12.6.14

En la vida, lo importante no es “caerse o cometer errores” sino darse cuenta de todo el entramado emocional y mental que subyace en la caída.

LA FLEXIBILIDAD: El arte de la sabiduría

“Reconoce que eres una gota de agua y las otras gotas se fundirán contigo para hacer un mar. No seas la gota de aceite que se separa del agua. Si eres gota, eres gota. Si eres arena, eres arena. Pero si eres una gota, no pretendas ser el mar, y si eres un grano de arena, no pretendas ser una roca, ni una montaña”.

El significado de flexible es, según el diccionario de la lengua en su 3ª y 4ª acepción:

3.- Que no se sujeta a normas estrictas, a dogmas o a trabas. 
4.- Susceptible de cambios o variaciones según las circunstancias o necesidades. 

En nuestra infancia hemos necesitado un promedio de mil ochocientas caídas para aprender a andar.

Cada una de ellas nos ha enseñado un nuevo matiz, que posteriormente, fue elaborado y convertido en experiencia. En realidad, cada caída que sufrimos en la vida es un aprendizaje, una lección del camino que no lleva implícita ni culpa, ni castigo, tan solo conocimiento y mayor nivel de consciencia.

En ocasiones, cuando el ser humano cae, habla de equivocación, sin tener en cuenta que los hechos acontecidos, han tenido sentido en un contexto más amplio de su existencia. Y así como en el “arte de la atención” lo importante no es despistarse, sino darse cuenta de que uno se ha despistado, de la misma forma, en la vida, lo importante no es “caerse o cometer errores” sino darse cuenta de todo el entramado emocional y mental que subyace en la caída.


Cada acción cometida, por equivocada que nos parezca, está conectada con un infinito tejido de interrelaciones que se remontan a los confines más alejados de las galaxias.

Nada existe aisladamente y nos guste o no, ningún acontecimiento ya pasado puede ahora ser evitado. Tras cada caída, la gran aventura de la vida está en levantarse y seguir adelante, evolucionando con mayor templanza y una visión más amplia de cuanto nos rodea, gracias al conocimiento que integramos en cada caída que sufrimos en la vida.

A veces la vida utiliza sucesos muy críticos que alteran nuestro equilibrio y gracias a ellos nuestra vida se renueva y regenera.

El diseño recuerda a un laberinto de logros y pérdidas que rompen el orden previsto de la trayectoria.

La “Ley de la impermanencia” también afecta a las relaciones personales en las que de pronto estalla el conflicto y se pierde la medida justa entre las personas.

Como sabemos “el universo escribe recto con lineas torcidas” y lo que al príncipio nos pareció un error, más tarde comprobamos que ha hecho aflorar partes ocultas de uno mismo a la luz de la consciencia. Se trata de partes que para conseguir sobrevivir tuvimos que ocultarlas, en la sombra, para no ser vistas ni por nosotros ni por los demás. ¿Acaso no es frecuente que los hábitos y nuestras viejas manías tapen verdades sumergidas y limiten nuestra creatividad?

La vida, la creación, es tan sabia que se vale del dolor de la caída para reorientar el camino e imprimir nuevas conductas. Si bajamos la montaña distraídos y nos caemos, el dolor nos recuerda que debemos prestar atención a cada paso que damos… Un dolor que vincularemos a la desatención y en lo sucesivo, generará en nosotros mas prudencia y como consecuencia de dicho aprendizaje, en el futuro sucederá que ya ni nos cegaremos tanto con la meta ni perderemos la atención del momento presente que, en realidad, es lo que importa.

Por otra parte es sabido que el dolor de la caída es pasajero y una vez cumplida su misión de aprendizaje, desaparecerá.

¿Qué aprendemos en cada caída? Tal vez la respuesta es algo más de lo que a primera vista nos parezca. Mientras tanto debemos dar gracias al universo porque la vida, a través de los errores y los fallos, abre el baúl interior de nuestros secretos y así destapa las luces y sombras de nuestra intimidad más profunda.

Y qué curioso, sucede que cuando los tropiezos son aceptados como algo natural en el caminar de la vida, nos volvemos “más flexibles y tolerantes” simple y llanamente porque la rigidez de pensamiento nos apaga la música del alma.

Cuando la tormenta pasa las aguas que permanecían estancadas, vuelven a fluir de nuevo, renovando el curso de la vida e integrando la visión de áreas ocultas y olvidadas.

Nunca olvides que tu mejor maestro ”es tu ultimo error”.


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