LAS MEJORES FRASES DE HERMAN HESSE
Las
frases de Hermann Hesse son una invitación a la reflexión sobre la
vida y la búsqueda de la identidad. Un
regalo para todo aquel que quiera profundizar en sí mismo,
cuestionarse y descubrirse. Un legado de una gran profundidad
psicológica y espiritual que merece la pena leer.
Hermann
Hesse fue un escritor alemán que obtuvo el Premio
Nobel de
Literatura en 1946 como
reconocimiento a su trayectoria literaria. Sus libros han sido
traducidos a más de 40 idiomas y se han vendido más de 30 millones
de ejemplares de sus obras.
Algunas
de sus obras más importantes son “Demian” (1919), “Siddharta”
(1922) y “El lobo estepario” (1927), entre otras. En la
mayoría de ellas, refleja su interés
por el misticismo oriental y el ámbito espiritual, así como la
búsqueda insaciable de nuevos valores y puntos de referencia.
Aquellos
que lo conocieron hablan de él como un hombre de personalidad
difícil y un tanto huraño. Le
gustaba la soledad y sumergirse en las profundidades de su interior.
Una persona creativa, aislada y un poco inestable que supo volcar en
palabras todo lo que sentía por dentro. De hecho, está considerado
como un “autor en crisis” por su constante búsqueda de
identidad.
El camino hacia uno mismo
“La
vida de cada hombre es un camino hacia sí mismo, el intento de un
camino, el esbozo de un sendero”.
El destino es
un camino hacia nosotros mismos. Un
sendero que día a día transitamos para conocernos un poco mejor.
Algunos no tardan en darse cuenta de ello, otros gastan su tiempo sin
apenas percibirlo. Sin duda, una de las frases de Hermann Hesse para
recordar cuando nos encontremos perdidos.
El fenómeno de la proyección psicológica
“Cuando
odiamos a alguien, odiamos en su imagen algo que está dentro de
nosotros”.
Esta
es una de las frases de Hermann Hesse que quizá más extrañe al
leerla e incluso puede que en algunos de sus lectores provoque
rechazo. No obstante, este
fenómeno en el ámbito de la psicología se conoce como proyección
psicológica. Y
se corresponde con la atribución a los demás de las emociones y las
carencias propias.
Desde
un punto de vista positivo, un ejemplo sería la etapa de
enamoramiento en una relación de pareja. En ella, ambos miembros
proyectan en el otro rasgos y virtudes que no se corresponden con la
realidad. Ensalzan su generosidad, su simpatía o su buen humor.
Mientras que desde
una visión negativa, la proyección psicológica sucede cuando
echamos la culpa a otro para evitar asumir lo sucedido. Por
ejemplo, una persona insegura puede castigar a su pareja diciéndole
que no le pone las cosas fáciles porque siempre le da muestras de
desconfianza, cuando en realidad esto no es así.
La
proyección psicológica es un tema complejo. No
es nada fácil aceptar que proyectamos en los demás aquello que no
nos gusta de nosotros. Conocernos,
y sobre todo aceptar nuestras sombras, evitará que seamos actores y
víctimas de este tipo de proyecciones.
El valor del esfuerzo
“Cuando
alguien que de verdad necesita algo, lo encuentra, no es la
casualidad quien lo procura, sino él mismo.
Su
propio deseo y su propia necesidad le conducen a ello”.
El esfuerzo es
clave para conseguir lo que queremos. Es
el motor que nos mueve, junto a la determinación, la ilusión y el
deseo. De nada vale soñar si no planificamos, si no establecemos un
plan y no buscamos un camino para alcanzar nuestras metas.
Hermann
Hesse lo tenía muy claro: quien
de verdad quiere algo busca todos los medios para conseguirlo. No
hay excusas ni obstáculos posibles para quien se deja la piel en
alcanzar su objetivo. Al menos… para intentarlo.
La complejidad de la empatía
“Ninguna
persona puede ver y comprender en otros
lo
que ella misma no ha vivido”.
Ponerse
en el lugar del otro no es tarea fácil. Observar
el mundo desde su perspectiva, acoger sus sentimientos y actuar
conforme a ello es más complejo de lo que parece. En carne propia
-¿cuántas veces hemos sentido que nadie nos entendía?- o en ajena
-¿cuántas veces, por mucho que lo hemos intentado, no hemos podido
encontrar una lógica a la forma de comportarse de los demás o nos
hemos equivocado haciendo atribuciones?-.
Creemos
que empatizar es
ponerse en el lugar del otro y lo es. Pero no desde nuestra visión
del mundo, sino desde la suya: desde sus circunstancias, problemas,
ilusiones, miedos, etc. Para
hacerlo de la forma más exacta posible tendríamos que haber vivido
su historia y
eso es imposible. Esta es la razón por la que tanto nos cuesta
entender y sentirnos comprendidos.
La comunicación liberadora
“Cualquier
cosa parece un poco más pequeña
cuando
se ha dicho en voz alta”.
Esta
es una de las frases de Hermann Hesse que más tenemos que tener en
cuenta en nuestro día a día. Ahogarnos en el malestar, en los
sentimientos negativos y en definitiva, en nuestros problemas nos
hace mal. La mejor opción es liberar
todo aquello que de algún modo nos hace presos por dentro.
Dar
voz a nuestras emociones negativas nos ayuda a desahogarnos, a
descargar ese peso que a veces tanto nos cansa y desgasta. Además,
expresarnos también mejora nuestras relaciones. Silenciar nuestra
opinión es un obstáculo para entendernos con los demás. Un gran
muro que pone distancia y hace que los vínculos pierdan complicidad.
La relación entre amor y felicidad
“La
felicidad es amor, no otra cosa. El que sabe amar es feliz”.
Tras
muchos años de introspección y contacto consigo mismo, Hesse llego
a esta preciosa reflexión. No
hay nada como el amor para experimentar felicidad. Para
él, nada se compara a este maravilloso sentimiento.
Esta
es unas de las frases de Hermann Hesse que más sabiduría y belleza
contiene. A través de ella nos manda un profundo mensaje para
recordarnos qué
es lo más importante.
Un llamamiento desde lo más profundo de su ser a la humanidad.
La importancia de reconocer cómo nos sentimos
“No
digas de ningún sentimiento que es pequeño o indigno.
No
vivimos de otra cosa que de nuestros pobres, hermosos y magníficos
sentimientos, y cada uno de ellos contra el que cometemos una
injusticia es una estrella que apagamos”.
Cómo
nos sentimos siempre es importante. Ya sea de forma positiva o
negativa, intensa o débil. La
esfera emocional es uno de los ejes centrales de nuestra vida. Por
ello, reconocer cómo nos sentimos y validarnos se vuelve esencial.
De lo contrario, si ignoramos cómo nos sentimos, nos sumergiremos en
un halo oscuro de malestar y sufrimiento.
Despreciar
nuestra tristeza, negar que experimentamos ira o subestimar nuestros
momentos de alegría son comportamientos que nos alejan de nosotros
mismos. Precisamente por eso lanza Hesse este mensaje. En su eterna
búsqueda de identidad descubrió la importancia de reconocer sus
sentimientos para conocerse a sí mismo.
Como
vemos, las
frases de Hermann Hesse son un valioso legado para todo aquel que
quiera saber más sobre lo que le ocurre por dentro. Sentencias
para consultar en nuestros momentos más existencialistas que nos
invitan a la reflexión sobre la conexión con nosotros mismos.
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