EL PASADO COMO TRAMPOLÍN
Puede que alguien nos hiciera mucho daño o que nos
desilusionáramos, puede que las circunstancias acabasen por no ser como
realmente esperábamos en el pasado. Una palabra no pronunciada, un error que
no aceptamos o un comportamiento que no esperábamos pueden construir cadenas en
nosotros, haciéndonos presos de nuestras propias circunstancias.
El pasado puede pesarnos, incluso generarnos un gran sufrimiento cada vez que lo rememoramos. Echar la vista atrás o vivir constantemente recordando lo que ocurrió sin aprender de ello nos ata a los reproches, a la culpa o a la crítica sin permitirnos avanzar.
“El pasado es un cubo lleno de cenizas. No vivas en el
ayer ni en el mañana, sino aquí y ahora”
Las cadenas del pasado
Hay personas que
tienen sus vidas atrapadas en un momento de éxito o en una experiencia de
sufrimiento anterior. Viven como si aquel instante no hubiera
terminado jamás y contagian todo su presente con ello, rememorando una y otra
vez lo ocurrido.
Vivir pensando en lo
que sucedió no arregla ni atenúa nuestros sentimientos. Simplemente
nos traslada a aquel momento inundándonos y contagiándonos de sus sensaciones.
Tanto si es un recuerdo positivo como si es uno negativo, no podemos depender
de ello, pues nos estaríamos engañando. Quedarnos en el pasado impide nuestro
crecimiento y las posibilidades de cambio.
Si nos acomodamos en el sofá del “ya lo intentamos una
vez y no tuvo resultado“, “enamorarme me trajo más sufrimiento que
alegrías“, “confiar no sirve de nada porque al final todo el mundo se
relaciona por un interés” nos
quedaremos en la sala de espera de nuestra propia vida como meros espectadores
de lo que sucede a nuestro alrededor. Con esta actitud, elegimos
ser el personaje secundario de nuestra película, a merced de los demás y de las
circunstancias.
El pasado para bien o para mal, ya tuvo su momento. No
por pensarlo más veces se acabará, ni por huirlo, se resolverá. Pero sí por
enfrentarlo, podremos construir nuevas actitudes y caminos.
Romper con las ataduras del pasado
Cualquier experiencia
o situación es vista a través de los ojos del pasado, otorgándole un sentido en
relación a lo vivido. Nuestras experiencias anteriores marcan
nuestro presente y nuestro futuro, no podemos obviarlo.
Sin embargo, todo
depende si nuestra relación con el pasado se encuentra mediatizada por cadenas
que nos atrapan o por trampolines que nos impulsan hacia delante gracias
a nuestros aprendizajes.
Si utilizas el
pasado como sofá, acomodándote en tus problemas, en tus intentos fallidos de
éxito o en las heridas abiertas de tus relaciones podrás quedar
atrapado por todas esas ataduras que te impiden avanzar. Aunque el
pasado esté marcado por el éxito, no siempre funcionan las mismas fórmulas.
Si por el contrario, tu pasado lo utilizas como un maestro
del cual aprender de tus errores y de tus virtudes, sirviéndote como impulsor
podrás seguir desarrollando todas tus potencialidades. El pasado puede doler y atraparnos, podemos
quedarnos en él, huir o aprender sus enseñanzas. Así, de
alguna forma, al final somos nosotros los que elegimos.
- Si
permanecemos en el pasado, nos autoengañaremos y crearemos
rígidas cadenas que impedirán nuestro crecimiento, condenándonos a través
de la culpa, la crítica o los desprecios.
- Si
huimos de lo vivido, generaremos un vacío que será llenado por nuestros
miedos e inseguridades.
- Si
decidimos aprender del pasado, en primer lugar lo afrontaremos y luego,
estaremos dispuestos a sacar el jugo de cada uno de los aprendizajes que
nos proporciona.
- Romperemos
con las cadenas y construiremos los impulsos necesarios para continuar avanzando.
Construye el trampolín hacia tus sueños
El trampolín hacia
nuestros sueños se construye enfrentando el pasado con la actitud de querer
aprender sobre lo experimentado. En lugar de quejarte, reprocharte,
sentir culpa o resentimiento por tu última relación, tus intentos
fallidos o la desilusión procedente del comportamiento de tu amigo, reflexiona
sobre qué puedes aprender de ello.
Esto que parece tan sencillo al leerlo, conlleva todo un
entramado de consciencia y ganas de crecer, junto al compromiso de no quedarse
adormecido en la superficie de las experiencias.
¿Cómo puede ayudarte en tu día a día la gestión de tus
experiencias?, ¿cómo se relaciona con la construcción del trampolín que te
permitirá alcanzar todo aquello que quieres? Muy sencillo: nuestro crecimiento personal
está totalmente conectado con la relación que tiene el pasado con nuestro día a
día.
Pensemos: si aprendo a manejarme con las personas de mi
alrededor, en mi entorno laboral o a gestionar mis propias emociones gracias a
las experiencias del pasado, esto me permitirá focalizar de una manera más
clara todas mis energías en conseguir lo que deseo, construyendo ese trampolín
impulsor.
De lo contrario, podríamos quedarnos en lo que ya sabemos o
ya vivimos, alimentando un peligro. La comodidad del sofá, de lo
conocido, de tu zona de confort, es extremadamente atrayente y tranquila,
aunque tenga pizcas de sufrimiento, lo que realmente da miedo es el riesgo que conlleva el salto de
adentrarnos en lo desconocido. Pero ¿cómo seguir creciendo y
aprendiendo?
El pasado puede servirnos como sofá para lamentarnos o
como trampolín para seguir creciendo hacia nuestros sueños. La opción está en
tu pensamiento.
https://lamenteesmaravillosa.com/utiliza-el-pasado-como-trampolin-no-como-sofa/

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