24.5.17

Estás aquí para arriesgar, para alcanzar ilusiones y descubrir la magia

ARREPIÉNTETE DE LO QUE NO HAGAS, NO DE LO QUE HAGAS


No se te ocurra arrepentirte de lo que has emprendido, de la valentía que has puesto en cada acción por conseguir tu meta o tu sueño. Arrepentirse de lo que uno ya ha hecho por la simpleza de que quizás no te haya ido como esperabas es absurdo y una pérdida de energía y de tiempo. ¿Y si hubiese ido bien? Entonces … ¿Te arrepentirías?

Si la respuesta es no, es que entonces no te arrepientes de haber dado el paso de tirarte a la piscina. Lo que de verdad te genera ese arrepentimiento es que no contabas con que a veces la expectativas han de verse frustradas. Es la vida, está bien, es así.
El fracaso nos ha de servir para aprender e incluso para intentarlo de nuevo con las enseñanzas ahora de la experiencia.

Quedarse en la zona de confort, soñando con lo que podría haber sido sí que es para arrepentirse. En ese caso, en el que ni siquiera lo intentamos, ya estamos dejando de alcanzar nuestros objetivos. Nos conformamos con una vida carente de emociones y solo por miedo a frustrarnos un poco.

Pero lo siento, las frustraciones y decepciones forman parte de la vida. Antes o después te llegarán, aunque no te arriesgues o saltes al vacío con algún proyecto. Aparecerán por otro lado: con la familia, con la pareja, con tu trabajo de toda la vida… Incluso la propia falta de riesgo puede convertirse en una fuente de frustración.

No colecciones arrepentimientos

Todas tus decisiones, todas tus acciones, todo por lo que soñabas, luchaste y lo diste todo hoy configura tu ser, la persona que eres, el lugar al que has querido enfocar y guiar tu vida. Nadie debería arrepentirse de quien es o de como elige vivir.

Es cierto que el éxito está sobre valorado en esta sociedad y parece que solo es valioso aquel que, aun arriesgándose, acaba triunfando.

Valoramos demasiado el resultado, pero no lo hacemos tanto con el progreso y con el sacrifico y esfuerzo de todas las personas que se dejan la piel en aras de conseguir sus objetivos. Sabiendo que a veces les saldrá bien y otras perderán la apuesta.

Esa esencia es la que realmente tiene valor. Tener una meta que nos empuje a seguir viviendo; amarla, arriesgar nuestro dinero, tiempo y trabajo por ella. En realidad es esto lo que nos motiva y refuerza, y no tanto el resultado. La ilusión de vernos construyendo lo que queremos es lo que hace que nos levantemos cada mañana y nos sintamos un poco más felices.

Por ello, no has de arrepentirte de lo que emprendas, arrepiéntete si quieres de lo que no has intentado por miedo a fallar. Y no es que tengas que fustigarte por haberle hecho demasiado caso a tu miedo, pero sí es conveniente que te des cuenta de que te has dejado guiar por una emoción. Una emoción que ha pasado, siendo sustituida por lo que podría haber sido.

No te preocupes. De esto también podemos aprender. No somos perfectos y es común que nos dejemos guiar y manipular por algunas emociones. Pero hay que aprender de ello y se puede. ¡Da un golpe en la mesa y decide volar de una vez por todas, pase lo que pase!

Sé valiente para emprender el vuelo, pero también para gestionar la caída

La persona madura es aquella que tiene sueños e ilusiones, pero también que tiene los pies en la tierra. Son personas que se conocen tan bien a sí mismas y se aceptan incondicionalmente, que saben muy bien hasta donde pueden y no pueden llegar.

Conocen sus limitaciones y potencialidades y en base a ellas, trazan un plan y son capaces de llevarlo a cabo porque notan que tienen bastante control sobre la situación.
Cuando hablamos de control, nos referimos a todo aquello que realmente se puede controlar, claro. Es decir, a lo que depende de nosotros mismos: frustraciones, acciones, decisiones, tolerancia…
Son personas valientes, que tienen la cabeza casi siempre en el presente, pero que imaginan un futuro mejor. Quieren comerse la vida apretando fuerte con los dientes y no solo saboreándola por encima, como el que ya pone cara de asco antes de probar un nuevo sabor. Su forma de pensar se resume en un: “Si estamos aquí para vivir, entonces vivamos. Si las cosas salen mal, ya veremos como las gestionamos”

Esto no quiere decir que sean cabezas locas que no saben lo que hacen. Los impulsivos en realidad, también están muertos de miedo. Su madurez e inteligencia emocional, les hacen ser valientes pero también responsables y precavidos.

La clave reside en que no sufren pavor cuando piensan en los posibles fracasos. De echo, al ser realistas, no los perciben como probables, si no solo como posibilidades.

¿A qué esperas para ser un poco más valiente? ¿Piensas quedarte siempre en la orilla, sin saber como se está nadando en el mar? Estás aquí para vivir, para arriesgar, para alcanzar ilusiones y descubrir la magia que se esconde tras ellas. Y si fallas, pues aprendes y retomas el vuelo. No te arrepientas nunca más de lo que hagas, si acaso solo de lo que no hagas por culpa del miedo.

El esfuerzo cubre de valor a los sueños



No hay comentarios:

Publicar un comentario