LO QUE VEMOS Y LO QUE IMAGINAMOS
UNA DELGADA LÍNEA
¿Esto pasó de verdad… o lo soñé? Esta pregunta que parece
trivial, nos conduce a la frontera entre realidad e imaginación. En el día a día, ese
límite nos permite distinguir un recuerdo preciso de una ilusión, o una
sospecha de una certeza. En la ciencia, es un problema mayor: ¿cómo decide el cerebro que
algo “es real”? ¿Qué señal interna, qué patrón, qué convierte una
posibilidad en un hecho?
En los últimos años, un conjunto de estudios neurocientíficos ha empezado a perfilar una respuesta: la mente no “refleja” el mundo como un espejo; lo predice, lo bosqueja y lo corrige sobre la marcha. Cuando esas predicciones internas coinciden con señales sensoriales, el cerebro levanta la bandera de “real”; cuando se parecen demasiado, incluso sin respaldo externo, podemos confundir imaginación con percepción. La frontera, lejos de ser una muralla, parece ser una membrana semipermeable.













































