30.9.16

Mi mayor deseo es seguir teniendo ilusiones

NACIMOS PARA UNA VIDA DE ILUSIÓN

No nacimos para una vida mediocre, sino para una vida de ilusión


La ilusión es la esperanza con la que esperamos que se cumplan nuestros objetivos más valiosos. Cuando digo que no hemos nacido para una vida mediocre es porque nuestro cerebro necesita ilusión para funcionar correctamente, igual que nuestro corazón necesita bombear sangre.

Cuando vivimos sin ilusión, sufrimos un déficit en los neurotransmisores cerebrales de serotonina y dopamina, causantes a su vez del desequilibrio que originan los trastornos del estado de ánimo.

El ser humano tiene una tremenda necesidad de vivir de ilusiones. En esta línea, nuestro cerebro dispone de un perfecto sistema en el que se optimizan todas nuestras capacidades en pos de conseguir nuestros sueños. De esta forma, podremos experimentar el placer imaginado. Así, cuando deseamos algo se producen cambios en nuestro cerebro, especialmente un aumento de los niveles de dopamina en el sistema límbico, lo que nos produce una gran fuente de bienestar.


La relevancia que ha adquirido la corriente de la Psicología Positiva durante las últimas décadas ha destacado precisamente el papel de la ilusión como motor de nuestras acciones El objetivo de esta rama de la Psicología trasciende el hecho de estudiar la enfermedad, para pasar a estudiar a personas que son plenamente felices o exitosas y responder a la pregunta de por qué lo son.

Una persona ilusionada puede ir mucho más allá de lo que cabría esperar
por sus logros del pasado

 

¿Nuestro cerebro necesita ilusión?

La zona pre-frontal del cerebro es el lugar donde tiene lugar el pensamiento más avanzado, donde valoramos las alternativas para solucionar los problemas y tomar decisiones. Esta zona está influida por el sistema límbico: una parte importante de nuestro cerebro emocional y donde la ilusión tiene la capacidad de favorecer las funciones superiores del cerebro y  de aumentar las defensas inmunológicas  de nuestro cuerpo.

Todo lo contrario ocurre cuando vivimos una vida sin ilusión. La desilusión debilita nuestro sistema inmunológico, produciéndose un desequilibrio en el organismo que nos hace más propensos a la enfermedad, tanto funcional como a aquellas que tienen un correlato fisiológico identificado.

La Psiconeuroinmunobiología es la ciencia que estudia la conexión que existe entre el pensamiento, la palabra, la mente y la fisiología del ser humano. La ilusión es  una  forma de energía vital que tiene la capacidad de interactuar con el organismo y producir cambios físicos. Santiago Ramón y Cajal, premio Nobel de Medicina en 1906, ya expuso que: “Todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro”.

Las verdades comienzan siendo ilusiones

¿Por qué promover la ilusión?

Hay una relación directamente proporcional entre el estado de salud y el nivel de ilusiones. Un estudio realizado por el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid  (2014), obtuvo como resultado que las personas con salud tienen un nivel de ilusión que supera el de la media de los españoles.

Por el contrario, las personas enfermas tienden a perder la ilusión. La conclusión a partir de estos datos es que es de suma importancia hacer énfasis en fomentarla la ilusión y hacer de ella una herramienta para el desarrollo de las personas. No podemos olvidad la energía que emana de la esperanza.

La ilusión puede ser espontánea, pero lo realmente beneficioso sería aprender a provocarla y ponerla en marcha cuando quisiéramos. De esta forma, cualquier persona puede obtener con tiempo y un adecuado entrenamiento el desarrollo de los elementos de la ilusión, y por tanto tenerla para proyectar su vida hacia delante.

Plantearse unas metas en la vida con expectativas reales, cuidarnos para sentirnos bien con nosotros mismos, aceptar los fracasos como parte incuestionable de la vida y valorar nuestros esfuerzos nos ayudarán a conseguir una ilusión adaptada y positiva.

Para recuperar o mantener la ilusión es importante potenciar el cuidado de las relaciones con los demás. Precisamente es este cuidado y la buena deriva de estas relaciones lo que provoca muchas de las emociones positivas que nos acompañan en nuestra vida cotidiana.

“Mi mayor deseo es seguir teniendo ilusiones”
-José Narosky-


Fátima Servián

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