21.10.20

Menos objetos y más experiencias en nuestra vida siempre es una opción saludable

LA SIMPLICIDAD VOLUNTARIA

El encanto de la vida sencilla

La simplicidad voluntaria es una perspectiva que, de uno u otro modo, ha estado presente a lo largo de toda la historia. Desde este enfoque, el ser gana terreno frente al tener.

La simplicidad voluntaria es un estilo de vida en el que se promueve la idea de desterrar las prácticas consumistas, trabajar menos y tener más tiempo libre. Este enfoque supone un rechazo implícito a los hábitos impulsados por el capitalismo, dentro de los cuales el consumo ilimitado ocupa un lugar central.

Los objetivos de la simplicidad voluntaria son muy diversos. Van desde cuidar mejor de la salud física y mental, hasta propiciar una evolución personal e incluyen también una preocupación por la suerte del planeta.

Quienes promueven la simplicidad voluntaria no son un grupo como tal, ni constituyen un movimiento social en estricto sentido. El asunto es mucho más relajado y espontáneo porque su propósito no es iniciar una cruzada de adoctrinamiento, sino sencillamente tener mayor calidad de vida.

La mayor parte de los hombres, incluso en este país relativamente libre, se afanan tanto en innecesarios artificios y labores absurdamente mediocres, que no les queda tiempo para recoger los mejores frutos de la vida”. -Thoreau-

La simplicidad voluntaria en la historia

A lo largo y ancho de la historia no son pocos los individuos y los grupos que han abogado por una vida más sencilla. Tradicionalmente, el tema ha estado asociado a la religión, así como a algunas prácticas espirituales. El cristianismo, que no la iglesia, es de hecho una doctrina que promueve el desprendimiento de lo material.

Algo similar ocurre con el budismo, que lleva el concepto de la renuncia a su máxima expresión. El hinduismo es otro ejemplo de esa filosofía. Entre tanto, son muchos los grandes personajes que optaron por la simplicidad voluntaria, aunque no lo denominaran de ese modo.

Una de las figuras que impulsó y llevó a la práctica ese estilo de vida fue el filósofo y poeta  Henry David Thoreau. Hablamos de un puritano de Estados Unidos a quien se le considera el padre de la “desobediencia civil”. Vivió durante mucho tiempo en la más completa austeridad y al respecto escribió:

“Fui a los bosques porque quería vivir solo, deliberadamente, para afrontar los hechos esenciales de la vida y ver si podía aprender lo que tenía que enseñar y no descubrir, a la hora de la muerte, que no había vivido. No quería vivir lo que no era vida ni quería practicar la renuncia, a menos que fuese necesario. Quería vivir profundamente y extraer toda la médula a la vidavivir de una forma tan intensa y espartana que pudiese prescindir de todo lo que no era vida”.

Los principios de la simplicidad voluntaria

La simplicidad voluntaria es la apuesta por un estilo de vida marcado por la sencillez. Debe ser una elección voluntaria, que no está motivada por la intención de llevar a cabo un sacrificio o someterse a una autorrepresión, sino por la convicción de que esa forma de vida es mucho más positiva para uno mismo.

Los principios generales de esta forma de pensar son los siguientes:

  • Autocontención. Tiene que ver con la renuncia a las prácticas consumistas. Quienes optan por la vida sencilla no compran sino lo necesario y no van de tiendas como medio para entretenerse.
  • Rechazo a la acumulación de dinero. El objetivo de alguien que vive de este modo no es acumular dinero o propiedades. Solo busca tener lo que razonablemente garantice una vida sin privaciones.
  • Reestructuración del deseo. Los dos aspectos anteriores tienen mucho que ver con el deseo individual. En una vida sencilla hay que reconfigurar las coordenadas del deseo para que no se enfoquen prioritariamente a lo material.
  • Decrecimiento. Quienes practican este enfoque también buscan trabajar menos para tener más tiempo libre. Por lo tanto, el objetivo es producir solo para satisfacer las necesidades esenciales y valoradas.

¿Qué aporta un estilo de vida sencillo?

Cada persona es la que debe responder a la pregunta acerca de cuál es el aporte de vivir con mayor sencillez. Las motivaciones pueden ser muchas y, por lo tanto, los beneficios también son muy personales. En términos generales, una vida con menos consumo, definitivamente, sí favorece al planeta.

Así mismo, el consumo es una práctica que beneficia sobre todo a los grandes productores.  Convertirnos en alguien que siempre tiene una pseudonecesidad para alcanzar el bienestar. En este sentido, el consumo no solo afecta el bolsillo, sino que también nos aleja de lo más esencial: nuestra atención se posa en lo que nos falta, en vez de en lo que tenemos, así lo primero parece mucho más grande que lo segundo.

Aunque hay colectivos organizados en torno a esta forma de pensar, lo cierto es que se trata de una perspectiva abierta y flexible que cada uno puede llevar a la práctica de forma personal y en distintos grados.

Menos objetos y más experiencias en nuestra vida siempre es una opción saludable.

Edith Sánchez

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