11.2.14

La alegría de vivir emana de la responsabilidad del espíritu de amar la vida

VIVIR LA VIDA CON OPTIMISMO

¿Cómo sentir optimismo cuando las luchas, las desavenencias, los problemas parecen ahogarnos?

Esta pregunta tan común en nuestros días, podría llevarnos a la reflexión serena y analítica de las situaciones, seres o circunstancias que nos preocupan, de qué manera las afrontamos, con qué métodos o estrategias buscamos soluciones y cuáles son los sentimientos que vibran en nosotros en esa etapa de lucha y dificultades.

Al remover la superficialidad de las cosas para llegar a su interior, intentando descubrir el porqué, el para qué de los dolores, qué nos dejan, en qué nos ayudan y cómo superarlos, estaremos predisponiéndonos a analizar con un enfoque positivo, las distintas alternativas que la vida nos ofrece.

Poder analizar todo esto con serenidad, lucidez y una visión optimista de nuestra existencia, es todo un desafío que merece ser vivido.

El optimismo se demuestra en la comprensión y la reflexión que realizamos con esperanza y confianza en las situaciones y los seres, pero desde una posición valorativa de un estado de cosas (circunstancias, etapas de vida, personas) que posicionan a nuestro espíritu en armonía con las leyes Universales.

Importante sería tal vez advertir cómo las situaciones que nos ofrecen dificultades y esfuerzo para superarlas, despiertan en nosotros mecanismos que dinamizan la inteligencia, sacuden las emociones, motorizan las acciones y nos dejan su huella de aprendizaje y conocimiento.

"La auténtica riqueza de la experiencia humana perdería parte de su alegría si no existieran limitaciones que superar. La cima de la colina no sería ni la mitad de maravillosa si no hubiera oscuros valles que atravesar". (Del libro "Un brindis por la vida" de Lidia María Riba)

El ser optimista es aquel que mira la otra faceta de la vida y ve en ella, como todos, las angustias y los sinsabores, pero sabe emerger de la superficialidad para abordar con confianza en si mismo, las posibles soluciones.

Cuando los seres aprendemos a aceptar la vida como se presenta, cuando aspiramos a conquistar la humildad y la sencillez en nuestros actos y en nuestro sentir, cuando nos conmovemos por las cosas simples de la vida, cuando somos solidarios desde el corazón, amamos a nuestra familia, luchamos cada día por la superación personal, agradecemos lo vivido, estaremos entonces, vibrando en consonancia con esa energía creadora y sus leyes que procuran nuestro progreso espiritual.

Comprendamos que el espíritu en su condición misma, lleva implícito el amor como una fuerza potencial que debe desarrollar, advirtiendo que existen también alrededor muchas cosas que son bellas, armoniosas, que nos pueden brindar felicidad, plenitud y paz en los sentimientos.


Intentemos luchar con esperanza y confianza ante las dificultades naturales de esta existencia, porque estos sentimientos junto con el amor y la comprensión, pueden ofrecernos otra perspectiva de los problemas.

"Les pido que nos detengamos a pensar en la grandeza a la que todavía podemos aspirar si nos atrevemos a valorar la vida de otra manera". (E. Sábato "La resistencia").

La alegría de vivir, el optimismo, emanan de la responsabilidad del espíritu de amar la vida, de ver la vida, como una fuente indispensable de aprendizaje y conocimiento.

Esto nos permite comprender también, que el camino del progreso requiere esfuerzo, trabajo, pero que en ese recorrido no estamos solos: las fuerzas y los afectos cercanos de los seres queridos, son manos que se estrechan solidarias para apoyarnos y acompañarnos cuando supimos con cariño, dar y brindarnos sin condiciones.


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