8.5.17

¿Estás dispuesto a revisar tu vida para ver si te pillas en falso?

EJERCE DE TI MISMO

Es curioso como cuando crees que has dado un paso de gigante, la vida te demuestra que todavía no sabes nada… Que todo lo andado es aún un corto trecho comparado con lo que te falta…Y entonces, debes parar para darte cuenta de muchas cosas que no ves porque estás empeñado en tomar velocidad y llegar antes… Cuánto más te apuras, más lento va todo… La velocidad de los cambios en tu vida es inversamente proporcional a tu desesperación, tu necesidad y tu impaciencia…

Estamos en un momento en el que se valora poco la pausa, porque todo va muy deprisa y nos sentimos increpados para actuar, sea como sea. Sin embargo, hay ocasiones en las que si no paras y tomas conciencia, es como si deshicieras el camino andado y te perdieras a ti mismo. No sólo importa el para qué haces las cosas sino desde dónde las haces… Si te interesa sólo llegar o qué estás dispuesto a dejar por el camino.

Llevo días dando vueltas a todo lo aprendido y buscando la pieza del rompecabezas que me falta… La que soy capaz de descubrir hoy y ahora y que ayer no veía porque no sabía lo suficiente para verlo… A veces, en cuestión de horas ves la luz que antes estaba oculta. Me faltan aún muchas más piezas, puede que incluso tenga que pasar pantalla y cambiar de rompecabezas. Eso pasa, en este camino de autoconocimiento, cuando llegas a lo que creías que era la cima, descubres que era solo un campo base y que antes de poder subir, tienes que bajar mucho todavía a un inframundo donde nada es lo que parece.


Ahí dentro, a plena consciencia, hay instalado una especie de juego de espejos donde lo pequeño se deforma y parece enorme y lo grande se distorsiona hasta rodearte y casi desaparecer. Algunas sensaciones te envuelven tanto que empiezas a vivir en ellas y te olvidas de que están allí, pendientes de sentir y entender. Como si al meterte en el bosque olvidaras a dónde quieres llegar porque te quedas sumido entre la maleza… Como si creyeras que eres el bosque y siempre has estado ahí.

El caso es que he topado con mi falta de coherencia… Casi me duele al escribirlo, lo admito, pero creo que la única forma de superarlo y continuar es admitir y aceptar… ¿Cómo no lo he visto antes? tal vez porque he vivido inmersa en ella, nadando en ella, creyendo que lo habitual es sueño, confundiendo la comodidad con la felicidad. Analizándolo todo desde la razón sin recordar que esto va más de sentir que de pensar.

Con la sensación de que empecé este camino para ser feliz y en algún momento me lié un poco  y ahora sufro por no llegar a una meta que no es mi meta. A menudo, tomamos metas prestadas y soñadas por otros porque no confiamos en las nuestras, pero no porque no sean válidas sino porque no nos valoramos a nosotros mismos.

Somos muy incoherentes y ni siquiera nos damos cuenta porque nos pasamos gran parte del día sin ser auténticos. Hemos interiorizado tantas rutinas y hábitos que ponemos el piloto automático para poder centrarnos en lo que creemos es importante o en lo que más nos preocupa. A veces, lo que más nos angustia no existe más que en nuestra mente y puede que no llegue a pasar nunca, pero nos gusta imaginar que pasa porque así nos ponemos la zancadilla a nosotros mismos… Crees que ya sabes mucho sobre ti y te sorprendes saboteándote y  entrando en un bucle de pensamientos absurdos y lúgubres…

Hacemos un trabajo intenso para conocernos y repasamos cada detalle pasando por alto todo eso que hacemos de forma inconsciente y que constituye un alto porcentaje de vida diaria, casi un 90 por ciento…Vivimos fuera de nosotros y dejamos que la rutina decida a donde vamos… Dejamos que el ego se adueñe de nuestros pensamientos y  dicte nuestro diálogo interior…

Lo digo porque puedes pasarte meses o años sacando de ti el lastre de las creencias limitantes que llevas instaladas y no caer en la cuenta de todas las pequeñas costumbres que se derivaron de ellas y que aún siguen vigentes en tu vida.

Te amas mucho más a ti mismo, pero sigues recortándote las alas cada día en pequeñas decisiones que tomas porque siempre lo has hecho así y no les prestas atención…

Algunas de esas cosas se cambian al tomar decisiones importantes y hacer grandes renuncias o como consecuencia ineludible de ello. Otras, las seguimos llevando a cabo sin percatarnos de que pertenecen a otra persona, esa que éramos antes de tomar las riendas de nuestras vida… Esa que eres cuando no te dejas llevar por el miedo, por la angustia, sin todas la capas de piel que te pusiste para protegerte y que no te permiten sentir nada…

Es como si hubieras abolido la norma, pero aún quedaran por ahí las señales de tráfico que la hacían posible y no las viéramos por la costumbre de ir viajando por la vida con el piloto automático sin fijarnos en nada…

Como un volver a empezar en todo y buscar la coherencia entre lo que piensas ahora y lo que haces…

¿Estás dispuesto a revisar tu vida para ver si te pillas en falso?

El trabajo por hacer es inconmensurable… No sólo se trata de desaprenderlo todo sino de instalarse un software nuevo  y aprender cómo funciona para no dejar que cuando nos venza el cansancio y la tentación nos invite a recuperar el antiguo…

Vivimos asustados y las personas asustadas se convierten en autómatas del ego, miran con los ojos prestados y evalúan con la avaricia del que teme perderlo todo, aunque a veces no lo parezca. Decidimos no ir a un lugar donde nos invitan y nos decimos a nosotros mismos que es porque no nos apetece, cuando en realidad, lo que rehuimos es ponernos en según qué situaciones porque nos asusta fallar, fracasar, no estar a la altura…

Deberíamos revisar cada acto en que nos implicamos para descubrir si lo hacemos desde el amor o desde el miedo. Si nos estamos escondiendo o no. Si nos exponemos para demostrar algo, si nos enfadamos porque nos toca la fibra, si nos vence la rabia o la envidia o por el contrario, nuestra decisión es sana y sincera y tomada desde la convicción de alguien que escoge su vida.

Si nos da por aceptar aún cosas que no merecemos. A pesar de saber que somos dignos de amor y respeto y haber trabajado mucho para respetarnos… ¿Aceptamos chantajes? ¿permitimos que no nos traten con bien? ¿hacemos cosas que no deseamos para ser aceptados?

Vale la pena revisarlo, por si aún estamos usando palabras viejas y tristes en nuestro nuevo yo positivo y motivado…

Si tratamos a los demás como queremos que nos traten o a veces aún pensamos que nos tienen manía o hay una conjura contra nosotros… Si atacamos antes de ser atacados porque nos preocupa ser vulnerables cuando esta etapa ya está superada…

Tengo que darme cuenta de si guardo cosas viejas es realmente para volver a usarlas porque son útiles o porque me agarro a ellas… Si vivo con apego o si fluyo… Da igual si son recuerdos o ropa usada que ya no van conmigo. Si almaceno lo gastado y no libero espacio para dar paso a lo nuevo…

Si me impongo pequeños castigos por culpas que arrastro desde que era niña y me sentía un estorbo… Si cuando voy a casa de según quién o entro en según qué lugares aún me tienta esconderme en el rincón para pasar desapercibido… ¿Qué arrastro aún? ¿no había soltado esta carga? Será cuestión de saberlo para afrontarlo o ser consciente de ello para cambiar esa sensación…

Si no acabo de olvidar ni perdonar a pesar de haber dado un abrazo… Si cuando veo su cara en las fotos, siento un zarpazo en el pecho y le echo de menos y me siento amenazado, triste, abandonado… Si aún no he entendido que cada uno hace lo que puede en su momento y actúa lo mejor que sabe y que sea lo que sea es lo que tenía que pasar…

Hasta entender que al mundo que hay ahí a fuera, es el mundo que yo llevo dentro. Y mis pasos por la vida son un reflejo de los pasos que doy dentro de mí para llegar a mi esencia.

Tengo que saber si sufro en balde aún porque creo que sufrir es necesario para conseguir algo que sueño, si dentro de mí algo todavía me dice que hay que soportar la indignidad para expiar alguna culpa heredada de no sé qué tradición… Si a pesar de que me parece una barbaridad, todavía me encuentro en un momento de distracción con algún pensamiento recurrente que refuerza la idea de que si eres feliz lo pagarás caro y caerá sobre ti una plaga divina porque has venido al mundo sufrir ya que la vida es un valle de lágrimas…

Intento pensar si todavía tengo miedo a hacer algo porque no lo aceptarán y criticarán mis pasos, porque tal vez siento todavía el runrún de necesitar que me valoren y encajar en este mundo en el que nadie encaja y todos disimulan.

Y  tal vez, me apego a algo que no quiero soltar que en realidad no es mío porque nada es de nadie y no lo dejo ir porque así reafirmo mi dependencia…

¿A qué no me atrevo? ¿Qué me callo? ¿qué acumulo?

Y tú ¿Lo haces? ¿Te guardas lo bueno? ¿escondes tu talento? ¿no brillas por temor a molestar? ¿compartes tus habilidades? ¿te encierras en ti mismo porque temes decepcionar?

Tenemos un montón de comportamientos instalados en la entrañas, creencias que no nos cuestionamos porque parecen sólidas, pensamientos prestados, habitaciones interiores llenas de polvo donde nunca entra el aire fresco… Corrientes de aire en el pecho esperando que alguien cierre puertas y selle ventanas…

Nos reiteramos una y otra vez en lo que no queremos porque nos sentimos incapaces de parar máquinas y resetear motores…

A veces, hace falta prestar atención a todo para darle la vuelta y descubrir cómo ese fantasma del pasado está presente en los pequeños actos de cada día…

Otras, basta con decir en voz alta el pensamiento al que damos vueltas o poner palabras a esa emoción para ver que no sirve, que es una barbaridad, que no se sustenta…

Es más importante de lo que parece… Es lo que marca la diferencia entre quedarse en la teoría o llevar a la práctica y vivir en consecuencia. Lo cambia todo… Somos lo que pensamos y lo que hacemos con nuestros pensamientos…Vale la pena afinar y aprender más, hacer un máster en ti mismo, dominar la técnica de conocerte para poder motivarte y amar cada una de tus fibras…

Si vemos la vida con ojos nuevos, tenemos que vivirla de esa forma, al cien por cien…

Sentirlo todo con ese nuevo ser que nos habita…Sentir que vives de forma coherente, a conciencia, porque eso te ayudará a reafrimar tu nuevo yo y subir un escalón más en la vida, tanto personal como profesional.

Has ido más allá, has indagado en ti, ya sabes tus porqués  y para llegar a tu máxima potencia, necesitas dejar de vivir a medias.

No te escatimes los detalles que pueden hacerte llegar a la excelencia en tu vida.

No es fácil, supone compromiso y trabajo. A veces, te sorprenderás  dejando de hacer algo que pensabas que hacías porque era bueno para ti y en realidad era un peaje que pagabas para gustar y encajar, para no defraudar a otros.

Otras veces, podrás seguir haciéndolo, pero sintiendo algo distinto, con otra mirada, redescubriendo a personas y actividades que ya no serán lo mismo porque las harás desde otro punto de conciencia. Lo importante es descubrirlo y decidir…

Tal vez un día te encuentres bailando después de media vida pensando que tú no bailabas…

Todo sirve si lo haces porque te hace vibrar, todo sirve si cuadra con tu nueva forma de ver la vida… Sin estar sujeta al miedo, sin ponerte filtros para esconderse o no aparentar…

Todo vale si dentro de ti sientes que va con tus valores. Si sientes que te contradice, tienes que soltarlo.

Necesitas practicar en tu nuevo yo, porque si no, el antiguo, que lleva años en el poder automatizando tu vida desde la inconsciencia, tomará el control de nuevo y te llegarán las dudas, el cansancio, la desmotivación…

Por eso es importante revisar cada detalle de tu vida, para saber si está en coherencia con lo que eres y lo que sientes.

Tienes que conseguir que tu piloto automático se ponga de tu parte y trabaje desde el amor y no desde el miedo…

Y lo más complicado hacer todo esto desde la confianza en tu capacidad y siendo bondadoso contigo y con lo que te rodea para no culparte ni tirar la toalla, para no caer en una obsesión. Para poder fluir siendo tú. 

Para ejercer de ti mismo cada momento de tu vida…
Mercè Roura

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