18.7.20

Ahora que percibes lo mucho que brillas, no necesitas deslumbrar a nadie


AHORA QUE YA SABES QUIÉN ERES

Ahora que ya sabes que tienes alas no puedes seguir arrastrándote. 

Ahora que eres consciente de tu grandeza, no puedes pedir permiso para ser tú ni quedarte a medias. No puedes soñar corto ni pensar triste siempre. No puedes seguir creyendo que no mereces lo mejor,  ni seguir demostrando nada a nadie para buscar méritos y recibir alabanzas…  Ya no necesitas que nadie valide tu talento, tan sólo quieres compartirlo y disfrutarlo.

Ahora que has descubierto que no tienes que competir con nadie, no puedes seguir mirando de reojo y juzgando, necesitas forjar alianzas y estrechar lazos. No tiene sentido envidiar ni temer  la sombra de nadie porque nadie aporta lo que tú aportas y cada uno tiene su valor.

Ahora que conoces tu valor no puedes evitar aportarlo y ponerlo al servicio de otros que también compartirán el suyo para poder sumar.


No se trata de llegar más lejos, sino de sentirse más cerca de lo que te importa. De estar más cómodo contigo, de vivir sin tener la sensación de pisar en falso y tener que excusarte a cada paso. No se trata de gustar sino de gustarte, de valorar lo que te hace distinto y lo que te hace igual a los demás, de compartir lo que eres y disfrutar siéndolo. No se trata de que todo sea perfecto sino de amarlo tal y como es y darle la vuelta. 

No tiene sentido esperar a mañana para empezar porque lo que realmente eres siempre ha estado en ti. Sólo te queda explorarlo y sentirlo… No se trata de subir a la cumbre sino de ser capaz de levantarse cuando has tocado fondo y comprender que ese no es tu lugar. 

No hay metas, hay estados de consciencia, estados mentales en los que te sientes en paz con quién eres y en coherencia con lo que haces y dices. 

Ahora que sabes que no tienes por qué culparte, dejarás de buscar compañeros de viaje que te reprochen y castiguen y que están tan rotos por dentro como tú.  Porque ahora que te tratas a ti mismo tan bien cono mereces, ya no puedes consentir que otros no te respeten y necesitas respetar a todo el mundo. Ya puedes poner límites y parar los pies a quien crea que necesita pisar para sobresalir y se acerque a ti para comprobarlo. 

Porque ya no necesitas demostrar, ni seguir sufriendo por arañar migajas, ni esperar que te acepten ni te aprueben, que te admiren, que te amen, que te vean… Ahora te amas, te ves, te aceptas y te conoces. Observas con respeto y cariño todas y cada una de tus imperfecciones y las abrazas. Comprendes cada uno de tus errores y les sacas punta, como a los lápices, sin reproches ni culpas… Miras al pasado y lo aceptas y cierras tus heridas abiertas, te perdonas y sigues adelante… Miras al futuro y te das cuenta que no tienes más plan que seguir en paz y compartiendo lo que eres… Miras al presente y te das cuenta que vives intensamente en él y que no hay nada más… 

No tienes que mejorar, tan sólo tienes que sacarte de encima lo que te impide ser coherente contigo. Abandonar esos pensamientos y creencias que te atan a una mirada distorsionada de ti y de tu vida… Por más que algunos te lo pidan, aunque otros te miren mal e insistan, por mucho que te quieran recordar lo que fuiste. 

Ahora que percibes lo mucho que brillas, no necesitas deslumbrar a nadie, sólo tender tu mano y compartir tu brillo y disfrutar viendo como otros brillan. Alegrarte por sus triunfos y abrazarles en sus momentos bajos para que sepan que estás si te necesitan. 

Ahora que sabes que el éxito es esta paz de estar cómodo contigo, no puedes más que desear que todos tengan éxito. 

Ahora que ya sabes quién eres y te parece absolutamente maravilloso, no puedes más que vivir. 

Mercè Roura

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