlo, lo admito, pero creo que la única forma de
superarlo y continuar es admitir y aceptar… ¿Cómo
no lo he visto antes? tal vez porque he vivido inmersa en ella,
nadando en ella, creyendo que lo habitual es sueño, confundiendo la
comodidad con la felicidad. Analizándolo todo desde la razón sin
recordar que esto va más de sentir que de pensar.
Con
la sensación de que empecé este camino para ser feliz y en algún
momento me lié un poco y ahora sufro por no llegar a una meta
que no es mi meta. A menudo, tomamos metas prestadas y soñadas por
otros porque no confiamos en las nuestras, pero no porque no sean
válidas sino porque no nos valoramos a nosotros mismos.
Somos
muy incoherentes y ni siquiera nos damos cuenta porque nos pasamos
gran parte del día sin ser auténticos. Hemos interiorizado
tantas rutinas y hábitos que ponemos el piloto automático para
poder centrarnos en lo que creemos es importante o en lo que más nos
preocupa. A veces, lo que más nos angustia no existe más que en
nuestra mente y puede que no llegue a pasar nunca, pero nos gusta
imaginar que pasa porque así nos ponemos la zancadilla a nosotros
mismos… Crees que ya sabes mucho sobre ti y te sorprendes
saboteándote y entrando en un bucle de pensamientos
absurdos y lúgubres…
Hacemos
un trabajo intenso para conocernos y repasamos cada detalle pasando
por alto todo eso que hacemos de forma inconsciente y que constituye
un alto porcentaje de vida diaria, casi un 90 por ciento…Vivimos
fuera de nosotros y dejamos que la rutina decida a donde vamos…
Dejamos que el ego se adueñe de nuestros pensamientos y dicte
nuestro diálogo interior…
Lo
digo porque puedes pasarte meses o años sacando de ti el lastre de
las creencias limitantes que llevas instaladas y no caer en la cuenta
de todas las pequeñas costumbres que se derivaron de ellas y que aún
siguen vigentes en tu vida.
Te
amas mucho más a ti mismo, pero sigues recortándote las alas cada
día en pequeñas decisiones que tomas porque siempre lo has hecho
así y no les prestas atención…
Algunas
de esas cosas se cambian al tomar decisiones importantes y hacer
grandes renuncias o como consecuencia ineludible de ello. Otras, las
seguimos llevando a cabo sin percatarnos de que pertenecen a otra
persona, esa que éramos antes de tomar las riendas de nuestras vida…
Esa que eres cuando no te dejas llevar por el miedo, por la angustia,
sin todas la capas de piel que te pusiste para protegerte y que no te
permiten sentir nada…
Es
como si hubieras abolido la norma, pero aún quedaran por ahí las
señales de tráfico que la hacían posible y no las viéramos por la
costumbre de ir viajando por la vida con el piloto automático sin
fijarnos en nada…
Como
un volver a empezar en todo y buscar la coherencia entre lo que
piensas ahora y lo que haces…
¿Estás
dispuesto a revisar tu vida para ver si te pillas en falso?
El
trabajo por hacer es inconmensurable… No sólo se trata de
desaprenderlo todo sino de instalarse un software nuevo y
aprender cómo funciona para no dejar que cuando nos venza el
cansancio y la tentación nos invite a recuperar el antiguo…
Vivimos
asustados y las personas asustadas se convierten en autómatas del
ego, miran con los ojos prestados y evalúan con la avaricia del que
teme perderlo todo, aunque a veces no lo parezca. Decidimos
no ir a un lugar donde nos invitan y nos decimos a nosotros mismos
que es porque no nos apetece, cuando en realidad, lo que rehuimos es
ponernos en según qué situaciones porque nos asusta fallar,
fracasar, no estar a la altura…
Deberíamos
revisar cada acto en que nos implicamos para descubrir si lo
hacemos desde el amor o desde el miedo. Si
nos estamos escondiendo o no. Si nos exponemos para demostrar algo,
si nos enfadamos porque nos toca la fibra, si nos vence la rabia o la
envidia o por el contrario, nuestra decisión es sana y sincera y
tomada desde la convicción de alguien que escoge su vida.
Si
nos da por aceptar aún cosas que no merecemos. A pesar de saber que
somos dignos de amor y respeto y haber trabajado mucho para
respetarnos… ¿Aceptamos chantajes? ¿permitimos que no nos traten
con bien? ¿hacemos cosas que no deseamos para ser aceptados?
Vale
la pena revisarlo, por si aún estamos usando palabras viejas y
tristes en nuestro nuevo yo positivo y motivado…
Si
tratamos a los demás como queremos que nos traten o a veces aún
pensamos que nos tienen manía o hay una conjura contra nosotros…
Si atacamos antes de ser atacados porque nos preocupa ser vulnerables
cuando esta etapa ya está superada…
Tengo
que darme cuenta de si guardo cosas viejas es realmente para volver a
usarlas porque son útiles o porque me agarro a ellas… Si
vivo con apego o si fluyo… Da
igual si son recuerdos o ropa usada que ya no van conmigo. Si
almaceno lo gastado y no libero espacio para dar paso a lo nuevo…
Si
me impongo pequeños castigos por culpas que arrastro desde que era
niña y me sentía un estorbo… Si
cuando voy a casa de según quién o entro en según qué lugares aún
me tienta esconderme en el rincón para pasar desapercibido… ¿Qué
arrastro aún? ¿no había soltado esta carga? Será cuestión de
saberlo para afrontarlo o ser consciente de ello para cambiar esa
sensación…
Si
no acabo de olvidar ni perdonar a pesar de haber dado un abrazo… Si
cuando veo su cara en las fotos, siento un zarpazo en el pecho y le
echo de menos y me siento amenazado, triste, abandonado… Si aún no
he entendido que cada uno hace lo que puede en su momento y actúa lo
mejor que sabe y que sea lo que sea es lo que tenía que pasar…
Hasta
entender que al mundo que hay ahí a fuera, es el mundo que yo llevo
dentro. Y mis pasos por la vida son un reflejo de los pasos que doy
dentro de mí para llegar a mi esencia.
Tengo
que saber si sufro en balde aún porque creo que sufrir es necesario
para conseguir algo que sueño, si dentro de mí algo todavía me
dice que hay que soportar la indignidad para expiar alguna culpa
heredada de no sé qué tradición… Si a pesar de que me parece una
barbaridad, todavía me encuentro en un momento de distracción con
algún pensamiento recurrente que refuerza la idea de que si eres
feliz lo pagarás caro y caerá sobre ti una plaga divina porque has
venido al mundo sufrir ya que la vida es un valle de lágrimas…
Intento
pensar si todavía tengo miedo a hacer algo porque no lo aceptarán y
criticarán mis pasos, porque tal vez siento todavía el runrún de
necesitar que me valoren y encajar en este mundo en el que nadie
encaja y todos disimulan.
Y
tal vez, me apego a algo que no quiero soltar que en realidad
no es mío porque nada es de nadie y no lo dejo ir porque así
reafirmo mi dependencia…
¿A
qué no me atrevo? ¿Qué me callo? ¿qué acumulo?
Y
tú ¿Lo haces? ¿Te guardas lo bueno? ¿escondes tu talento? ¿no
brillas por temor a molestar? ¿compartes tus habilidades? ¿te
encierras en ti mismo porque temes decepcionar?
Tenemos
un montón de comportamientos instalados en la entrañas, creencias
que no nos cuestionamos porque parecen sólidas, pensamientos
prestados, habitaciones interiores llenas de polvo donde nunca entra
el aire fresco… Corrientes de aire en el pecho esperando que
alguien cierre puertas y selle ventanas…
Nos
reiteramos una y otra vez en lo que no queremos porque nos sentimos
incapaces de parar máquinas y resetear motores…
A
veces, hace falta prestar atención a todo para darle la vuelta y
descubrir cómo ese fantasma del pasado está presente en los
pequeños actos de cada día…
Otras,
basta con decir en voz alta el pensamiento al que damos vueltas o
poner palabras a esa emoción para ver que no sirve, que es una
barbaridad, que no se sustenta…
Es
más importante de lo que parece… Es lo que marca la diferencia
entre quedarse en la teoría o llevar a la práctica y vivir en
consecuencia. Lo cambia todo… Somos lo que pensamos y lo que
hacemos con nuestros pensamientos…Vale la pena afinar y aprender
más, hacer un máster en ti mismo, dominar la técnica de conocerte
para poder motivarte y amar cada una de tus fibras…
Si
vemos la vida con ojos nuevos, tenemos que vivirla de esa forma, al
cien por cien…
Sentirlo
todo con ese nuevo ser que nos habita…Sentir que vives de forma
coherente, a conciencia, porque eso te ayudará a reafrimar tu nuevo
yo y subir un escalón más en la vida, tanto personal como
profesional.
Has
ido más allá, has indagado en ti, ya sabes tus porqués y
para llegar a tu máxima potencia, necesitas dejar de vivir a medias.
No
te escatimes los detalles que pueden hacerte llegar a la excelencia
en tu vida.
No
es fácil, supone compromiso y trabajo. A veces, te sorprenderás
dejando de hacer algo que pensabas que hacías porque era bueno
para ti y en realidad era un peaje que pagabas para gustar y encajar,
para no defraudar a otros.
Otras
veces, podrás seguir haciéndolo, pero sintiendo algo distinto, con
otra mirada, redescubriendo a personas y actividades que ya no serán
lo mismo porque las harás desde otro punto de conciencia. Lo
importante es descubrirlo y decidir…
Tal
vez un día te encuentres bailando después de media vida pensando
que tú no bailabas…
Todo
sirve si lo haces porque te hace vibrar, todo sirve si cuadra con tu
nueva forma de ver la vida… Sin estar sujeta al miedo, sin ponerte
filtros para esconderse o no aparentar…
Todo
vale si dentro de ti sientes que va con tus valores. Si sientes que
te contradice, tienes que soltarlo.
Necesitas
practicar en tu nuevo yo, porque si no, el antiguo, que lleva años
en el poder automatizando tu vida desde la inconsciencia, tomará el
control de nuevo y te llegarán las dudas, el cansancio, la
desmotivación…
Por
eso es importante revisar cada detalle de tu vida, para saber si está
en coherencia con lo que eres y lo que sientes.
Tienes
que conseguir que tu piloto automático se ponga de tu parte y
trabaje desde el amor y no desde el miedo…
Y
lo más complicado hacer todo esto desde la confianza en tu capacidad
y siendo bondadoso contigo y con lo que te rodea para no culparte ni
tirar la toalla, para no caer en una obsesión. Para poder fluir
siendo tú.
Para
ejercer de ti mismo cada momento de tu vida…
Mercè Roura
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