27.8.12

Esa sensación de libertad que el hombre tiene cuando se encuentra volando a cierta altura, sin que nada le ate al mundo que le rodea


LA AVENTURA DE LA VIDA

¡Que oscuridad tan densa! ¡Que raro! No entra luz por la ventana y no se oye ningún ruido en el exterior. Intento levantarme pero mis miembros no responden. ¡No funcionan mis sentidos! Sin embargo, mi mente está activa, ¡puedo pensar!.

Quiero gritar y no puedo. No sé dónde estoy. Al fin veo con terror una escena patética: mi cuerpo tumbado y sin vida, en la cama de mi habitación. Mi espíritu, de pronto, se ve atraído por una espiral que gira y gira, como un huracán que me absorbe y aleja de mi entorno.

Cuando todo pasa, siento cómo mi espíritu vaga sin rumbo por un laberinto indescifrable. De repente, una fuerte luz cegadora ilumina el sendero y observo con claridad un pasillo, al final del cual, unas sombras parecen llamarme. Antes de llegar al final del pasillo, por mi imaginación pasan con rapidez, como si de una película se tratase, las escenas más importantes de mi vida: mi infancia, mi primer amor, cuando terminé los estudios...

Poco a poco parece que esa secuencia de imágenes se va ralentizando y empiezo a visionar escenas que no tienen que ver ni con el espacio ni con el tiempo, sino más bien con la apreciación de los sentidos:

  • El murmullo del mar al golpear los acantilados, ¡oído!
  • Un bosque en otoño con toda su gama de tonos pastel, ¡vista!
  • La fragancia de un aroma de mujer, ¡olfato!
  • El sabor de una copa de champán, ¡gusto!
  • El roce de unos labios sensuales, ¡tacto!
En mi imaginación ha ido apareciendo simultáneamente con dichas imágenes una palabra que para mí ha tenido mucho significado en la vida y que tiene relación con todos los sentidos, por que se ve, se huele, se oye, se palpa y por último se saborea. Esa palabra es como un sexto sentido innato en la naturaleza del hombre, me refiero a la ¡AVENTURA!.

¿Qué es para ti la Aventura?
  • Aventura es vivir emociones fuera de lo corriente que nos hagan olvidar la rutina diaria.
  • Aventura es buscar los secretos que la Naturaleza tiene celosamente guardados y que  están reservados a los mas atrevidos e intrépidos aventureros.
  • Aventura es descubrir, o redescubrir en muchos casos, la Naturaleza que teníamos olvidada por el paso de la "civilización".
  • Aventura es convivir con otras etnias y aprender de su cultura y costumbres, respetando sus creencias y tabúes.
  • Aventura es respetar la naturaleza en todas sus formas, allá donde pasemos.
  • Aventura es un reto con uno mismo ya que hay que estar lo suficientemente preparado para abordarla, tanto física como psicológicamente.
  • Aventura es aprender a tomar decisiones de vital importancia y a tener confianza en uno mismo y en los demás.
  • Aventura es trabajar en grupo y aunar esfuerzos para que cada cual aporte sus conocimientos técnicos en pro del objetivo marcado.
  • Aventura es saber renunciar a una expedición cuando se puede poner en peligro la vida de uno de sus componentes.
  • Aventura es ayudar física y moralmente a los componentes del grupo o personas necesitadas, más débiles o decaídas, aunque ello suponga no poder conseguir el objetivo marcado.
Aventura no es competir, sino compartir, entre otras cosas:

  • Las experiencias vividas durante el día y recordadas con cariño al anochecer.
  • La alegría de encontrar el camino perdido.
  • El triunfo de haber conseguido el objetivo marcado.
  • La amargura del fracaso.
  • Las responsabilidades asignadas a cada uno de una forma natural.
  • El cansancio, la fatiga, el esfuerzo agotador…
El espíritu de aventura me llena de recuerdos agradables, en especial el parapente. Esa sensación de libertad que el hombre tiene cuando se encuentra volando a cierta altura, sin que nada le ate al mundo que le rodea, salvo el arnés y los mandos que le permiten gozar de un vuelo como si de un águila imperial se tratase.

Recuerdo con entusiasmo mi primer vuelo: pocos instantes antes de inflar la vela y comenzar la carrera, mi cerebro se entretiene en recordar torpemente las instrucciones aprendidas de forma teórica y una serie de palabras, que de momento no tienen ningún significado para mí, pero que considero vitales: chequeo prevuelo, viento de cara, mirar la manga, efecto "Venturi", parachutaje, térmica...

Mis pensamientos se ven interrumpidos por la voz del monitor que grita: ¡corre, corre, corre... no te pares! Mi cuerpo, al igual que una flecha, sale disparado y en pocos segundos, después de comprobar que la campana está correctamente inflada, me encuentro corriendo en el aire. ¡Por fin he despegado!

El miedo y el nerviosismo han dado paso a la tranquilidad y a la relajación. ¡Que paz! No se escucha ningún ruido, salvo el viento que revoletea con los "suspender" y juega con el borde de ataque del parapente.

La visión de la tierra desde esa altura es como contemplar un mapa en relieve o un cuadro multicolor, donde cada casa, cada árbol y cada sembrado aporta el matiz correspondiente para lograr la armonía del conjunto. ¡Qué sensación! El sueño de Leonardo Da Vinci hecho realidad.

Disfruto de un breve vuelo antes de que mis pies y mi trasero rocen de nuevo la tierra. Cuando me incorporé y me di cuenta desde donde había volado, mis piernas temblaron, pero mis pensamientos fueron unánimes en su decisión: ¡Quiero volver a volar!

¡Que pena! Ya todo se ha acabado para mí, ya no podré volver a volar en parapente, ni realizar esas aventuras con las que siempre soñé: surcar el cielo montado en la barquilla de un globo, bucear en los mares tropicales del Caribe, alcanzar a pie la cumbre nevada del Kilimanjaro, atravesar el continente africano en un todoterreno...

Pero... ¿Qué pasa? ¿Qué temblor sacude mi gélido cuerpo? ¿A qué obedece ese ruido ensordecedor? Parece como si fuese un terremoto o la explosión de un volcán. De pronto mis oídos parecen recuperar el sentido perdido y escucho unos ruidos y voces que parecen provenir del mismísimo infierno. - ¡Ring!, ¡Ring!, ¡Ring!  ¡Rafa, despierta de una vez, ya es la hora y vas a llegar tarde a trabajar!

Mi cerebro reacciona al instante como si de un jarro de agua helada hubiese caído sobre mi cabeza. Mis labios únicamente son capaces de gesticular dos palabras: ¡Estoy Vivo! A lo que mi compañera responde con cierto reproche: ¿todavía te dura la resaca del viernes?

Mis oídos hacen caso omiso de ésta y otras frases pronunciadas con idéntica ironía, ya que nadie puede imaginar la alegría interior que me embarga al descubrir que todo era un sueño y que algún día podría realizar todas mis ilusiones pendientes.

Me aseo, me enfundo el traje de ejecutivo, comprado en las rebajas de unos grandes almacenes, guardo en el maletín el informe técnico, elaborado la noche anterior, causante de mi pesadilla y, poco a poco, me sumerjo en la jungla de la gran ciudad, también denominada, equivocadamente por algunos: ¡Civilización!.

Esa jungla que no carece de Aventuras está llena de obstáculos que día a día hay que superar: atascos, incomodidad en los transportes, drogadicción, violencia, hurtos... En fin todo aquello que se podría definir como "LA AVENTURA DE LA VIDA", una aventura rutinaria y habitual en la que participan, como si de un Treking por el Himalaya se tratase, miles de resignados y sufridos ciudadanos que, desde "ciudades dormitorio" de la zona SUR, tienen que trabajar en polígonos industriales de la zona NORTE, o viceversa.

¡Esa Aventura si que requiere Valor!

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