17.8.17

Son los viajeros los que dan forma al camino, robando itinerarios al azar

LOS CAMINOS OLVIDADOS


Los lugares de paso están formados por miles de caminos arrebatados al olvido. Miles de caminos que se pierden en giros y alocadas piruetas o avanzan serios y bien dispuestos sobre el rígido academicismo de la recta. Hay sendas que solo llevan donde uno más teme ir. Atajos que acumulan sobre sus polvorientas espaldas el retraso de los siglos. Senderos olvidados que languidecen a las puertas de la próxima maravilla y el siguiente milagro. Caminos que vuelan a ninguna parte y se adentran con la furia ciega de lo inerte en ningún lugar. A veces los más osados atraviesan el tejido temporal, viajando al ayer, al mañana o al segundo inmediatamente anterior con la despreocupación propia de los caminos jóvenes. Hay caminos que tratan de extraviar al viajero con espejismos y falsas señales, tratando de hacerles pagar la tremenda herejía que cometen al mancillarlos con sus pasos; esto es propio de los caminos arrogantes, los que se creen importantes, los que ni saben ni quieren saber que son los viajeros los que dan forma al camino, robando itinerarios al azar y a la confusión, los que no entienden que un viajero sin camino siempre es un viajero y que un camino sin viajero es suelo y nada más que suelo” (Las fuentes perdidas de José Antonio Cotrina)

LOS CAMINOS OLVIDADOS

Por ellos campan a sus anchas
recuerdos dispersos, historias lejanas,
con esa irrespetuosidad profana
con la que el tiempo la senda mancha.

Ni el eco de unos pasos ni una huella
que llevarse al polvo que los cubre,
ni el viento en las rendijas les descubre
que hizo que el olvido hiciera mella.


Son los caminos olvidados,
los que fueron arrebatados a la memoria.
Los que dejaron de lado
el viajero ya cansado
y el cronista de la historia.
Son los caminos olvidados,
caminos de desmemoria.

E incluso es consciente ese camino
del olvido, de la ausencia tremebunda,
pues es sabedor de que no abundan
las líneas rectas que unen los destinos.

Pero a veces alguien los recuerda
y los devuelve a la vida y al presente,
esas veces el espacio le consiente
al tiempo desdoblarse entre las cuerdas.

Son los caminos olvidados,
los que fueron arrebatados a la memoria.
Los que dejaron de lado
el viajero ya cansado
y el cronista de la historia.
Son los caminos olvidados,
caminos de desmemoria.

A.BARO

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