29.3.21

¿Por qué actuamos contra nuestros valores y contra todo lo que defendemos?

NUESTRO OTRO “YO”: La otra cara de nosotros mismos

La esencia de la lucha humana es el conflicto entre quiénes somos y quiénes queremos ser. De hecho, la dualidad es el eje de la experiencia humana.

La vida y la muerte, el bien y el mal, la esperanza y la resignación coexisten en todas las personas y ejercen su influencia en todas las facetas de nuestras vidas.

Si conocemos el valor, es porque también hemos experimentado el miedo; si reconocemos la sinceridad, es porque hemos vivido el engaño. Sin embargo, la mayoría negamos o desconocemos nuestra naturaleza dual.

Si vivimos bajo el supuesto de que sólo somos de una forma o de otra, dentro de un espectro limitado de cualidades humanas, entonces deberíamos preguntarnos por qué la mayoría no estamos totalmente satisfechos con nuestra vida tal como es ahora.

¿Por qué tenemos acceso a tanto conocimiento, pero nos falta la fortaleza y el valor para actuar de acuerdo con nuestras buenas intenciones y ser capaces de tomar decisiones poderosas?

Y lo más importante, ¿por qué seguimos actuando contra nuestro sistema de valores y contra todo aquello que defendemos?

Con toda seguridad se debe a esa otra cara de nosotros mismos que Jung llamo “la sombra”

Nuestro yo más oscuro, donde se oculta nuestro poder no reivindicado. Es en ese lugar, absolutamente insospechado, donde encontramos la llave para abrir la puerta de nuestra fuerza, felicidad y capacidad para vivir nuestros sueños.

Nos han condicionado a temer el lado oscuro de la vida y nuestro propio aspecto oscuro. Cuando nos damos cuenta que tenemos pensamientos funestos o nos parece que nuestros sentimientos son inaceptables, corremos a escondernos de nuevo en nuestra madriguera a rezar con la esperanza de que desaparecerán antes de que volvamos a asomar la cabeza.

¿Por qué actuamos de este modo?

Porque tenemos miedo de que, por más que lo intentemos, nunca podamos huir de esa parte de nosotros mismos.

Aunque lo más habitual sea reprimir o desoír nuestro lado oscuro, lo cierto es que huir de esa sombra intensifica su poder.

Negarla implica más sufrimiento, dolor, remordimientos y resignación. Si no somos capaces de responsabilizarnos y extraer la sabiduría que se oculta bajo la superficie de nuestra mente consciente, la sombra asume el mando, y en lugar de ser nosotros los que la controlamos, es ella la que acaba dominándonos, desencadenando el llamado Efecto Sombra. Entonces nuestro lado oscuro empieza a elegir por nosotros.

Nuestra sombra nos incita a actuar de formas que jamás hubiéramos podido imaginar y a malgastar nuestra energía vital en malos hábitos y conductas repetitivas.

Nuestra sombra impide que nos expresemos plenamente, que seamos sinceros y que vivamos una vida auténtica.

La única forma de liberarnos de conductas potencialmente perjudiciales es aceptar esta dualidad. Si no somos capaces de reconocer todo lo que somos, el Efecto Sombra nos cegará parcialmente.

El Efecto Sombra está en todas partes. La prueba de su omnipresencia está en todos los aspectos de nuestra vida. Lo leemos en Internet. Lo vemos en las telenoticias, en nuestros amigos, familiares y desconocidos con los que nos cruzamos en la calle.

Pero quizá lo más significativo es que podemos reconocerlo en nuestros pensamientos, verlo en nuestras conductas y sentirlo en nuestras relaciones con los demás. Nos preocupa que si esta oscuridad sale a la luz nos sintamos profundamente avergonzados o, lo que es peor, que se haga realidad nuestra peor pesadilla. 

Nos da miedo lo que podemos encontrar si miramos en nuestro interior, así que escondemos la cabeza bajo el ala y nos negamos a enfrentarnos a nuestro lado oscuro.

Si permanece oculta, la sombra es una caja de Pandora cargada de secretos que podrían destruir todo lo que amamos y nos preocupa. Pero si abrimos la caja, descubriremos que lo que encierra tiene el poder de cambiar radicalmente nuestras vidas de una forma positiva. Desaparecerá la ilusión de que la oscuridad nos dominará y veremos el mundo con nuevos ojos.

La comprensión que descubriremos hacia nosotros mismos despertará nuestra seguridad y valor y abrirá nuestro corazón a los que nos rodean.

El poder que habremos desenterrado nos ayudará a hacer frente al miedo que nos ha estado paralizando y nos instará a avanzar con decisión para desarrollar todo nuestro potencial.

Pues si no contrarrestamos su fuerza e integramos su sabiduría, nuestra sombra tiene el potencial de seguir causando estragos en nuestras vidas y en nuestro mundo. Cuando no somos capaces de admitir nuestras vulnerabilidades y reconocer nuestras malas conductas, cada vez que estemos a punto de dar un paso importante en el ámbito emocional, personal o profesional, nosotros mismos nos estaremos limitando.

Entonces gana la sombra. Cuando hablamos a nuestros hijos con una ira desproporcionada, gana la sombra. Cuando engañamos a nuestros seres queridos, gana la sombra. Cuando nos negamos a aceptar nuestra verdadera naturaleza, gana la sombra. Si no iluminamos la oscuridad de nuestros impulsos humanos con la luz de nuestro conocimiento, gana la sombra. Hasta que no aceptemos todo lo que somos, el Efecto Sombra tendrá el poder de impedir nuestra felicidad.

Si no la reconocemos, la sombra evitará nuestra realización personal, impedirá que logremos nuestros planes más detallados y viviremos a medias.

El trabajo con la sombra, es más que un proceso psicológico.

Es una herramienta magnifica, para los problemas no resueltos. Es un viaje transformador que trasciende cualquier teoría psicológica, porque aborda el lado oscuro como un asunto humano y espiritual que todos hemos de resolver en esta vida, si queremos vivir una vida que refleje plenamente nuestra expresión personal. Al final comprenderemos que no somos ni mejores ni peores que nadie por nuestro color, procedencia, orientación sexual, constitución genética o pasado.

Nadie en este mundo se libra de su sombra, y cuando nos la tomamos en serio y la comprendemos, puede dar pie a una nueva realidad que cambiará nuestros sentimientos respecto a nosotros mismos, a nuestra forma de educar a nuestros hijos, cómo tratamos a nuestras parejas, cómo nos relacionamos con los otros miembros de la comunidad y con otras naciones.

Creo que la sombra es uno de nuestros grandes dones. Carl G. Jung la denominó la «antagonista»; es nuestro rival interior que nos revela nuestras debilidades y aguza nuestros puntos fuertes.

Es el maestro, el entrenador y el guía que nos apoya en el descubrimiento de nuestra verdadera grandeza.

La sombra no es un problema que debamos resolver, ni un enemigo al que debamos conquistar, sino un campo fértil por cultivar. Cuando hundamos nuestras manos en su rico suelo, encontraremos las potentes semillas de la persona que realmente deseamos ser.

Nada está por casualidad, todo lo que existe tiene un ¿por qué? y la sombra está para enseñarnos una parte de nosotros que si no fuese por ella no podríamos saberla, comprenderla e integrarla.

http://lacienciadelespiritu.blogspot.com/2021/03/nuestro-otro-yo-la-otra-cara-de.html

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