26.10.15

No hay mejor camino que asumir como lo mejor lo que hayamos elegido.

MENTE O CORAZÓN… ¿QUIÉN DECIDE? ESA ES LA CUESTIÓN

Cuando enfrentamos en la vida la noble acción de la toma de decisiones, siempre nos asalta la duda sobre si debemos seguir los dictados del corazón cuando la cabeza camina en sentido contrario.

Si reflexionamos, nos daremos cuenta que la mente, la parte racional, no está preparada para resolver y dar soluciones a lo que ella crea, solo con el corazón somos capaces de decidir.

Sin olvidar que la ciencia actual reconoce que dentro del corazón hay un cerebro emocional y dicho cerebro es quien toma la gran mayoría de nuestras decisiones.

A la hora de decidir lo más aconsejable es meditar desde la paz interior, lo que vamos a decidir. Yo personalmente prefiero quedarme a la expectativa, aquietar mis impulsos, no darlo todo en un instante, ni regalar afectos sin mirar a quién.

Después de meditarlo mucho. La verdad es que la armonía mente y corazón es el logro mayor que podemos alcanzar, pero la mayoría de las veces esto está fuera de lo normal y luchamos en contra de ambos grandes mandatarios de la conducta, siendo la clave de que esto sea así, nuestras dudas y nuestra baja autoestima.

Actuar con el corazón siempre conlleva riesgos y a veces muy altos. Pero elegir la tiranía de la razón no equivale a no equivocarse. También la mente se equivoca y lo que nos parece correcto se convierte en imposible cuando el corazón grita y exige su derecho a participar.


Lo único que podemos hacer es evaluar la fortaleza que nos asiste para cualquiera que sea la decisión que tomemos. La valentía que muestre nuestro carácter y el convencimiento de que sea cual sea el resultado que obtengamos, vamos a seguir caminando hacia delante.

No es fácil aconsejar. Y no lo es porque desde fuera todos somos capaces de organizar la vida de los demás y porque nos parece que ejecutar una toma de decisiones es sencillo cuando no estamos implicados. Por otra parte, cuando en el consejo va una elección en el amor, la cosa se complica.

A veces, cuando uno no sabe qué hacer, hay que abrir los ojos y mirar lo que no se ve. En ocasiones hay señales que inconfundiblemente nos hablan de lo mejor para nosotros, en ese momento. Aunque bien mirado…¿qué es lo mejor? ¿Y en qué circunstancia o tiempo?

Posiblemente, lo que creemos negativo hoy, mañana se convierta en una oportunidad para superarnos. Por eso, no me atrevo a opinar nada.

Tal vez yo, oyese primero al corazón pero sin duda, la mente tendría la llave de paso del torrente de pensamientos que seguramente quisiera escapar de ellos. Y al final, tomase la decisión que tomase estaría seguro de que era la correcta por estar dispuesta a llevarla a cabo pese a quien pese y por encima de todo.

Esa es la mayor grandeza. La seguridad de asumir como lo mejor lo que hayamos elegido. No hay mejor camino. Y a la par entender que el pensamiento racional nos puede llevar hasta un determinado entendimiento de las cosas, pero si queremos ir más allá de esa comprensión meramente mental… deberemos desarrollar otro tipo de pensamiento, que nos lleve a una comprensión mayor.


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