22.1.18

Comprender que lo único que necesitamos está escrito en nuestros ojos

TE INVITO

Te invito a mi vida. Sin más pretensión que unas risas y unos ratos sin prisa ni agenda. Sin más necesidad que la de un trago largo o una charla que no se acabe nunca… Un silencio tan rotundo que nos permita mirarnos y encontrarnos la cara y las pupilas… Una habitación llena de luz y de música… Una maleta vacía de agobios y de culpas… Un mapa sin destino ni más ruta que las palabras y las miradas. 

No es para quedarse y ni para irse, es para estar mientras estás y notar mientras pasa, pase lo que pase… Un café o una vida. Sin etiquetas ni consignas. Un momento o una eternidad contenida en una caída de párpados o un abrazo sostenido, cálido, cíclico, un suspiro desbocado… 

Te invito a dejar pasar trenes que llevan al ruido y engullen la nada que nos rodea convirtiéndose en nada inmensa… Y a bailar melodías que sólo nosotros podremos escuchar. A ver como las olas mueren sin parar mientras un viento dulce nos besa la nuca y nos salpica de sal. 

Te invito a vivir en mis entrañas cinco minutos, para que veas que ya no oculto nada y todos mis miedos se han vuelto diminutos, asequibles, remotos, pálidos, huérfanos de esperanza… Para mecernos en la tarde más triste y bailar en la noche más oscura si un día hace falta. Para que la mesa siempre esté puesta por si viene a cenar la fantasía y la ventana abierta para que entre la brisa y se vaya la mala sombra y las miradas rancias. 


Te invito a ser feliz ahora sin esperar nada, sin apegarse a nada, sin hacer más planes que hasta el final de este día que se nos podría escapar mientras pensamos en un futuro irreverente que jamás será como nosotros decidamos. 

Te invito a sacarnos las púas y las escamas. A contar pecas y ver pasar peces muertos que nos recriminan que vamos en sentido contrario mientras tragan y lloran, mientras cuentan historias injustas y se quejan porque no saben decir no mientras no se callan. Para ver desfilar a los se alimentan de rutina y disfrazarnos de personas normales mientras por las costuras se nos escapa la risa y se nos ve el truco y la artimaña.

Te invito a construir un mundo paralelo y alzar un puente que cada día nos lleve a la realidad más absurda, para que podamos verla y conocerla y volver siempre justo antes de que nos salgan raíces… Antes de que la calabaza se nos convierta en carroza y descubramos que le dimos la vuelta al cuento. 

Te invito a sentir que existes y perderte en las cosas más diminutas, en los detalles y las mareas, en las moscas que vuelan buscando dónde posarse y los vecinos que abren sus vidas al patio de luces, hambrientos de batalla, que se miran y no se reconocen. Te invito a contar baldosas mientras me dices que te gusta mi nuevo peinado sin peinar y a bajar una parada antes para no perdernos el paisaje que ya conocemos pero que sin ninguna duda cambia cuando nuestros ojos se pierden en él.

Te invito a no ignorar quiénes somos y perdernos en el amanecer más hermoso y compartirlo.  Sólo por verlo y saber que es nuestro, que es tan nuestro que ya no volveremos a verlo igual jamás pero no nos importa porque de tanto amarlo se nos quedó dentro.

Te invito a mi vida un rato o un siglo. No importa, son lo mismo si no se saben vivir. Se confunden si mientras estás, la cabeza te ronda por otras calles y surca otras vidas que todavía no alcanzas. Si mientras ocupas el espacio, vives un simulacro de vida con el pensamiento.

Te invito a mi vida sin desesperarnos ni buscarnos. Sin mirar relojes, ni poner cadenas ni condenas, ni puertas ni cerrojos, tan sólo cortinas de estrellas.

Te invito a abrazos largos y despedidas cortas. Noches encendidas. Mañanas sin desuso y viernes sin perspectiva de fin de semana… Te invito a lunes sin rutina y conversaciones sin tregua, sin sentido, sin remordimiento, sin culpa, sin nada que ate a nada. Sin más monotonía que vernos las caras y descubrir que ya no somos los mismos pero nos parecemos cada día más a nosotros mismos. Te invito a no dejar nunca de ser mientras estás conmigo y dejarme vivir en mi esencia más salvaje sin buscar razones ni porqués. 

Te invito a volar y caer. A renunciar a estar en todas partes y controlar todas las bestias. A estar presente en tu vida y bailar en la mía sin arañar la pista…

A caminar por todas las esquinas sin esperar nada en ellas…

A dejar que la vida te sorprenda y a celebrar antes de la fecha porque más que nada concreto celebramos la vida…

Te invito a conocerte en mis miedos y aceptarte a través de mis miserias. A verte en mí y saber que el azar nos puso juntos porque no es azar y todas las locuras tienen sentido. Te invito a husmear en el cajón de mis sueños sin lazo y a besar mis sombras, a comprender por qué me perdí durante cien años y me reencontré vagando en un planeta sin luna, sin sol y sin sentido… A vaciar mi armario de monstruos y tirar la ropa que ya no viste mi vida, ni mis ganas, ni mis rezos. Te invito a prender fuego conmigo a los recuerdos que más me queman y a acariciar mis cicatrices más profundas con tus palabras más dulces.

Te invito a cantarme una nana si quieres para que me duerma. A contarme cuentos para que me quite los complejos y me afloje las costuras. Si quieres… Si no, nunca pasará nada. No habrá tempestad ni reproche, no habrá obligaciones ni jaulas… Nunca te encerraré en mí para que no te quede mas norte que mi norte y te pierdas y dejes de ser lo que amas…  

Te invito a hablar en alguna lengua extraña que nos ayude a comprender que lo único que necesitamos está escrito en nuestros ojos… Para que recordemos que no hay más frontera que nuestra piel ni patria que esta noche.

Te invito a pasarte por mi pasado y compartir pensamientos rotos y emociones desbocadas. A reírte conmigo de mis inseguridades y compartir las tuyas… A ser tan tú que no notes que no estoy… Me invito a ser tan yo que si no estás no importe, aunque cuente las horas para que vuelvas. Hasta que el amor no nos quepa y tengamos que dejarlo marchar, soltarlo… Y que sepamos su verdad si vuelve y llama a la puerta. 

Te invito a este amor sin ataduras ni consignas, sin reproches ni dependencias… Sin más meta que el propio existir y sentir… Sin más obligación que la de ser auténtico… Sin más futuro que este preciso momento. 

A esos amores libres que no amarran ni esclavizan… Los que no buscan completar nada sino compartir… Los que no son de cuento sino de una realidad distinta, que no te vuelven loco sino que te dejan ser tú… 


Mercè Roura

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