10.4.24

Para a reencontrarse con esa persona a la que llevas toda la vida ignorando

EL JUEGO DE LOS ESPEJOS                        

Las personas con las que nos cruzamos son un espejo. Un espejo maravilloso y muy molesto, a menudo… Darse cuenta de ello es doloroso, porque implica que cuando señalamos a otros con el dedo nos estamos señalando a nosotros mismos. Cuando miramos con estupor e incomprensión los fallos ajenos que tanto nos molestan, en el fondo, estamos viendo nuestros fallos.

Descubrir cómo funciona el reflejo que vemos en otros es algo complicado y difícil de asumir. Es duro pensar que esas ofensas que tanto nos duelen surgen de las semillas que llevamos ancladas en nuestros pensamientos y nuestras creencias desde que éramos niños.

Y no, esto no exime para nada las personas que nos han hecho daño u ofendido de ser responsables de sus acciones y palabras. Lo son, tomaron esas decisiones y tienen que confrontarse con ellas y asumir las consecuencias… Lo que pasa es que lo que realmente nos araña por dentro no es esa versión de nosotros que ellos nos venden y nos dan a conocer con su forma de actuar, si no el hecho de que nosotros la compramos sin ni siquiera ser capaces de plantearnos si es cierta o no y cuestionarla.

En realidad no nos molesta que otros piensen que somos tontos, lo que realmente nos trastorna y hace que esa experiencia se convierta en dolorosa es el hecho que nosotros también lo pensamos. No es su rechazo, que existe o parece que exista a partir de lo que hacen, es que nosotros mismos nos rechazamos y… sí, nos sentimos rechazables y merecedores de ese menosprecio. Porque si nosotros no lo pensáramos, si no lleváramos dentro esa etiqueta pegada, jamás sus palabras podrían hacernos daño.

Quizás no nos gustaría lo que hacen o dicen, evidentemente, incluso responderíamos de forma agresiva o esquiva, pero podríamos olvidarlas al cabo de un rato en cuanto cualquier situación nos hiciera sonreír. Si esa persona nos importa mucho, nos dolería lo que hace o dice, pero no haría que nos sintiéramos indignos o que pensáramos que nos estamos a su altura.

Los demás son un instrumento nos permite ver aquello que llevamos almacenado en nosotros y que no hemos podido todavía admitir. Aquello que nos duele y que tenemos que ver y repasar. Aquello que creemos de nosotros y que es necesario borrar porque no se está limitando y habla la versión nuestra que no es real.

Y sí, nosotros también somos un instrumento para ellos. Unos a otros nos vamos mostrando las verdaderas caras, todas esas versiones de nosotros que no nos atrevemos a ver.

Cuando alguien te pisotea, te muestra que te dejas pisotear. Sé que suena mal, sé que suena injusto porque nadie se lo merece, pero lo que sucede nos cuenta algo de nosotros que hasta ahora no hemos querido o podido ver. Y, por favor, eso no significa que no tengas que alejarte de esa persona, hazlo si crees que te está haciendo daño, por supuesto… No te mereces ser pisoteado por nadie, pero cuando ya estés lejos, mira en ti y descubre si te valoras suficiente. Sin culpa, porque no hay culpa. No eres culpable de lo que te pasa, eres responsable de tu vida.

A menudo vamos reflejándonos en otros y ellos en nosotros, en una especie de cadena en la que cada uno señala a otro culpándole de sus penas y desgracias cuando en realidad esa persona nos está mostrando parte de la solución, que consiste en mirar dentro y dejar de mirar lo que vemos fuera.

Dejar de reaccionar a lo que vemos ahí afuera no significa acatar y bajar la cabeza o someterse a los designios de otras personas, al contrario. Significa decir no y poner límites de forma asertiva para poder dejar de estar pendientes de lo que otros opinan de nosotros y de nuestra vida para poder centrarnos en ser responsables en nuestro camino.

Es tan ridículo el juego de los espejos… Alguien nos mira y se ríe de nosotros porque ve en nosotros algo que le molesta que en realidad es suyo. Mientras nosotros, que nos sentimos ridículos y ofendidos por la burla a la que nos somete, reaccionamos con rabia a sus palabras y respondemos criticando en esa persona algo que vemos en él o en ella y que en realidad también es nuestro, puesto que si no estuviera en nosotros seríamos incapaces de verlo ahí afuera. El juego es tan retorcido que, al final, son dos personas señalándose la una a la otra cuando en realidad se están peleando con ellas mismas. Les molesta lo que ven, pero lo que ven es totalmente suyo.

Y no, no siempre que vemos mentira ahí afuera significa que nosotros mintamos a otros, quizás significa que nos mentimos a nosotros mismos y no estamos siendo honestos realmente con lo que deseamos. O que nos dejamos tomar el pelo porque nos asusta demasiado preguntar por la verdad porque pensamos que será demasiado cruda.

Si vemos a alguien y pensamos que es muy egoísta porque solo piensa en él o en ella, no significa que nosotros seamos egoístas. En ocasiones el egoísmo en los demás nos está recordando y haciendo ver que estamos siendo egoístas con nosotros mismos, que nos dedicamos a dar a otros y nos robarnos a nosotros. Y lo hacemos de muchas formas. Nos quitamos tiempo que dedicamos a otras personas que nunca nos agradecen… Somos comprensivos con ellos cuando jamás nos comprendemos a nosotros…

Cuando alguien nos insulta se está insultando a él mismo puesto que lo que ve en nosotros es su sombra, su oscuridad, sus miedos, su culpa inconsciente e irreal por no ser como cree que el mundo le reclama… Mientras nosotros recibimos ese insulto y lo tomamos como propio, reaccionamos, nos enervamos, pero en realidad, nos molesta porque da en el clavo. No porque seamos merecedores de ese insulto sino porque hemos decidido creernos sus palabras y pensar que nos definen.

Jugar al espejo de forma consciente significa ser capaces de mirar a otra persona y descubrir dos grandes verdades. La primera, que todo lo que vemos en él o en ella es totalmente nuestro en exceso o en defecto. Es algo que tenemos que revisar y perdonarnos y perdonar. La segunda, que aquello que esa persona ve en nosotros es completamente suyo y es algo que tiene que revisar sanar y perdonarse.

El juego de los espejos te invita a parar para respirar. Dejar de gritar y defenderte. Dejar de reaccionar. Dejar de vivir ahí afuera pendiente de otros y empezar a vivir de dentro a fuera para poder cambiar tu forma de pensar y tu realidad.

El juego de los espejos te invita a poner freno a esa cadena en la que unos se señalan a otros ignorando que en realidad se están señalando a sí mismos. Creyendo que los demás son el origen de tus desgracias cuando en realidad solo son una pieza más del puzle que construyen para descubrir tu realidad. Estás enfadado con el mundo porque te muestra esa oscuridad que no te atreves a mirar en ti.

Es la forma en que la vida te lleva a reconciliarte contigo y darte cuenta de que llevas mucho tiempo huyendo de ti mismo y no queriendo repasar tus miedos más ocultos… Y la vida que es tozuda y sabia no hace más que ponerte delante mil y una oportunidades, en forma de situaciones y relaciones, para que no tengas más remedio que mirar y empezar de nuevo. Para que viendo el reflejo de aquello que llevas dentro y no te atreves a ver y reconocer puedas recomponerse a ti mismo y reformular todos tus pensamientos y creencias.

El juego de los espejos es un juego complicado y nunca exento de cierto grado de dolor, es una cita ineludible contigo mismo… Si eres suficientemente valiente como para detenerte un momento, respirar y atreverte a jugar, te darás cuenta de que es una maravillosa oportunidad de liberarte de lo que crees que te mantiene atado.

El juego de los espejos es, de hecho, la gran oportunidad para ver en ti y descubrir que todos tus fantasmas se desvanecen cuando les miras a la cara. Que todos tus miedos se hacen pequeños cuando les pones nombre y eres capaz de transitarlos. Que toda la oscuridad que puedes llegar a encontrar en ti no tiene nada que hacer ante la inmensa luz que descubres cuando te permites reconocer tu valor.

El juego de los espejos es un camino largo, pero lleva siempre, siempre, a reencontrarse con esa persona a la que llevas toda la vida ignorando y evitando mirar porque crees que va a disgustarte. Esta persona que eres tú. Y cuando la mires a los ojos te darás cuenta de que te estaba esperando con los brazos abiertos y unas ganas inmensas de recibir tu amor.

Alguien que ha estado esperándote para acompañarte a salir de la cueva…

Mercè Roura

https://mercerou.wordpress.com/2024/04/02/el-juego-de-los-espejos/  

 

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