15.10.15

Hacer lo necesario cada momento, sin cargarse con el pasado ni con el futuro

LO DIFÍCIL QUE RESULTA COMPROMETERSE CON UNO MISMO

Muchos seres humanos, la palabra compromiso la asocian a algo ideal pero irreal, a otros les causa escozor, otros la evitan y la gran mayoría ni se lo plantea.

Hay muchos y variados tipos de compromiso, pero el más importante es el compromiso con uno mismo, comprometerse a ser uno mismo.

En la infancia es donde se graban la mayoría de los programas emocionales que se manifiestan en la madurez por eso muchas veces, estas actitudes tienen que ver con la forma en que nuestros padres se han comprometido en relación a nosotros cuando éramos niños. Puede ser que no lo hicieran seriamente o, por el contrario, que lo tomaran como una obligación neurótica o que lo asumieran al comienzo y luego se desinteresaran o se marcharan o se murieran y eso constituyera un dolor insoportable.

La sociedad misma tiene mensajes contradictorios. Los idealiza o los fusiona con sacrificios y agobios o los niega infantilmente.

El compromiso es el fundamento de cualquier relación auténtica de amor.

En una pareja, es lo que posibilitará que avance fructíferamente después que pasa el enamoramiento. Con los hijos, es lo que nos transformará de padres biológicos en padres verdaderos. En un trabajo o estudio, es lo que permitirá que profundicemos y progresemos plenamente. En una terapia o cualquier labor de desarrollo personal y/o espiritual, es lo que realmente nos conectará con las riquezas de nuestro interior.


Entonces, ¿por qué tantos problemas con los compromisos? Sencillamente porque nos causan cambios, riesgos, crecimiento, dedicación y, también, dolor. 

Veamos: cuando nos damos cuenta que estamos estancados, sabemos que debemos evolucionar. Nuestra parte más sabia y conectada nos invita a movernos con la Vida, porque Ella es cambio constante, es mutación: algo debe morir para que nazca algo nuevo. Nos da miedo este proceso, ya que no estamos educados para pensar así. Nos aferramos a lo que somos y a lo que hay, por más que ya no funcione o nos duela.

Ese paso supone un cierto riesgo. Estamos habituados a la seguridad y la comodidad de lo conocido. ¿Qué sucederá, qué ganaremos y qué perderemos, qué pasará con los otros? 

Finalmente, se trata de crecer, de asumir nuevos roles, de dejar atrás las limitaciones que nos hemos impuesto, de liberar lo que ya no sirve o constituye una carga sin sentido, de desarrollarnos, de hacer uso de nuestra creatividad y de nuestra calidad humana.

Esto requiere dedicación, constancia, paciencia, confianza en uno mismo, seguridad en nuestro saber y como no, valor.

Lo más cómodo siempre es decirnos: Mejor me quedo como estoy. ¿No es lo que pensaste? Y sí, parece demasiado. La clave aquí es no asustarse ante el gran panorama que la vida nos presenta cada mañana al levantarnos a un nuevo día, sino ir haciendo pequeños avances cada día.

Como dice un proverbio chino: “un camino de mil kilómetros comienza con un paso”. Se trata de hacer lo necesario en cada momento, sin cargarse con el pasado ni con el futuro. Sostener la visión clara del logro que nos hemos propuesto, mientras se va caminando paso a paso, en el aquí y ahora.

¿Será todo sobre un lecho de rosas? No, claro. Habrá momentos de dolor, de miedo, de indecisión, de frustración, de ira, de tristeza. Pero, piensa un momento: ¿no los tienes ya? ¿Y qué estás consiguiendo? ¿Hacia dónde estás yendo? ¿Están mezclados con otros de entusiasmo, alegría, autoestima, respeto, fuerza, logro, creatividad, plenitud, amor? Eso es lo que obtendrás si cambias.

¿Y el compromiso? Es lo que te mantendrá firme y confiado. Si no asumes el compromiso por lo que decidas, caerás una y otra vez. Pero, ¿qué pasa si nunca lo has hecho o has tenido malas experiencias con asumirlo? Comienza con pequeñas cosas. Observa lo bien que te sientes cuando lo logras. Toma conciencia de los temores y enfréntalos, con calma y confianza.

Date cuenta que, cuando te comprometes, te liberas. Al contrario de lo que crees, ser irresponsable o no aceptar los cambios que necesitas, te mantiene prisionero de lo que temes, te hace débil, te victimiza, te mantiene en una mediocridad gris y enfermiza.

Por eso, asume el mejor compromiso que puedes hacer: contigo mismo. Luego lo demás, te resultara fácil.


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