30.11.20

Darnos permiso para ser imperfectos y seguir amándonos es un ejercicio de salud

TENER COMPASIÓN POR UNO MISMO

Tener compasión de ti mismo no te hace más débil; al contrario, te fortalece. Porque si aprendes a tratarte con bondad, si te perdonas cuando lo necesitas y aprendes a hablarte con afecto, podrás lidiar mejor con las dificultades y complejidades de la vida.

Tener compasión por uno mismo dista mucho de ser un acto de egoísmo. Cada uno de nosotros estamos obligados a practicar ese autocuidado que permite, por ejemplo, perdonar errores pasados y presentes, darnos aliento en momentos difíciles o tratarnos con el respeto que merecemos. Puesto que nadie llega a este mundo con esta competencia de fábrica es importante aprender a cultivarla.

Decía Boccaccio en el Decamerón que nada nos hace más humanos que sentir compasión por nuestros semejantes. De algún modo, tanto cultural como socialmente, se nos ha inculcado la idea de que esta dimensión va siempre de dentro a fuera. Bien es cierto que es necesario compadecernos de quien sufre y que experimentar dicho sentimiento nos hace más nobles. Sin embargo, hay un detalle igual de importante.

La compasión también debe proyectarse hacia uno mismo. Hacerlo es sano, catártico e incluso necesario. Hay quien lo define como una especie de “narcisismo sano”, pero sea como sea esta área psicológica va mucho más allá del amor propio porque le da sostén, impulso y sentido. 

Tener compasión por uno mismo, clave de bienestar psicológico

Una cosa es quererse y otra quererse bien. No todos los amores propios son saludables, porque abundan los egos excesivos y esos autoconceptos que se posicionan en un narcisismo dañino en el que solo existe uno y nadie más. Asimismo, no nos equivocamos si decimos que lo que más se ve en el día a día son las personas que se tratan a sí mismas sin el respeto y el afecto necesario.

Ir por el mundo con una autoestima deshilachada da paso a las sombras de la depresión y otros problemas psicológicos. Por otra parte, los hombres y las mujeres incapaces de controlar el  diálogo interno negativo, acusador y dañino, navegan siempre a la deriva del sufrimiento mental. Pierden oportunidades, caen en relaciones de pareja infelices y rara vez alcanzan la realización personal.

Tener compasión por uno mismo no es un acto de debilidad. A veces, nos cuesta dar paso a este sentimiento porque asociamos compasión con lástima, con ese sentimiento a menudo vacío, pasivo y comprendido entre la tristeza y la ternura hacia algo o alguien.

Hemos distorsionado dicha dimensión hasta sentir cierta incomodidad al sentirla por nosotros mismos. Es necesario por tanto reformularla y darle la trascendencia que merece.

¿Por qué debemos desarrollar un poco más la compasión hacia nosotros mismos?

Kristin Neff definió el término autocompasión y describió su utilidad para el bienestar psicológico. Sus trabajos de investigación sobre este constructo lo equiparan a la práctica de la atención plena y cuyos beneficios para la salud mental estarían ampliamente avalados por la ciencia.

Tener compasión por uno mismo es, por encima de todo, aceptar la imperfección del ser humano, es asumir que somos falibles, que cometemos errores y saber respondernos ante ellos con amabilidad y afecto. La necesidad de desarrollar esta competencia del bienestar es múltiple:

  • Las personas que aplican la autocompasión en su día a día disponen de una buena inteligencia emocional y una satisfacción vital más plena.
  • La autocompasión se correlaciona con una menor incidencia de la depresión y la ansiedad. Esto último es un dato relevante que vale la pena contemplar.
  • Aquellas personas capaces de ser respetuosas y afectuosas consigo mismas en momentos complicados dan forma a un dialogo interno que no juzga, que no critica y que nos permite aceptarnos tal y como somos.
  • Destacar que las personas que practican la autocompasión no caen en los laberintos de la preocupación excesiva, en las cavilaciones negativas que merman el bienestar psicológico.

Componentes de la autocompasión

La literatura e investigación sobre la autocompasión ha aumentado de manera exponencial en los últimos años. Sabemos ya que habilitar a pacientes con depresión en la autocompasión mejoraría su avance y progresiva recuperación.

Estudios como el realizado en la Universidad de Zurich, por ejemplo, hablan de la utilidad de incluirla en la terapia cognitiva-conductual. Es interesante a su vez, tener presentes esos elementos que dan forma y cuerpo al ejercicio de la autocompasión. Son los siguientes:

  • Ser capaces de hablarnos con bondad.
  • Juzgarnos de manera positiva.
  • Ser conscientes de que los seres humanos no somos perfectos ni invulnerables.
  • Saber estar con nosotros mismos y nuestras necesidades.
  • Entender que el sufrimiento, el error o la pérdida forman parte de la vida.
  • Saber apreciarnos y querernos como merecemos.
  • La atención plena o el mindfulness para desarrollar con mayor eficacia esta dimensión.

Tener compasión por uno mismo nos evita depender de otros

Tener compasión por uno mismo no es compadecernos ni percibirnos como seres débiles o frágiles. Es apreciarnos de manera auténtica porque comprendemos cuánto valemos y cuánto merecemos. Supone a su vez ser tolerantes con nuestros errores y abrazar nuestras heridas internas para darnos aliento y seguir avanzando.

Asimismo, hay un detalle que debemos considerar. La autocompasión aumenta la independencia para validar las emociones, las necesidades y la autoestima. Cuando sabemos lo que merecemos, dejamos de ser dependientes absolutos de las atenciones ajenas y aunque las agradezcamos, ya no quedamos tan supeditados a nuestro entorno.

Para concluir, darnos permiso para ser imperfectos y seguir amándonos en cada situación y circunstancia es un ejercicio de salud que vale la pena practicar. 

Hoy es un buen día para iniciar este camino.

Valeria Sabater

https://lamenteesmaravillosa.com/tener-compasion-por-uno-mismo-por-que-es-importante/

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