1.12.25

El reto no es abolir la duda, sino aprender a orientarnos con ella

LO QUE VEMOS Y LO QUE IMAGINAMOS

UNA DELGADA LÍNEA

¿Esto pasó de verdad… o lo soñé? Esta pregunta que parece trivial, nos conduce a la frontera entre realidad e imaginación. En el día a día, ese límite nos permite distinguir un recuerdo preciso de una ilusión, o una sospecha de una certeza. En la ciencia, es un problema mayor:  ¿cómo decide el cerebro que algo “es real”? ¿Qué señal interna, qué patrón, qué convierte una posibilidad en un hecho?

En los últimos años, un conjunto de estudios neurocientíficos ha empezado a perfilar una respuesta: la mente no “refleja” el mundo como un espejo; lo predice, lo bosqueja y lo corrige sobre la marcha. Cuando esas predicciones internas coinciden con señales sensoriales, el cerebro levanta la bandera de “real”; cuando se parecen demasiado, incluso sin respaldo externo, podemos confundir imaginación con percepción. La frontera, lejos de ser una muralla, parece ser una membrana semipermeable.