EL ARTE DE ESTAR BIEN CON UNO MISMO NO TIENE PRECIO
Estar
bien con uno mismo no tiene precio. Tal
artesanía psicológica requiere de dos logros: reconciliarnos con el
pasado para apagar ciertas decepciones y dejar de obsesionarnos en el
futuro para calmar ansiedades. Sentirse bien es, por encima de todo,
aprender a pensar de forma adecuada, centrándonos en un presente
donde dar forma a una paz interna que nadie debería perturbar.
Seguramente
todos estamos de acuerdo con estas afirmaciones. Sin embargo ¿por
qué nos cuesta tanto hallar este equilibrio interno donde sentirnos
plenos, donde disfrutar de lo que tenemos y de aquello que nos
caracteriza? Lo
queramos o no siempre hay algo que falla, algo que nos chirría y que
nos impide experimentar un bienestar perdurable,
ese que no caduca y se mantiene firme vengan vientos o mareas.
“Ser
uno mismo en un mundo que constantemente trata de que no lo seas,
es
el mayor de los logros”.
El
mundo de la psicología ha enfocado siempre sus esfuerzos a
facilitarnos ese mismo objetivo.
Sin embargo, y todo hay que decirlo, sus inicios fueron algo
complejos. Durante mucho tiempo, sus teorías y estrategias buscaron
entender casi en exclusiva el universo más patológico. No fue
hasta finales de los años 70, cuando figuras como Martin
Seligman o
Aaron T. Beck generaron un cambio revolucionario a la vez que
inspirador.
Martin
Seligman, conocido por sus estudios sobre la depresión y la
indefensión aprendida, pensó que era necesario dirigir el campo de
la psicología hacia una nueva vertiente: la felicidad.
Aaron T. Beck, por su parte, pionero en la terapia cognitiva, nos
enseñó también algo primordial: para
estar bien con uno mismo es necesario un cierto filtro positivo a la
hora de mirar hacia fuera… y también hacia dentro.
La aceptación, clave de bienestar personal
Decía
Epicteto en su “Manual para la vida” que a menudo las personas
nos empeñamos en querer que la vida se ajuste a nuestros deseos. Es
un empeño casi infantil, y por imposible capaz de generar una
elevada frustración,
de ahí que quien fuera el estoico más representativo de su época
nos recomendara que aprendiéramos, simplemente, a desear las cosas
tal y como son.
El
arte de estar bien con uno mismo es por tanto la práctica de
la aceptación. Ahora
bien, aceptación no es sinónimo de pasividad ni de resignación.
El truco, en realidad, es más fácil de lo que parece y requiere
que invirtamos nuestros esfuerzos en una serie de logros:
-
Acepta el lado negativo de las cosas tan pronto como sucedan para tener la oportunidad de tomar el control y generar cambios. Por ejemplo, es esencial que seamos capaces de percibir rápidamente nuestros pensamientos limitantes y negativos antes de que estos consigan dominar nuestra mente y nuestros enfoques por completo.
- Acepta lo que eres, acepta tu historia pasada y presente, acepta a esa persona que cada día se refleja en tu espejo con sus virtudes y sus defectos e intenta validarte sin necesidad de esperar a que los demás lo hagan por ti.
Estar
bien con uno mismo implica saber practicar un tipo de aceptación
donde tenemos un control activo sobre nuestros pensamientos.
Puede que lo que nos rodee e incluso las personas que forman parte
de nuestro contexto más próximo no actúen siempre como deseamos.
Sin embargo, nada de eso debe exasperarnos, porque si hay calma en
el interior, si hay amor propio y equilibrio, no hay nube que apague
el sol que llevamos dentro.
Estar bien con uno mismo, el arte de la apreciación personal
La
apreciación personal es un ejercicio tan útil como desconocido.
Uno lo puede descubrir con el tiempo, justo cuando percibe que lleva
mucho tiempo descuidándose y alberga la sensación de que es casi
como ese peón en un tablero de ajedrez, en principio con poco valor
y del que nadie se acuerda. Queremos ser la “Dama”, pero para
ello es necesario recordar lo que valemos y qué papel jugamos en la
partida de la vida.
Todo
ello lo podemos conseguir mediante una apreciación personal
inteligente, es decir sintiéndonos partícipes de cada cosa que
hacemos y satisfechos con cada acto que llevamos a cabo. De este
modo, y si antes hablábamos de tener un mayor control sobre
nuestros pensamientos, ahora es
momento de aprender a valorarnos a través de nuestras dinámicas
cotidianas.
Veamos algunos ejemplos.
-
Estar bien con uno mismo implica ser selectivos con las personas que elegimos, con aquellas que formarán parte de nuestro viaje.
- Estar bien con uno mismo significa también tener sensación de auto-eficacia, apreciarnos a nosotros mismos por nuestros aciertos y pequeños logros cotidianos.
- Significa también ser consecuentes con aquello que decimos y hacemos, con aquello que deseamos y aquello que llevamos a cabo.
Asimismo,
tampoco podemos descuidar algo importante: estar
bien con lo que se es y lo que se tiene se relaciona ante todo con
la comodidad. Porque
la sensación de libertad y agilidad que apreciamos en algunas
personas, incluso a trocitos en nosotros mismos, nace de la falta de
peso sobre sus espaldas.
Nada
es tan satisfactorio como esa sensación, la de saber que no hay
lastres del ayer ni cadenas que otros coloquen a nuestros pies para
entorpecer nuestros movimientos y oportunidad de crecimiento. No
descuidemos por tanto ese arte de estar bien con uno mismo, una
práctica que requiere de gran voluntad y determinación por nuestra
parte.
Valeria
Sabater
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