EL NIÑO QUE QUISO VOLAR Y...VOLÓ
Desde
 el acantilado, donde el viento cincela
con
 su beso amoroso o su grito discorde,
donde
 el mar acaricia o golpea la piedra,
allí
 donde cada historia tiene su horizonte...
un
 pequeño que observa el vuelo de gaviotas
y
 le pregunta al aire :”¿Quién sostiene las estrellas?”
mira
 con la inocencia que no conoce derrotas
y
 se maravilla de todo, pues todo es la belleza.
Y
 cree que puede volar.
Volar
 sobre la tierra y el mar.
Pulsar
 las cuerdas del aire.
Volar
 que es vivir, que es amar.
Extender
 los brazos, extender las alas,
sentir
 el abrazo en cada alborada,
renacer
 en el viento...y volar por volar.
Y
 vive su mente en cada pensamiento
liberando
 en el cielo todas sus creaciones.
Se
 nutre del aire , de las raíces del viento
dibujando
 las ondas, transformando ilusiones.
Y
 se refleja el niño en el canto del ave
y
 en él se convierte pues crea su vuelo
y
 con sutileza encuentra la clave
que
 abre los ojos y despierta del sueño.
Y
 sabe que puede volar.
Volar
 sobre las nubes y el mar.
Creando
 mandalas en el aire
y
 atrapasueños que protegerán
a
 aquél caminante que cuenta sus pasos,
corazón
 errante, huérfano de abrazos
que
 extiende sus alas para al fin volar.
A.BARO

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