17.11.17

Busquemos un lugar donde no asuste lo nuevo, lo raro y lo que no encaja

ROMPAMOS EL MOLDE
Sólo es ahora y nada más. Lo demás no está, no existe. Dejó de tener sentido o todavía no lo tiene. No podemos controlarlo, no controlamos nada… Sólo podemos sentirnos bien, a pesar de los alambres de espino que hemos dibujado en nuestros tobillos y los muros que hemos construido mientras intentábamos encajar en una sociedad hambrienta de verdades a medias que la ayuden a seguir jugando sin romper la baraja…

Sólo tenemos este momento. El anterior es historia y el siguiente es puro misterio. Podría no ser, no dibujarse, no empezar. Hacerse líquido y derramarse, ser arena y escurrirse entre nuestras manos… O ser tan sólido y duro que nos golpeemos contra él buscando un porqué que sólo se descubre cuando te separas de todo y miras dentro de ti.

Sólo nos queda hoy y nos lo perdemos buscando el vestido perfecto y la coartada perfecta para cuando nos miren otros ojos y no nos vean perfectos… Hurgando en nuestro armario repleto de máscaras grises para que las miradas grises no descubran que en realidad somos de colores… Poniéndonos el traje triste para que nuestra felicidad incipiente no ofenda a los que regalaron su voluntad a cambio de una seguridad ficticia… Para que los que han decidido permanecer dormidos no sepan que estamos despiertos y planeamos escaparnos a una realidad paralela que estamos construyendo desde la nada…

Nos queda un suspiro y no queremos gastarlo con aire viciado,  pero nos vemos tan obligados a disimular que llevamos puesta debajo la ropa de personas libres que los ojos nos brillan y cuando hablamos nos salen por la boca palabras preciosas e imposibles de ocultar…


Si tardamos mucho en salir del país de las no maravillas que nos habita por dentro a veces volveremos a usar esos pensamientos viejos y rancios que antes nos hicieron creer que todo era imposible y no había más opción que seguir en la fila… Si no nos vamos ahora por miedo que tengamos y frío que nos digan que hace fuera de este lugar hermético y calculado, los pies se nos convertirán en raíces y nos volverá a entristecer la lluvia como nos entristecía antes cuando no sabíamos de su belleza ni llevábamos todavía el sol a cuestas… Si nos demoramos, nos dejaremos convencer por un montón de almas cándidas y cobardes que nos dirán que no podemos y no merecemos más de lo que nos cabe en la cuchara o en la libreta diminuta que nos dieron para apuntar sueños sin espinas… Si esperamos una hora, un minuto, un segundo, una ola gigante en forma de rutina pegajosa nos devorará las ganas e inundará nuestros sueños con fotografías de objetos prácticos y metas asequibles y nos dejará nadando en mediocridad…

Si no nos vamos ya, los que siempre tienen respuestas para todo, nos recordarán que nosotros sólo tenemos preguntas y nos convencerán de que es más fácil caminar en línea recta.

No nos dejarán volver a intentarlo porque les asusta que aprendamos a bailar y luego volvamos y contagiemos a todo el mundo y les invada la risa descontrolada y gratuita.
Si nos quedamos, despareceremos y nuestro ahora será nunca y nuestro vacío en el pecho será siempre.

Nunca y siempre… Las dos palabras que más agujerean el alma y desesperan al que busca alternativas y dibuja mundos. 

El pasado es una noche pensando que lo que sueñas no llega. El futuro es un gato que regresa a casa después de pisar mil tejados. Este momento eres tú mirándote al espejo y descubriendo que lo que te asusta va a hacerte libre… Vamos a hacerlo, saltar la valla imaginaria de nuestros límites y asumir el riesgo de nuestra autenticidad, de nuestra necesidad de sentir.

Vamos a descubrir si más a allá de la monotonía hay un mundo mágico o un acantilado sin ramas a las que sujetarnos para frenar la caída…

Vamos a ser auténticos y dejarnos de excusas para no ser nosotros mismos porque al final de la vida no nos lo perdonaríamos. Asumamos ya lo que somos y amemos tanto nuestras diferencias que ya no nos duela que no nos dejen entrar en el bar de los tristes, los cansados y los que no se atreven…

Que no nos importe si nos juzgan y nos señalan con el dedo, que no nos moleste mirarnos al espejo de la vida y ver que no hay nadie más como nosotros… Saltemos del tren si nos está llevando a una decisión que nos aturde… Dejemos la fiesta de la indiferencia y busquemos un lugar donde se celebre con ganas la incertidumbre y se busquen cómplices en lugar de competidores y amigos en lugar de palmeros…

Un lugar donde no importe la noche ni el día porque los segundos sean oportunidades por llenar de risa y emociones verdaderas. Donde no asuste lo nuevo, lo desconocido, lo raro y lo que no encaja y donde el final de los libros podamos escribirlo nosotros mismos.  Seamos capaces de ver más allá de nuestras creencias más arraigadas y cuestionarnos lo que jamás pensamos que podríamos cuestionar. Da igual si eso nos hace flojos o absurdos a ojos de los que nunca dudan ni se plantean nada que pueda romper sus dogmas y salpicar a sus dioses diminutos que conducen coches rápidos para llegar a la esquina… Quitémonos el uniforme de guerrero absurdo y dejemos de pelear por batallas que no son nuestras. Lancemos al abismo el insoportable manual sobre cómo vivir vidas anodinas y quitémonos el disfraz de personas normales. 

Nos queda sólo este momento. La vida es ahora. Mañana es nunca. Ayer es siempre. Seamos como realmente deseamos ahora, sin esperar a que la placidez de lo cómodo nos agarre por el cogote y la monotonía se nos pegue a los zapatos. Soltemos el control ficticio de lo que creemos que debemos ser para convertirnos en lo que realmente nos hace vibrar… Seamos nosotros aunque a otros al mirarnos les moleste vernos que reflejamos todas sus deliciosas imperfecciones y se asuste al darse cuenta que hemos roto el molde… 

De que lo que pensaban que no era posible es una realidad

Mercè Roura

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