31.5.21

Encajar frustraciones, aceptar responsabilidades, aplazar la gratificación inmediata

HOY MÁS QUE NUNCA NECESITAMOS UNA MENTE SERENA

El universo entero se somete a una mente sosegada. Chuang Tzu.

¿Existe mejor victoria que la presencia de la serenidad y la paz interior como antivirus de cualquier conflicto? ¿Existe mejor remedio para neutralizar la violencia de cualquier tipo que el cultivo sistemático de la serenidad?

¿Acaso el “estilo Ghandi” en India y la metafórica “otra mejilla”, no resultaron armas de increíble eficacia? Muchos animales salvajes recogen sus garras y lamen las heridas de los inocentes, y cuántas veces, el niño perdido en la selva y posteriormente encontrado por una manada de feroces lobos ha hecho aflorar en dichas bestias el instinto de adopción y el reconocimiento de la hermandad.

En la actualidad estamos inmersos en una sociedad agresiva con los mercados, agresiva con las relaciones, agresiva con la medicina, agresiva en el trabajo; una sociedad en la que el que grita más alto está diciendo detrás de sus gritos, ¡estoy asustado!, ¡quiero imponerme antes de que me coman!, ¡por favor, quiéranme!

Se trata de un escenario emocional común en las grandes ciudades, en donde la simple aparición de una mente sosegada actúa de poderoso antídoto para bajar las defensas y disolver las corazas.

En realidad, allí donde llega una mente serena, aparece un espacio mágico en el que puede aflorar el alma.

¿Cómo hacer para pacificar la mente agitada? La respuesta señala el cultivo de la  ecuanimidad como actitud neutralizadora de la ambición y de la competencia ansiosa.

La ecuanimidad es un estado de estabilidad y compostura psicológica que no se ve perturbado por la experiencia o exposición a emociones, dolor u otros fenómenos que pueden causar la pérdida del equilibrio de la mente

En realidad, el cultivo de la ecuanimidad conlleva entrenamiento en la distensión y práctica de la observación sin implicarse en lo observado. Se trata de lograr un estado mental de serenidad que tan bien conocen los variados tipos de Yoga.

Cuando nuestra mente está sosegada, se fluye de manera incluyente permitiendo a cada parte su total expresión, sin amenaza ni culpa alguna.

Por el contrario, la victoria de la pasión con su exaltación y ceguera, tienen sabor excluyente hacia alguna de las partes que ceden frente al dominio de las otras. Cuando la pasión es observada en sus raíces y se hace plenamente consciente, se acaba transmutando en celebración. Sin duda, un estado que nada tiene que ver con los rasgos neuróticos de automatismo e impulsividad, sino más bien con la alegría y el respeto que merece la exaltación del aspecto vida.

La respiración consciente es la puerta de acceso al inconsciente y una llave mágica que despeja de ansiedad a nuestra mente. Practiquemos la respiración manteniendo la atención al fluido del aire que llena y vacía los pulmones, aquieta la corriente mental y despierta la consciencia. La práctica de la meditación es, entre otras muchas cosas, el ansiolítico por excelencia.

Uno de los virus más perjudiciales de la civilización actual es la ansiedad y uno de los antivirus más eficaces es el cultivo sistemático de la atención consciente.

Se trata de un estado mental que nos enseña, de manera progresiva, aspectos tales como saber encajar las frustraciones, aceptar responsabilidades, aplazar la gratificación inmediata, mantener la visión global, recuperar el espíritu de servicio, lograr la plena independencia emocional y alinear los objetivos de cada ciclo con el propósito central de nuestra vida. Un crecimiento liberador que sosiega la mente y nos abre al alma.

El seguir padeciendo de ansiedad supone tener que soportar la protesta de un programa mental que está dando a entender su necesidad de entrenamiento y su gran sed de lo profundo.

El sosiego consciente es responsabilidad de cada cual, y supone una facultad por la que el universo nos habla, tal vez, porque es el requisito de la lucidez a la que nuestra alma está destinada.

http://lacienciadelespiritu.blogspot.com/2021/05/hoy-mas-que-nunca-necesitamos-una-mente.html

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