CALLA, POR
FAVOR
¿No
la oyes? La vida te habla… Tú te hablas.
Te
pide que pares y te notes y te revises las costuras por si están
flojas o andan deshilachadas…
Te
pide que te sientes y te tomes ese café postergado y mires los
dibujos caprichosos de las baldosas que cuando eras niña te ayudaban
a inventar historias…
Calla
ahora y deja que el silencio te cubra y te notes los latidos para que
sepas que estás vivo todavía.
La
vida te llama y necesita que la escuches sentado y tomes nota, que te
hagas ya una lista de aquello que de verdad te apetece y tienes ganas
de hacer… Aquello que harías el último día de tu vida sin tener
la sensación de que los minutos se te escapan o desperdicias las
horas.
La
vida te reclama tiempo con las personas a las que amas… Te dice que
dejes de mirar de reojo y vayas de frente y no te escaquees más de
esa tarde sin rumbo ni horario, de ese paseo sin itinerario, de esa
charla sin más propósito que hilar palabras y descubrir, escuchar y
notar que te escuchan.
Esos
minutos de frases sin rumbo que seguro que llevan a un lugar mágico
y necesario… La
vida te pide que te calles para que dejes de dar vueltas a los
pensamientos de siempre y encuentres tu voz perdida en el silencio.
La
vida te grita cuando te gritas para que te quedes un rato en silencio
y pueda contarte que gastas demasiada energía pensando en qué
pasará mañana y te robas los días contando tragedias y buscando
lamentos antiguos y gastados… Te
grita para que sepas que no te quieres suficiente como para contar
contigo y dedicarte un minuto, una hora, un día a saber qué quieres
y qué te quema por dentro… Para explicarte que vives en un ensayo
general cuando el estreno ya pasó y eres incapaz de escribir tu
guión para tomar las riendas… La vida te susurra que dejes de
pelear contra gigantes y te dediques a ver cómo cae la lluvia y
juegan los niños en el parque… Para que sepas que lo que importa
de verdad no llena titulares de periódico sino miradas cómplices.
Calla,
hasta que puedas escuchar como crecen los árboles y sepas que tú
también creces.
Los
mensajes que te llegan de la vida siempre están escritos en lugares
remotos a los que no vas porque no tienes tiempo, se escriben en las
paredes de las tardes que nunca paseas y se nombran en las
conversaciones que nunca mantienes porque no te parecen relevantes…
Porque hace tiempo que no charlas, sólo buscas respuestas concretas
y no escuchas porque necesitas tanto soltar quejas que te has quedado
solo, completamente solo.
Usas poco
tu presente. Lo usas tan poco que el pasado se ha hecho en él un
refugio y siempre lo empaña con historias tristes que deberían
estar olvidadas y asumidas. Lo usas tan poco que el futuro se lo come
en un abrir y cerrar de ojos y te engulle a ti mientras intentas
arrancar una sonrisa o sentir que estás, aunque tu cabeza dé tantas
vueltas que ya no recuerdes por qué.
Acepta
tu noche ahora y podrás dejar de ocultar tu día de las nubes más
oscuras… Ama lo que te hace más vulnerable y ya nada podrá
recortar tu risa ni tu esperanza… Y permite, permite
que llegue la vida aunque asuste y lo empañe todo de incertidumbre y
rareza, para llegar al otro lado siempre hay un punto en el que no se
ve el fondo del mar que navegas y tienes que seguir remando, a pesar
de todo y confiar…
Calla
para que la vida te diga lo que necesitas porque entre tanto ruido es
imposible que comprendas nada.
La vida
te pide un vaivén para que te acuerdes de que la vida es un soplo.
Te da un empujón para que caigas y es porque necesita que te
detengas a mirar tu agenda llena de citas importantes donde has
olvidado quedar contigo y decirte cuánto te buscas y cuánto te
amas… Para que tengas que frenar y quedarte callado mirando como el
sol se pone y te saca la lengua en una mueca sarcástica para que
sepas cuánto le duele que no estés cuando te necesita para darte un
regalo, mientras tu miras como se escapa y descubres que ha pasado
otro día sin ti y te acuerdas de que en estos momentos hay magia,
una magia que se te olvida presenciar…
La vida
se va mientras buscas un calendario para poner orden o decides que
vas a ponerte en serio a vivirla… Se va porque hace tanto tiempo
que no la rondas y la cortejas que se enfada y busca a otro que la
sueñe con más ganas…
Se va
mientras te resistes a cerrar heridas y comprender tu dolor. Mientras
escapas del niño que eras para vestirte de adulto que todo lo sabe,
todo lo quiere, todo lo necesita. Cuando ya no recuerdas lo feliz que
fuiste con casi nada y ahora lo quieres todo y te sientes vacío.
A veces,
hay que perder un poco de tiempo para ganar vida, ganar calma. Para
calibrar dónde estás y a dónde vas, si resulta que el camino que
sigues lo tomaste hace tiempo cuando eras otro y soñabas corto, en
otra dirección o si tenías miedo a reconocer que soñabas distinto.
Calla
para poder repasar tus pensamientos y decidir cuáles te hacen
albergar esperanza.
Las
respuestas que buscas están en el trago largo de café, en la espera
aguardando en la fila, en la puerta cerrada, en la lluvia inesperada
que todo lo detiene y acumula.
La
vida, al final, se mide por risas, por escalofríos que te atraviesan
la espalda, por instantes de silencio tan
rotundos que la soledad se mastica, por jadeos, por suspiros, por
ráfagas de viento que abren ventanas, por tardes que se tuercen y te
retuercen el alma, por noches sin sueño y mañanas largas, por
rozaduras en las rodillas y lágrimas que surcan tu cara… Por
todo lo que se escapa mientras miras a otro lado esperando que pase
algo grande, que se abra el cielo, que alguien te salve y te lleve a
otro lugar donde no sentirte absurdo y pequeño, donde ya no tengas
que esperar nunca… Aunque la vida es la espera y lo que aprendes a
hacer con ella… La paciencia de sentarse a mirar al mundo y ver que
sangra pero que también es feliz, que llora pero que también ríe,
que se hunde, pero que va a salir a flote siempre…
La
vida es ese momento en el que te das permiso para ceder y decides que
no vale la pena pelearte. Cuando te quitas la máscara y encuentras
debajo al niño que fuiste llorando porque necesita un abrazo y le
pides perdón por haber tardado tantos años en volver a él…
Cuando descubres que no te gusta lo que sueñas y lo soñabas para
ser “normal” o encajar en una película que parecía
apasionante. Cuando
te permites caer y descubres que no pasa nada…
La vida
es ese lapso de tiempo cuando te pierdes y recuperas tu esencia,
cuando dejas de mirar el reloj y encuentras tu ritmo, cuando dejas de
esperar a que venga alguien a salvarte y te encuentras contigo y
sabes que estás en casa… La vida es ese pedazo de cielo que se
refleja en tus ojos, en los cristales de la estación mientras el
tren no llega, en los charcos de lluvia mientras finges buscar el
paraguas cuando en realidad a quién has perdido es a ti…
Cállate,
por favor. El silencio curará tu mente cansada de buscar respuesta
siempre en los mismos pensamientos y hurgar en las mismas penas
antiguas y gastadas. La vida te habla cuando te callas para que sepas
que hay más de lo que ves y que, en realidad, no ves nada porque el
ruido no te deja crear la realidad que necesitas…
Mercè Roura
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