3.1.20

El gran cambio consiste en verte de otro modo, valorarte y amar lo que eres

AL OTRO LADO DE TI

Todos queremos sentirnos bien con nosotros mismos y vivir en paz. Lo que pasa es que no todos estamos dispuestos a hacer que eso sea posible. Vivir la vida que sueñas o una versión que se asemeje, exige tomar decisiones y algunas de ellas son complicadas. No porque tengamos que llevar a cabo mil acciones, sino porque requiere un cambio de mentalidad, un cambio de percepción sobre la vida general que se basa en renunciar a muchas de las creencias y hábitos que han sido pilares en nuestra vida y, por supuesto, actuar…

Es cierto, a veces con decir un no basta, pero nos sentimos incapaces de ello porque eso nos supone negar todo lo vivido hasta ahora y ver que hemos puesto los cimientos de nuestra vida en algo que no era real, que nos perjudicaba o nos cerraba puertas. Que nos hemos aferrado a una versión de lo que es la vida que nos hace sufrir y no nos abrimos a aceptar otras posibilidades…
Otras veces, ya hace tiempo que nos hemos dado cuenta que ese manual de normas que hemos seguido hasta ahora no nos sirve, pero pensamos que renunciar a él es rendirse, perder, asumir que no tenemos la razón o negar a las personas que nos lo inculcaron con toda su buena intención y que se verán decepcionadas por ello.

A veces no vivimos la vida que soñamos porque sabemos que no es la vida que otros han soñado para nosotros y no queremos decepcionarles. Preferimos traicionarnos a nosotros mismos y seguir tragando vida a medias o vivir una vida plena y arriesgarnos a perder a personas que amamos o quedar mal ante un mundo que parece que nos mira de reojo esperando que fallemos o caigamos en una contradicción. Somos incoherentes con nuestras necesidades y deseos para no salir de la norma o hacer el ridículo o ser objeto de crítica… Nos montamos un juicio en nuestra cabeza cada día y decidimos condenarnos y culparnos hasta el infinito. La culpa nos invita a castigarnos continuamente y a privarnos de lo que deseamos. 

Te sientes mal porque no haces lo que sueñas. Te sientes mal porque sí lo haces y con ello decepcionas las expectativas de algunas personas que te dijeron cómo debías ser para caminar por la vida según sus miedos y limitaciones, que ahora ya son tus miedos y tus limitaciones… Te sientes culpable por no hacer nunca suficiente, por no hacer perfecto, por descansar, por fallar, por no estar atento, por no demostrar, por dar y no recibir, por pedir ayuda y por no pedirla, por insistir y por no insistir… Siempre culpable hagas lo que hagas, entre la espada y la pared, como si huyeras del castigo castigándote tú. 

La vida te confronta constantemente con lo que te asusta para que lo abraces y te des cuenta que no hay para tanto y que puedes pedir ayuda y no pasa nada… Que muchas de las calamidades inevitables son fruto de tu mente y que hay muchas posibilidades que nunca exploras porque estás obsesionado mirando siempre al mismo lugar. 

Queremos cambiar sin movernos o moviéndonos constantemente pero sin saber a dónde ir, sin enfocar hacia dónde… Nos hacemos trampa y hacemos locuras para demostrar que somos osados, pero nos reservamos no actuar ante aquello que realmente nos da miedo. El verdadero cambio siempre está en la percepción de lo que es tu vida… Si hoy te encuentras ante una encrucijada y te das cuenta que hace dos años te hubieras desesperado y ahora sin embargo, tienes miedo, pero no te dejas llevar por el desamparo, es que has evolucionado, que te has quitado capas y dejas que ese ser que está en ti oculto tras la máscara salga a pasear cada vez más.

Queremos cambiar usando los mismos pensamientos terribles de siempre, sin cuestionarnos si nos limitan, sin cuestionarnos si nos hacen daño y nos muestran una versión de nosotros mismos reducida y hambrienta. Queremos cambiar sin salir de ese secuestro mental al que nos someten nuestras creencias y nuestros hábitos, sin mirar bajo la cama para descubrir que no hay monstruos ni acercarnos a aquello de lo que llevamos toda la vida huyendo. 

Nos asusta notar ese vacío que tenemos dentro y que intentamos llenar con todo tipo de sensaciones y tapar con parches. Compramos algo caro o algo tan barato que parece que hayamos burlado la economía de mercado… Cenamos algo delicioso, nos apuntamos a un curso muy zen para encontrarnos a nosotros mismos… Salimos a bailar, vamos de cama en cama, hacemos todo tipo de terapias que nos ayudan pero no nos sacian, seguimos un plan de objetivos a rajatabla, nos esforzamos mucho para tener éxito… 

Hay una larga lista de cosas que hacemos y que son maravillosas (algunas muy recomendables) pero que nunca taparan el boquete interior por el que se desangra nuestra autoestima si no somos conscientes de que la vida nos pide parar y notar esa soledad, ese vacío, eses dolor, ese miedo…Si no nos sentamos a escucharlo y ver de dónde viene y a dónde nos pide que vayamos…

Y cuando lo haces, llega la sorpresa, el curso zen tiene sentido, la cena deliciosa es un hábito, la lista de objetivos se redefine y flexibiliza y el traje caro o barato que queremos comprar se convierte en una elección, no en una compra compulsiva destinada a pasar el rato teniendo la sensación de hacer algo para matar la angustia de sentirse insuficiente…

Queremos cambiar de árbol, pero nos negamos a soltar la rama en la que nos sujetamos desde siempre. Y no hablo de saltar al vacío, hablo de abrir esa posibilidad en tu mente y bailar un rato con ella, de abrirte a la incertidumbre y recalcular tu ruta, cuestionarte todo lo que crees que sabes y tienes claro y vivir cinco minutos en la duda. El gran riesgo no es dar el salto al vacío, es atreverse a pensar de un modo distinto. Cambiar tu percepción de lo que es la vida, de lo que es tu vida…

Todos queremos vivir en paz con nosotros mismos pero a menudo no estamos dispuestos a pagar el precio que supone esa paz. No estamos dispuestos a tomar las decisiones que nos llevan a ella y renunciar a la comodidad de vivir en un conflicto interior constante que nos hace sufrir, pero que nos permite satisfacer al mundo con una versión  más conveniente de nosotros mismos basada en un personaje que no molesta ni suscita críticas.

Cambiar no significa repudiar lo que eres, al contrario. Se hace necesario abrazar lo que temes, lo que sientes, lo que has vivido y amar a ese personaje que has construido para poder soportar el dolor de sentirte vulnerable e indefenso, para que nadie sepa lo mucho que te asusta ser tú. Ese personaje es la piel que usas para sobrevivir mientras no te permites vivir de verdad. Es la máscara que llevas mientras no te decides a aceptar lo que realmente eres, lo que realmente sueñas, y te atreves a mirar la vida de otro modo. Sin culpa, sin machacarte con esos pensamientos de ataque que no se irán enseguida pero que puedes aprender a cuestionar y aceptar…

El gran cambio que esperas en tu vida consiste en quedarte contigo y verte de otro modo. Valorarte y amar lo que eres… No va de dejar de tener miedo, es bailar con él, atravesarlo y usarlo para llegar al otro lado de ti. Al otro lado de tu vida donde hay posibilidades y oportunidades… Donde pasa lo mismo pero tú eres capaz de mirarlo y valorarlo de otro modo porque confías en ti. Donde puedes sentir que mereces lo mejor y permitirte soñarlo. 
Mercè Roura

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