28.1.20

La alegría y satisfacción, combinada con la sensación de que la vida tiene sentido

LA FELICIDAD ¿Sabemos realmente lo que es?

Es curioso verdad, a pesar de todo lo que se ha escrito hablado y las teorías que se han elaborado sobre ella, lo cierto es que aun a día de hoy seguimos sin saber muy bien que es.

Para muchas personas es un MISTERIO, para otras una ELECCIÓN y para aquellos que se denominan buscadores, un CAMINO…

PERO ¿HAY ALGUIEN QUE NO BUSQUE LA FELICIDAD?

¿Quizá en numerosas ocasiones a lo largo de la vida la buscamos en vivencias y posesiones que la alejan más?

La pregunta que se han hecho innumerables seres humanos antes que nosotros es: ¿Qué podemos hacer para encontrar ese misterioso tesoro que alimenta nuestra esperanza?


La Felicidad… ¡ah! ¡Qué gran palabra! Casi al pronunciarla, sentimos sonrojo por haber creído inocentemente que, oculta tras lo que tanto deseamos, nos aguardaba. La felicidad parece actualmente estar en la lista de esos términos prohibidos por una sociedad desorientada, términos del mismo rango que “amor” y “humildad”, palabras secuestradas que no pronunciamos, por temor a ser condenados como personas ingenuas.

¿Qué ha pasado con esta idea que todos perseguimos, a veces corriendo tras los deseos y vivencias que más nos alejan de ella? En realidad, es frecuente creer que la hallaremos en los futuros placeres, en el seno del poder, en el meollo de la pasión, en la exaltación del romance, en la unión de la familia, en el glamur del éxito, al final de un proceso o soñando con la galaxia… La buscamos inútilmente en la adquisición y en la satisfacción de nuestros deseos, algo que gratifica nuestra persona durante un tiempo, pero al poco, ese punto nos abandona.

¿POR QUÉ NO ES TAN HABITUAL ENCONTRAR A ALGUIEN QUE SE DECLARE FELIZ, SIN MATICES NI MÁS COSAS AÑADIDAS?

Comencemos por preguntarnos, ¿qué es la felicidad? De las muchas que he leído una de las que más resuenan en mi es la de Sonja Lyubomirsky, ella dice que la felicidad tiene que ver con la experiencia de alegría y satisfacción, combinada con la sensación de que la vida tiene sentido y vale la pena. Una forma de señalar tanto a la experiencia puntual, como a la sensación permanente de fondo que impregna nuestra existencia.

Desde siempre sentí la felicidad como una vivencia de paz profunda, una paz no ajena al amor que en principio creemos alcanzable desde nuestro nivel personal.Más tarde, he comprendido que la felicidad era un estado transpersonal de conciencia. Un estado de totalidad y plenitud que podemos legítimamente buscar, ahondando en nuestra esencia. Tal vez la felicidad por su carácter trascendente no está sujeta a condición alguna. Y aun viviendo en lo hondo de uno mismo, no es descubierta hasta que un día, es ella la que nos encuentra.

Los seres humanos actuales la estudiamos con metodologías científicas, tratamos de meterla en laboratorios, y la analizamos desde la óptica de una neurología de vanguardia. Y eso está bien, porque gracias a las estadísticas, algo más sabemos de ella.

En realidad, a través de una emergente “CIENCIA DE LA FELICIDAD” conocemos tres factores que tienen un gran peso en su existencia. 

PRIMERO: Los aspectos biológicos que constituyen nuestra herencia genética. En realidad los genes causantes de la felicidad tienen una influencia del 50%, y contra lo que a menudo se piensa, son susceptibles de comportamiento variable, ya que se activan, entre otras cosas, con abrazos y caricias.

SEGUNDO: Actividad deliberada, es decir, lo que decidimos hacer para crecer, para cultivarnos en la virtud y el aprender a pensar en atención plena. Se trata éste de un factor con un peso del 40%.

TERCERO : Tan solo representa un 10% y hace referencia a las circunstancias que nos llegan, es decir, economía, salud, vida afectiva... ¿Tan solo un 10%? Sí, así de secundario, aunque no lo parezca.

Y si bien la llamada Psicología Positiva estudia estos aspectos, no podemos soslayar los mapas inmortales que los grandes filósofos y místicos han dejado sobre la faz de la Tierra. Y es aquí donde nos vemos trascendiendo la pequeña lógica de las estadísticas que persiguen aproximarse, e inútilmente colonizarla. Es aquí donde se abre el misterio sagrado que a la felicidad fundamenta, un misterio que se ilumina cuando se cierran los ojos de la razón metodológica, cuando hacemos silencio en la mente pensante y abrimos el corazón a una intuición que, al tiempo que nos encuentra, conduce suavemente nuestra alma ante sus puertas.

¿Qué mapas y referencias nos han legado los grandes seres que han visitado nuestro planeta? El territorio roza lo inefable, es por ello que en el sentir, en el crear y en el amar, será cuando nos rozará su presencia. La felicidad es un tesoro que todo ser humano intuye como posible, un tesoro que busca aunque se haya sentido frustrado tras perseguirla incansablemente en la adquisición de cosas y experiencias.

En realidad cuando nos adentramos en la historia de los pueblos y culturas de la Tierra, descubrimos una serie de verdades inmutables que han sobrevivido a la diversidad de los cambios, de las culturas y de las razas. Se trata de verdades que han permanecido intactas ante destrucciones y guerras, verdades comunes que bajo el nombre de Filosofía Perenne se hallan presentes en todas las civilizaciones de la milenaria raza humana.

¿Qué dice este legado de conocimiento?... Nos dice en primer lugar que la felicidad está dentro de nosotros. En segundo lugar, señala que aunque está dentro, nuestra vida está sujeta a conflictos y situaciones dolorosas. En tercer lugar, afirma que hay un camino para descubrirla y aflorarla. Y finalmente concluye señalando que si se hace este camino y ella nos encuentra, nuestra vida se convierte en un recorrido de amor y luz en beneficio de la Humanidad entera.

Dentro de todo ser humano late un sentimiento de unión con todo, de ternura y consciencia despierta. En el reino sobrenatural está la llave de esa puerta, un umbral que cuando se cruza, corren lágrimas de gozo y el corazón, de amor incondicional rebosa. Más tarde, la felicidad desciende y encarna en la vivencia de las cosas sencillas, y en la honda serenidad de la vida cotidiana.

CUANDO NOS SUCEDERÁ ESTE PROCESO.
TAL VEZ ESTA NOCHE, TAL VEZ MAÑANA, TAL VEZ AHORA…



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