4.5.17

Eres gota de agua que la luz irisa. Te sientes seguro, ya no tienes prisa.


CANTO DE COMPASIÓN

Visualiza un prado de altas hierbas
y en sus lindes un bosque se descubre.
Siente la vibración de la madre Naturaleza
como te abraza y te nutre.

En el bosque, un árbol centenario.
Desde su copa de hojas brillantes
los rayos del sol se filtran hacia abajo
descendiendo por las ramas hasta acariciarte.

Abraza el árbol, siente la savia.
Como corre la vida, como a través de los años
creció ante la sequía, fuertes vientos, las heladas.
Siéntete uno con Él, armonía celebrada...
y yo te pregunto : “¿Podrías hacerle daño?”.


De entre la tupida floresta
surge majestuoso el Rey del Bosque
y acercándose hasta ti, cabeza regia,
te saluda el Ciervo, gesto noble.

Mira a los ojos de la mágica belleza.
En Él no hay dualidad ni engaño.
Abrázalo y hazte uno con su presencia,
siente el latir de su corazón, su esencia.
Y yo te pregunto : “¿Podrías hacerle daño?”.

Caminas hacia el lago que te llama.
Se refleja la Luna, espejo de plata.
A tu alrededor las aves cantan.
Se llenan de vida la límpidas aguas.

En su seno la vida que se multiplica,
sumérgete y hazte uno con el lago.
Eres gota de agua que la luz irisa.
Te sientes seguro, ya no tienes prisa.
Y yo te pregunto : “¿Podrías hacerle daño?”.

Y de los arbustos surgen a la luz
el Anciano, el Niño, la Mujer, el Hombre.
La tribu reconoce el que eres Tú.
Miras a los ojos del rostro de bronce.

Tu eres el Niño, abre tu camino.
Abrázate y cuida tu vibrar de Anciano.
Tu eres el Hombre, sigue tu destino.
Tu eres la Mujer, ama los sentidos
Y yo te pregunto : “¿Podrías hacerte daño?”.

A.BARO


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